El 11 de noviembre, Heriberto Llanez García, un hombre de Morón, Ciego de Ávila, desapareció sin dejar rastro. Un mes después, su hija, Yamilka Llanez Villanueva, sigue buscando respuestas, sin obtener apoyo o información de las autoridades.
A través de las redes sociales, Yamilka ha difundido el caso de su padre, solicitando a quienes lo vean que tomen una foto y la contacten al número 53156657. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, no ha recibido ninguna respuesta oficial sobre el paradero de su padre. La desaparición de Heriberto es solo un caso más dentro de un patrón doloroso de desapariciones en Cuba, donde las autoridades parecen ignorar el sufrimiento de las familias.
En su búsqueda, Yamilka ha recurrido a todos los medios disponibles, pero el silencio de las instituciones es absoluto. Las desapariciones forzadas en el país se han vuelto comunes. A pesar de la urgencia de la situación, las autoridades cubanas no han iniciado una investigación seria ni han dado explicaciones claras sobre lo sucedido. La falta de acción oficial no solo agrava la angustia de la familia Llanez, sino que también refleja la deshumanización del sistema cubano, que parece tratar estas tragedias como casos menores. Esta indiferencia ante el dolor de las familias es un síntoma de un régimen que no solo silencia, sino que también borra la memoria de aquellos que desaparecen.
Desaparecidos en Cuba: un fenómeno ignorado por el régimen
La historia de Heriberto Llanez y su hija Yamilka es la historia de miles de cubanos que viven con la incertidumbre de no saber qué ha sucedido con sus seres queridos. La represión sistemática, la vigilancia constante y la falta de acceso a la justicia son parte de la realidad que enfrentan quienes se ven afectados por desapariciones forzadas. Mientras tanto, el régimen cubano sigue ignorando las demandas de justicia de quienes exigen respuestas y respeto por sus derechos humanos.
El caso de Heriberto, aunque profundamente personal, es también un reflejo de una crisis más amplia que afecta a toda la sociedad cubana: la constante vulneración de los derechos más fundamentales. Sin respuestas, sin justicia, las familias que viven este dolor luchan no solo por encontrar a sus seres queridos, sino por mantener viva la memoria de quienes desaparecen bajo el silencio cómplice de un sistema que se niega a rendir cuentas.
Como periodista, siento el deber de visibilizar esta dolorosa realidad. El caso de Heriberto, aunque devastador, es solo un reflejo de un sistema que ha normalizado la desaparición forzada. No podemos permitir que estas historias sigan siendo ocultadas, ni que las víctimas se conviertan en solo números en las estadísticas de un régimen que se empeña en borrar la verdad. La memoria y la justicia son las únicas armas que tenemos para enfrentar esta realidad y exigir que los desaparecidos, como Heriberto, regresen a casa.