El Obispo emérito de la provincia de Pinar del Río, Cuba, Monseñor José Siro González Bacallao, falleció por causas naturales en la mañana de este lunes 19 de julio en su retiro en Mantua, a la edad de 90 años.
El sexto Obispo de la diócesis pinareña llevaba 67 años en la práctica del sacerdocio y 39 desde que fuera ordenado en ese cargo eclesial.
Nacido en la ciudad de Candelaria el 9 de diciembre de 1930, viajó a La Habana con sólo 12 años para estudiar en los seminarios de San Carlos y San Ambrosio su vocación como sacerdote diocesano, hasta conseguir ser ordenado tres años más tarde en el seminario El Buen Pastor.
Con 29 años y ya siendo un experimentado párroco de San Juan y Martínez, al Padre Siro, como lo conocían todos, le tocó vivir de cerca el advenimiento del régimen comunista y la hostilidad contra la Iglesia y la fe en general del gobierno de Fidel Castro.
Además de confrontar el cierre de iglesias y la persecución contra los hombres y mujeres de fe, el joven cura tuvo que asumir las parroquias de las vicarías central y oriental de la diócesis pinareña, ante el éxodo de muchos de sus colegas y el encarcelamiento de otros.
Como la fe católica y su principal sacramento: la misa, pasaron a ser cuestiones mal vistas por la dictadura, el Padre Siro decidió continuar con sus actividades religiosas los fines de semana, mientras ayudaba en labores agrarias junto a los campesinos el resto de los días. Este período, recordado con admiración por muchos, duró siete años de su prolífica existencia.
Fue Vicario de la Diócesis de Pinar del Río y Párroco de la Catedral bajo el mandato de Mons. Jaime Ortega Alamino, hasta su ordenación como Obispo en sustitución de este en 1982, por elección del Sumo Pontífice de la Iglesia Católica Juan Pablo II.
Entre sus hechos memorables se encuentran la impulsión del proyecto Reflexión Eclesial Cubana; su gestión durante la visita del Papá Juan Pablo II a la isla en 1998, quien bendijo en esa ocasión a la Diócesis de Mons. Siro; su labor pastoral en el Pre-seminario P. Félix Varela para la formación de jóvenes sacerdotes; la creación del Centro Misionero “César Balbín”, en Candelaria, así como del Centro de Formación Cívica y Religiosa y las Escuelas de Verano para Catequistas; la incorporación de comunidades religiosas femeninas al servicio pastoral en Pinar del Río; la construcción de la Casa Diocesana Nuestra Señora de Loreto; el patrocinio de la revista Vitral y de los Ministros de la Palabra; la creación de la Comisión Católica para la Cultura y de la Hermandad de Ayuda al Preso, entre otros.
En 2006 hizo oficial su retiro en su querida granja San José, en Mantua, donde permaneció hasta su muerte.
"Su ejemplo y santidad de vida es hoy paradigma e inspiración para todos los que lo queremos y admiramos. Salvando las distancias, Mons. Siro es y será para Pinar y para Cuba lo que el Obispo Espada fue para el siglo XIX cubano. Siro es nuestro campesino Obispo Espada. Que el Padre de la Historia le premie todo lo que sembró para hacer crecer el Reino de Dios en Cuba", escribió el intelectual Dagoberto Valdés Hernández, director de Convivencia y laico de la Diócesis pinareña.
"Ha muerto un hombre que me enseñó, desde muy joven, lo que es la libertad. No he olvidado nunca las largas conversaciones sobre el futuro próspero de Cuba en el patio fresco del Arzobispado de Pinar del Río. Descanse en paz, Monseñor. Ruegue por nosotros", posteó también en Facebook el filólogo Luis Enrique Valdés Duarte.
"Monseñor Siro, cumpliste. Tu Iglesia ha despertado", escribió por su parte el poeta y ensayista católico Rafael Almanza.
El cadáver de Mons. Siro ha sido trasladado a la Catedral de Pinar del Río para la Misa de Exequias y será sepultado en el Panteón de los Obispos del Cementerio Católico de la Alameda en la ciudad de Pinar del Río.