Decía Carlos Fuentes que Cuba es el único país del mundo donde la historia es un cuento de hadas. He ahí a un novelista de un país donde los sacrificios humanos continúan al mismo ritmo de antaño, pero prescindiendo de la majestad de las pirámides. Ame a Pancho Villa y a Emiliano Zapata, saque el pistolón. Haga su revolución. O su guerra de carteles de la droga.
Vamos, que la nación mexicana posee unos sacerdotes en su origen.
Pero a Paco Ignacio Taibo II le va bien una narrativa de criminales históricos. Mexicanos, argentinos, cubanos.
Verdaderos machotes que enseguida sacan lo suyo y se imponen en la horizontalidad del orbe.
O esa es la ilusión que se hacen.
Si Adelita se fuera con otro
La seguiría por tierra y por mar
Si por mar en un buque de guerra
Si por tierra en un tren militar.
¿Por qué el soldado de esta famosa copla sospecha que su Adelita ha de serle infiel? Si usted se va con una unanimidad de hombres en trenes y buques, se quedará sola y desamorada. ¿Y es tan tonto como para perseguirla? Sería macho perseguir y castigar al tipo que se la llevó. Pero la va a perseguir por el mundo entero sin dejar de ser soldado. Difícil que dé con ella y la reconquiste consiguiéndole un cargo de capitán. Desde luego, supongo que la copla es sarcástica y que hay una burla en su corazoncito. Pero no estoy seguro.
Es posible que Fuentes tuviera en la cabeza, al lanzar esa frase, la manipulación castrista de la historia de Cuba. Pero tampoco estoy seguro de eso, y un intelectual tan fino debiera abstenerse de las saliditas que le quedaban bien a un Borges, como aquella de que la Trinidad es un monstruo con tres cabezas.
La facilidad con la que los escritores hacen frases ridículas y divertidas me encanta. Me ponen a pensar, porque soy tosco pero no irresponsablemente inculto. Ser pequeño me permite considerar la majestad de la realidad y de sus mejores exégetas y actores, sus hombres y mujeres ejemplares, admirables.
Fantasías heroicas
Efectivamente, la historia de la creación de la nación cubana en el siglo XIX semeja una fantasía heroica.
¿Por qué José María Heredia acabó rechazando el independentismo?
Porque había vivido en el México independiente, con su Emperador y sus ladrones.
Y Heredia no tenía en mente esa depravación, tan disfrutable si se rendía, sino la entonces imposible fantasía heroica de la democracia.
Luego los mexicanos tuvieron un Emperador de verdad, fino, europeo.
Que fue invitado por algunos mexicanos finos a fingir su corona. Y la guerra contra ese ambicioso y extraviado señor fue más una guerra civil que una guerra contra los franceses. La ganó Juárez, un héroe fantástico cuyos sucesores resultaron ser menos ideales.
Ni hablar de cómo el Zorro les arrebató la mitad del territorio.
Finalmente llegó el emperador Porfirio Díaz, etc.
El siglo XIX mexicano está lejos de ser un cuento de hadas o una fantasía heroica. Pero cuidado, no hay que mirar el mundo únicamente desde la propia experiencia personal, de grupo, o nacional.
En el mundo y en el momento de 2024, Cuba se ha convertido en Carlos Fuentes.
Ha perdido la fe en su siglo XIX. No cree para nada en la fantasía heroica de Varela, Agramonte y Martí.
La historia de la creación de la nación cubana en el siglo XIX semeja una fantasía heroica.
Por un lado tenemos a los usurpadores de ese heroísmo, que ha sido nacionalizado, es decir, robado, por un grupo de políticos soberbios y violentos.
Por el otro, una juventud que sospecha que le han dado gato por liebre, en eso como en cualquier otro orden o desorden del latrocinio; pero les da igual. Todo eso es antiguo, en el mejor de los casos. Quién se pone ahora ese bombín decimonónico. Si al menos fuera la peluca perfumada de Washington, con aquel espadón… y la carroza dorada.
Nada de herencias ni continuidades. Seamos originales, surgidos de las pantallas, individuales y libres, como cualquiera en el mundo que es mundo. No en esta miserable islita.
Himno y reguetón
Yo soy soltera, puedo hacer lo que quiera, canta la señora casada de cincuenta años con cuatro hijos, que me pide unos gramos de detergente por caridad.
¿Qué tal si cambiamos el Himno de Bayamo por A Bayamo en coche?
No, eso es un atraso. Se ve que soy un bailador de los ochenta.
Más bien un rico reguetón.
¿Estoy acusando al pueblo?
Y que tal Guillén Batista, que publicó aquel epigrama no muy citado sobre la primera línea del Himno:
¿Por qué no corramos?
He pensado en eso algunas veces.
Cuidado, señor. El autor del Himno iba a caballo, delante, y por eso cantaba corred.
Fue fusilado.
Guillén Batista le recomendaba a los intelectuales perseguidos que se declararan enfermos.
En la comparecencia de Padilla, presidió Portuondo, porque Guillén Batista estaba enfermo.
El Poeta Nacional no traicionaba el Himno Nacional. Se confesaba.
Para un pueblo frustrado, fugitivo, depravado por abajo y por arriba, la excepcionalidad cubana del siglo XIX es intragable.
Sí, la fantasía heroica del XIX resultó ser demasiado para un pueblo de gente que vive para gozar.
Pero no goza porque no tiene con qué.
Varela y Martí son los culpables del comunismo, según alguna gente de abajo y de arriba.
Los de abajo tienen la excusa de la incultura. Los de arriba, no.
Ahora ha surgido la crítica fina, maximiliana, que quiere otro pueblo, no el que tenemos.
Ya ustedes recuerdan el chiste de Brecht, cuando los obreros alemanes se sublevaron contra los comunistas: El pueblo ha traicionado al Partido. ¿Por qué no se reúne el Partido y escoge otro pueblo?
Para un pueblo frustrado, fugitivo, depravado por abajo y por arriba, la excepcionalidad cubana del siglo XIX es intragable. O por lo menos no saben qué es.
¿Cómo los que han caído tan bajo pueden admitir que hubo aquí un santo que era un filósofo y lanzó al precio de mil sufrimientos la idea de la independencia nacional, y que su prédica fue oída por una tercera generación, triunfante en la democracia de Guáimaro, que le costó la vida al más ejemplar profeta y soldado, Agramonte, pero que siguió existiendo hasta culminar en otro sacrificado, el genial Martí?
¿Pueden creer que esa democracia que sostienen que es buena en otros lares, puede tener aquí esa fórmula mágica y absoluta, abierta a todo futuro, que es el Con todos y para el bien de todos?
¿Dignidad plena o reguetón completo?
¿Usted cree que por haber nacido en un país pequeño, aquí solo nacen esclavos, enfermitos e imbéciles?
¿Se ha enterado usted de lo que ocurrió en ese pueblo miserable: Belén?
¿Usted ha oído hablar de Israel, un pueblo pequeño que ha peleado su identidad religiosa y cultural durante cuatro mil años?
Sigan con su ideología reguetonera, que ni siquiera es un producto nacional.
Dentro de diez mil años discutiremos el asunto.
Todavía quedarían diez mil, antes de que el Archipiélago empiece, geológicamente, a hundirse en el mar.
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