Otro silbará dentro la mirada.
El vitral da un reposo al descanso,
los caminos que recién esculpen
a su rostro en la memoria ayer sepulta.
Otro velará la certidumbre de esa luz,
pequeño blancor del jadeo,
diálogo culpó infiernos
salidos y ajenos al principio.
¡Qué decir si no existo! ¡Desconozco al viajero!
Él inventa sonrisa en mis labios. Rígida tiniebla,
crecen sus cenizas, me queman.
¡Qué predicar al otro ante las briznas, ante pálpitos!
Lacera como ninguno su azufre inquieto,
intemperie penetra la raíz de mi designio.
Publicado en Habitante invisible (Ediciones Deslinde, Madrid, 2019)