Los cristianos del mundo entero estamos viviendo la Semana Santa en la que conmemoramos la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Hoy quisiera compartir con ustedes, desde la experiencia de millones de cubanos, creyentes o no, y desde mi propia experiencia, cómo vive Cuba su propia pasión, su cruz y su resurrección.
En efecto, los que seguimos a Jesús de Nazaret creemos que estas conmemoraciones religiosas de acontecimientos del pasado pierden parte de su efecto si no se actualizan, si no sirven para dar sentido a lo que estamos viviendo los cubanos en el día a día de nuestra existencia.
Por eso estoy convencido de que la pasión de Cristo es hoy la pasión del pueblo cubano y de todos los pueblos de la tierra. Creo que la muerte de Cristo es hoy la muerte de cada uno de los cubanos que pierden sus vidas en Cuba o en las selvas, hospitales, cárceles y mares en busca de una vida nueva. Creo que la resurrección de Cristo es hoy el triunfo de aquellos cubanos que se alzan sobre la cruz de cada día y dan testimonio adelantado de una vida nueva.
Dar sentido al sufrimiento
¿Por qué tanto sufrimiento para el pueblo cubano? ¿Qué sentido podemos darle a las injusticias que sufrimos los cubanos sin merecerlas ni provocarlas? ¿Por qué algunos cubanos optamos por quedarnos en Cuba en medio de tanta represión, de tantas amenazas, de tanto sinsentido y desesperación?
Comencemos por decir que ninguna explicación alcanza para justificar el sufrimiento, las injusticias y la represión que sufrimos los cubanos. Esos sufrimientos no tienen razón ni justificación. Es consuelo de tontos buscar explicaciones ante el sufrimiento humano. Nada justifica lesionar la dignidad de cada cubano. Ninguna razón política, económica, religiosa, ninguna de las razones de Estado o de la geopolítica, pueden justificar el dolor y las injusticias infligidos a la persona humana.
Entonces, ¿cómo vivir ese sufrimiento? ¿cómo resistir esa represión? Desde mi experiencia, pienso en algunas posibles respuestas: dándole sentido resiliente, convirtiéndolos en motivación interior y transformándolos en una “ofrenda permanente” en el altar de Dios y de la Patria.
Darle sentido no es dar explicación, ni buscar resignación, ni aguantar sin chistar estoicamente
—Dar sentido es convertir el sufrimiento y la opresión en acicate, en motivación para luchar pacíficamente por la justicia y los derechos.
—Dar sentido al sufrimiento es aprender a asentar el golpe para ejercitar la voluntad, para fortalecer el espíritu, para curtir el alma.
—Dar sentido a la persecución es centrarnos en sus causas y que nos sirva para despertar nuestra creatividad, para reinventarnos bajo el peso de la cruz y para proponer salidas, para buscar soluciones estructurales, sistémicas. Dar sentido es proponer sin desfallecer.
La mística que nos inspira y espolea
He experimentado que cuando logramos dar sentido a lo que sufrimos, podemos descubrir la verdadera capacidad del ser humano para levantarse, para perdonar, para ser fuertes por dentro que es vivir en la verdad y en la virtud. Dando sentido a nuestra vida uno descubre el cotidiano milagro de la condición trascendente de la naturaleza humana. Cuando se “pone el alma de raíz” toda amenaza fortalece, todo cadalso se convierte en escalera, toda humillación en trampolín, toda opresión en muelle, toda cruz puede ser transformada en ejercicio purificador de todo lo superfluo.
Solo eso puede dar sentido al sufrimiento, no solamente para resistirlo, que no es poco, sino para convertirlo en fuerza interior, en mística de nuestra vida, en aguijón, en espuela, en motivación para reinventar nuestro servicio a Cuba.
Así vivo con Cristo, por Él y en Él, la pasión de Cuba hoy: el acusado que dice que es testigo de la verdad, el condenado que le aclara a Pilato de dónde viene todo poder; el que carga con la cruz sin lamentos pero con dignidad; el que consuela a los demás mientras sufre lo inenarrable; el que perdona a sus sicarios mientras estos creen que lo vencen; el que vive la total transparencia cuando es desnudado por el escarnio; el que ofrece su vida para dar sentido y valor redentor a todos los sufrimientos y muertes de los hombres y mujeres de todos los tiempos; el que ofrece su vida cotidiana de hoy para adelantar el amanecer de la vida nueva en Cuba.
Cuba resucitará
Tengo la certeza en la fe de que si vivimos la pasión del pueblo cubano con el sentido y la mística redentora con que la vivió Jesús, Cuba resucitará a una vida nueva. Los cubanos que hayamos podido darle sentido y fuerza interior a los indecibles sufrimientos actuales podremos levantar a Cuba del sepulcro de miseria y muerte, de dolor y represión, de sinsentido y desesperanza en que viven muchos cubanos.
"Cuba tendrá su amanecer de resurrección y de libertad, de justicia, progreso y paz".
Para levantar a Cuba son necesarias la visión y las propuestas. Idear propuestas además de las denuncias. El que propone en medio de la cruz ha comenzado a resucitar. Proponer es resucitar.
Creo por fe en Jesucristo que la última palabra es de la vida. De una vida nueva. De la vida después de un cambio verdadero, pacífico, sin odios ni venganzas. Sí, Cuba tendrá su amanecer de resurrección y de libertad, de justicia, progreso y paz.
Creo que Cuba resucitará y entonces ningún cubano amenazará a otro cubano, sino que trabajaremos juntos por levantar la nación de todos.
En esa mañana de resurrección ningún cubano se ocupará de hostigar, ni reprimir, ni condenar, ni violar los derechos de otros cubanos, porque todos los cubanos de buena voluntad estaremos enfrascados en reconstruir nuestro país y en demostrarle al mundo que levantaremos una nación nueva, próspera y feliz.
Entonces las cruces de hoy serán pedestales sobre los que se alce la virtud ciudadana y laboriosa del pueblo cubano.
Lo creo. Lo espero. Lo veo en el horizonte de la esperanza. Y mientras esa hora llega, trabajo, y ofrezco todo, por una Cuba resucitada por el amor, el trabajo y la renacida espiritualidad de todos sus hijos.
(Convivencia)
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