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Política | Cuba e Irán: una alianza bajo fuego

La condena de Cuba a los recientes ataques israelíes contra Irán expone el estrecho vínculo entre ambos regímenes, marcado por la cooperación militar, el apoyo económico y la sintonía geopolítica.

Cuba e Irán
Los símbolos del poder en La Habana y Teherán.

La madrugada del pasado 13 de junio Israel atacó varias instalaciones militares y nucleares iraníes, disparando la tensión internacional. Casi inmediatamente el dictador cubano Miguel Díaz-Canel condenó desde La Habana “en los términos más enérgicos” la operación, al denunciar que pone en riesgo la paz regional y mundial. Un respaldo que subraya la sintonía estratégica entre ambos regímenes.

Esa conexión se ha consolidado en los últimos tiempos. El pasado 4 de junio, solo unos días antes de los recientes bombardeos, Díaz-Canel recibió en el Palacio de la Revolución al presidente del Parlamento iraní, Mohammad Baqer Qalibaf, y agradeció el apoyo persa contra el embargo de EE.UU. Allí ambos reiteraron su “unión imprescindible” frente a las sanciones occidentales y defendieron el derecho de Irán a la energía nuclear con fines pacíficos.

El acercamiento no es coyuntural. A comienzos de 2025, delegaciones de alto nivel firmaron en Teherán el borrador de un plan de cooperación por diez años que cubre biotecnología, transporte y créditos anuales de hasta 500 millones de dólares para proyectos en la isla, en plena crisis económica de ambos países. Ese documento se suma a los seis acuerdos rubricados en 2024 sobre telecomunicaciones, puertos y justicia, así como al uso de infraestructuras navales cubanas para operaciones iraníes en Sudamérica.

Lazos cada vez más estrechos

Miguel Díaz Canel y el líder supremo de Irán, Alí Jamenei
Miguel Díaz Canel y el líder supremo de Irán, Alí Jamenei.

Las cumbres bilaterales se han vuelto frecuentes: el entonces presidente Ebrahim Raisi viajó a La Habana en 2023 y, en diciembre de ese mismo año, Díaz-Canel devolvió la cortesía y se trasladó a Teherán, donde fue recibido por el líder supremo Ali Jameneí y por Raisi. Esa fue la primera estancia de un dictador cubano en Irán en más de dos décadas. En mayo de 2021 Fidel Castro había visitado la nación persa. 

Más allá de los anuncios económicos, analistas regionales advierten que la alianza sirve a objetivos geopolíticos: Teherán gana proyección en el continente americano mientras La Habana refuerza un bloque anti-estadounidense que incluye a Rusia, China y Venezuela. Expertos citados por medios internacionales señalan que ambos gobiernos comparten experiencia en inteligencia encubierta y ven la cooperación como “un mensaje político al hemisferio” en un momento de reconfiguración global.

Con el conflicto Israel-Irán escalando, la posición de Cuba muestra que la relación trasciende la retórica diplomática: es una alianza que combina intereses económicos, afinidades ideológicas y sincronía en política exterior. Los bombardeos de Tel Aviv no solo tensionan Oriente Próximo, también dejan ver, con mayor claridad, la profundidad del vínculo entre La Habana y Teherán. 

Con todo, el precedente más inquietante lo pone otro frente de guerra: desde 2023 se ha documentado el reclutamiento de miles de cubanos por parte de Rusia para pelear en Ucrania. La inteligencia ucraniana estima entre 6 000 y 7 000 combatientes isleños desplegados y varios centenares de bajas. Ante la posibilidad de un conflicto abierto entre Israel e Irán, la pregunta resulta inevitable: ¿volverá La Habana a exportar “voluntarios” —más bien, mercenarios— para respaldar a un aliado lejano? El tiempo y las conveniencias geopolíticas lo dirán.

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Sebastián Espinosa

tatuaje. Foto de F. Sánchez

Nació el mismo año en el que el Muro de Berlín se derrumbaba y Cuba entraba en el período más angustiante de su historia. Su niñez fue en una ciudad de provincia, justo en el centro de una isla en donde el mar nunca está lejos, pero establece una barrera infranqueable, muchas veces poética, a veces terrible. Desde pequeño se acostumbró a las despedidas. En ese entonces parecían tan definitivas. Sus padres se esforzaron mucho para que estudiara. Su sacrificio fue hermoso. Estudió periodismo, porque se inclinaba hacia las letras; una carrera en un país donde los medios están bajo la égida férrea del gobierno y donde decir o pensar puede resultar un acto de suicidio social. Desde 2014 vive fuera de Cuba, por lo que se vio obligado a madurar rápido, a adaptarse a un sistema completamente diferente, a acostumbrarse a la nostalgia, que es un vicio del cual es muy difícil desligarse. Hoy vive con mucha nostalgia, pero feliz, todo lo feliz que se puede ser.

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