Tú no tienes la culpa
porque se te encharquen los ojos
de largas calles que salen
como ríos grises y sucios
rodando lentamente
en tus sueños ahogados,
en tu hambre milenaria
hecha por una sombra
de animal empobrecido.
Cuéntame tus historias
inventadas en el frío
por el miedo a la tempestad
y a las nubes cayendo.
Cuéntame, pequeña,
los escalones rotos,
las flores de sangre
en tu pecho dormido.
Tú no tienes la culpa
por tu boca de espanto,
por tu voz de aire desteñido
que sale volando
de cansancio y fatiga
y que puede estallarme
como llanto perdido,
como lágrimas de pájaro
quebrado en el vuelo.
Cómo me dueles
entre silencio y espinas,
fruto clavado
a mis ciudades gastadas
de horizontes estrechos.
Cómo me sangras
entre espadas y piedras,
fruto caído,
habitante sin nombre
de mi dolor y mi canto.
Publicado originalmente en la antología Más allá del miedo es mi casa “Mujeres poetas contra la violencia” (Ediciones Deslinde, Madrid, 2021), con selección de Ivonne Sánchez-Barea e Ileana Álvarez, y prólogo de Milena Rodríguez Gutiérrez.