Un día de prisión
es mil destinos de hombres que fueron honrados
o fueron mujeres
esos
ellas
o lo son
descubriendo los sexos a través
de gargantas disimuladas
y músculos impenetrables.
Un día de prisión
es mil destinos de mujeres
que fueron padres
o prostitutas
ellos
nosotras
todavía con camino entre las manos desandándose
lo son.
Aquí comparto el horizonte cuadrado que no es tanto confín
sino una pared de excusas y blanca que me recuerda a mí.
Mi soledad aprende a odiar al otro
la hora específica del gong
que despierta suciedades ajenas
el grito dentro del pecho
un silencio de azar.
El hombre y la mujer
no demasiado
un poco de cada cual
solamente uno
con ambos
sin dejar de sentir
sin dejar de sufrir
el dolor es igual
es el mismo para amar.
Un día de prisión
es mil destinos de mí
o quizás sea lo único que comparta con los demás.
Nadie se queda solo
ambiguo
presente
ni olvidado.
Esa misma parte que espera que suda hombres
que nadie ve
que se queda mujer
en esta parte de mi destino...
(Publicado originalmente en el libro Voz Cautiva, disponible en este enlace.)