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Poesía cubana | Runa circular

"Detrás una pendiente, la luna en plena tarde como una obscenidad, las afiladas rocas del desdén, el bullicio que penetra los más sagrados rincones del ocaso íntimo".

Luna llena sobre el mar en la tarde.
Luna llena sobre el mar al caer la tarde. | Imagen: Pixabay

Se sentó frente al mar. Una bata blanca y vaporosa como la brisa de las seis le cubría apenas el cuerpo, apenas el corazón. A lo lejos un barco, una gaviota, las infinitas olas perdiéndose en el olvido de una tarde común, única para su párpado clavado en las paredes.

Detrás una pendiente, la luna en plena tarde como una obscenidad, las afiladas rocas del desdén, el bullicio que penetra los más sagrados rincones del ocaso íntimo.

Una tarde más, un día menos. Sobre el hombro semidesnudo ya desciende una noche larga y angulosa, un brazo como una lanza mellada. El rostro en penumbra que le bebería la espuma de la piel, el olor de las algas, un horizonte latente tras el pecho blanco como una fruta mordida por Dios.

Bajo una palmera ha quedado un libro abierto, una luz rojiza hace saltar las palabras que una anciana, antes de morir, escribe a su nieta: quédate quieta, en silencio, y escucha a tu corazón. Y cuando te hable, levántate y ve donde él te lleve. La sinfonía de estas sílabas la acaricia, trae un poco de miel sobre el labio desierto, pero ¿qué más pueden las palabras?

Vuelve la espalda al mar, a una gaviota que se desliza bajo la espuma, y es como herirse a sí misma. Se arrodilla en la arena húmeda y caliente, la besa. Al repetir este gesto tiene la revelación que otra mujer en ese instante, en otro espacio, también lo hace. Ella se llama Virginia y la otra podría llamarse Ileana Álvarez.

Yo escribo sobre la piel dorada de las dos, contemplo cómo destrozan con su rabia, con su vientre vacío, otro poema; las olas lo arrojarán sobre una playa que no verán sus ojos.

Publicado originalmente en la antología Más allá del miedo es mi casa “Mujeres poetas contra la violencia” (Ediciones Deslinde, Madrid, 2021), con selección de Ivonne Sánchez-Barea e Ileana Álvarez, y prólogo de Milena Rodríguez Gutiérrez.

Ileana Álvarez

Ileana Álvarez. Foto en revista Árbol Invertido

(Ciego de Ávila, Cuba, 1966). Escritora, editora y periodista. Durante 15 años trabajó como directora editorial de la revista cultural Videncia. Tiene publicados, entre otros, los títulos: Libro de lo inasible (1996), Oscura cicatriz (1999), Los ojos de Dios me están soñando (Premio "Pinos Nuevos", 2001), Dulce María Loynaz: La agonía de un mito, (Premio de Ensayo "Juan Marinello", 2001), Los inciertos umbrales (Premio “Sed de Belleza”, 2004), Consagración de las trampas (Premio “Eliseo Diego”, 2004), Trazado con cenizas (Antología personal, Ed. Unión, 2007), El tigre en las entrañas (Crítica, 2009), Escribir la noche (2011), Trama tenaz (2011), ) y Profanación de una intimidad (Ensayo, 2012). Realizó Catedral sumergida, antología de poesía cubana escrita por mujeres (Ed. Letras Cubanas, 2014). Dirige la revista feminista Alas Tensas.

 

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