Desde la prisión La Pendiente, en Santa Clara, el escritor y prisionero político cubano José Gabriel Barrenechea ha dado a conocer una emotiva carta por el fallecimiento de su madre, Zoila Chávez. Detenido en noviembre de 2024 por tomar parte en las protestas pacíficas de su pueblo, Encrucijada, y sometido desde entonces a un cruel encarcelamiento, sin juicio ni condena, Barrenechea no pudo despedirse de su madre, que murió el 4 de mayo de 2025. Tanto su familia como diversas organizaciones civiles cubanas e internacionales solicitaron al gobierno cubano que Barrenechea pudiera verla, pues Zoila sufría de una enfermedad terminal y su salud se deterioraba deprisa. Pero las autoridades le negaron esa posibilidad.
La muerte de Zoila y la insensible actitud del gobierno cubano ante este caso, generaron consternación tanto en la isla como en el exilio; y los reclamos por la liberación de José Gabriel Barrenechea y otros periodistas independientes encarcelados solo por su ejercicio de la libertad de expresión, han ganado nuevo impulso.
Zoila, Barrenechea y la inhumanidad del régimen
En su carta, Barrenechea recuerda su propia infancia y el empeño de su madre por hacer de él y de su hermano, en medio de la pobreza en que vivían, personas de bien:
Lo que soy, eso poco de lo que puedo enorgullecerme, se lo debo al hogar donde nací y me crié. Y en ese hogar mi mamá era el corazón y el cerebro, los brazos y hasta los pulmones.
Como tantas madres cubanas, Zoila era el pilar de su hogar: además de las labores domésticas, contribuía a la economía familiar lavando para la calle y sobre sus hombros llevaba la mayor parte del esfuerzo por educar a sus hijos. “Como madre, estaba hecha para soportar y absorber cualquier cantidad de sufrimiento”, dice Barrenechea, quien recapitula también su propia evolución cívica ante las innumerables carencias que vive el pueblo cubano y, en particular, sus vecinos de Encrucijada:
me angustiaba verla cada noche en medio de las tinieblas, sin poder visitar a nadie, sin su televisor y sus novelas de abuelas turcas, encerrada en su tristeza; o porque yo ya no sabía con qué iba mañana a hacerle el café, o calentarle el agua de su aseo matutino.
El dolor ante la muerte de su madre y la imposibilidad de despedirse, lo hacen pensar en sus propias culpas de hijo, en el perdón y la bendición última que no pudo recibir de ella, y lamentarse de que sus posturas críticas ante el régimen lo condujeran a la cárcel y, a Zoila, a esa soledad en que murió, “envuelta en las tinieblas y tristezas de una noche interminable”.
El encarcelamiento de José Gabriel Barrenechea, como el de los cientos de prisioneros políticos que hoy sufren injusta condena en Cuba, es un recordatorio constante de la falta de derechos y garantías legales a que el gobierno cubano somete a su pueblo, obligándolo a vivir en silencio y servidumbre. La voz de Barrenechea, desde la prisión La Pendiente, resuena no solo como el lamento de un hijo que no pudo despedirse de su madre, sino como el de un país que continúa reclamando la libertad necesaria para vivir dignamente. A ese reclamo, la carta de Barrenechea añade un matiz de humanidad que deja al desnudo la ignominia de quienes hoy gobiernan en Cuba.
Lee la Carta completa escrita en prisión por José Gabriel Barrenechea, dirigida a su madre.