Mirando llover
Esta lluvia es coherente
Lo moja todo, como todas las lluvias.
Del mismo modo son coherentes los árboles
El río crecido
La tierra de brillo y fango cantando los pedregales.
Por otra parte, el bosque es también coherente:
Océano verde de madera
Que deja al ave guarecerse
Debajo del matojo y el fruto.
Pero… lo que no es coherente -ahora que lo pienso bien-
Es el ave que se guarece a toda costa sin conseguirlo
Y el bosque con su selva empapada
Repleta de barcos en la tormenta.
No hay coherencia en esto
No tiene sentido
Otro aguacero que no dice nada
Otro bosque húmedo y vital
Otra idea que tiende a la naturalidad.
Lo pienso bien y tiene que ser eso.
Esta lluvia no es coherente
No lo es
Para nada.
***
Puede ser
Existe un lugar de paz
Un lugar donde los océanos descansan de sus vidas y traqueteos
Un lugar hecho de miradas demolidas y horizontes sosegados
Que no cesa de yacer
Nunca
Ni de ser soñado por dioses que duermen la siesta más larga que existe.
Es un confín tranquilo
Serenado por miles de montañas perennes
Pleno de insensibilidad
Lleno de últimas épocas y oportunidades agotadas
Existe ese lugar
De paz
Y muerte.
***
¿Flores…? No
Nunca he regalado flores
Dice un amigo que es una torpeza no hacerlo, falta de detalle.
Otros no me creen, dicen que es mentira, que estoy llamando la atención
Que hasta los monos se obsequian frutos o piedras entre ellos.
Yo les juro y es verdad
Nunca he regalado flores
Y no me avergüenza eso
¿Qué quieren que haga?
¡Los jardines no me recuerdan a ninguna mujer cuando los veo!
¡Y mucho menos las florerías, donde siempre hay viejas cacatúas vendiendo!
¿Es delito esto que hago?
No creo.
Sencillamente, ni las caras de las flores, ni sus colores me hacen pensar en dama alguna
En todo caso, me recuerdan a aquellos sirvientes que al regreso de alguna encomienda traían flores a sus amas.
¡Serviles!
Muchas veces recibieron un fuetazo en pleno rostro con el ramo fresquecito
Se lo merecían, nadie les había pedido eso.
Mis novias de la adolescencia no recibieron flores
Es que no se me ocurrió
Ni tampoco imité a los monos sabios de alrededor
Fui falto de tacto y de detalles.
Parece que en mi vida eso es innecesario
Si hubiese sido otro, tal vez regalara mil ramos
Pero yo soy yo
Mis novias nunca me lo reprocharon
Todas fueron felices sin que ese pedazo de naturaleza apareciera entre nosotros.
Nunca he regalado flores porque prefiero dejarlas ahí
Que se las coma cualquier ave
O se sequen en la hierba donde nacieron
¿Quién soy yo para arrancarlas?
Si alguien quiere regalar que regale
Pero no me reprendan
No se sientan mal cuando alguien no las use para conquistar
No critiquen al hombre holgado de atuendos
Que tanta parafernalia puede dañar la imagen
Y convertirlo en un meloso conquistador de azúcar
Y a esos los suelen sopetear las moscas
Que tengo entendido, ni son románticas ni les interesa el amor
Así que déjenme en mi vida
Ser un enamorado sin flores bajo el brazo.
***
Crepúsculo miniatura
A mi amigo Johnny Pérez
En mis recuerdos
Hay un atardecer que se impone
Por encima de los años y los caminos recorridos
Intenso
Desbordante
Como una laguna llena de elefantes inundando la tierra anaranjada.
En esa tarde soy niño para siempre
Un niño
Que mira los alrededores mientras oscurece
Que piensa: “El sol se esconde y yo me quedo”
Un niño que recoge los cabos sueltos del mundo
Y se arma un cigarro de antihéroe
Y se lo fuma
Mirando a los arbustos volverse sombras.
Dios, tómame esa foto para siempre
Déjame en esa hora de eterno abandono
De ir dando tumbos y patear piedritas
Ponme los gramos exactos en la pesita de la memoria.
Ese es el poema que quiero habitar
Solo te pido eso
Ni más ni menos.
***
Y para refrescar, una soda
Un refresco es una canción colorida.
Cuando lo bebes, tu mundo interior se alegra y cantas y bailas
Pero la lengua y el paladar se interponen a esta felicidad
Y le ponen fin al carnaval
Lo nombran dulce, frío, refrigerante
Y el estómago lo somete a críticas, lo corta con sus espadas agrias
Y lo apresan como un reo para siempre
Hasta que lo calientan y lo reducen a aguas subterráneas.
Por la noche, si no abandonas el mundo de los sueños
Puede ser que el refresco se escape de la prisión
Y te caliente la piel de los muslos
Sin compasión.
Román Gutiérrez Aragoneses: "Embajador ermitaño del underground literario"
Román Gutiérrez Aragoneses, calificado por el escritor cubano Carlos Alberto Alcaide García como “un embajador ermitaño del Underground literario habanero, un embajador de su propia nación, de su imperio”, es sin duda uno de los autores más particulares de las últimas décadas en Cuba.
El propio Alcaide García identifica a Gutiérrez Aragoneses “como un deambulante, un escritor que va al margen de todo. Sus obras parecen llegadas del más allá, de otro plano, de los astros. Quién sabe si no es por ese motivo que no puede ser detectada por las categorías y las etiquetas literarias. Su obra es una extensión de su propia vida”.
Recientemente el artista cubano Lester Álvarez, quien publicó bajo el sello editorial La Maleza en el año 2018 la novela “Trenes van, trenes vienen”, de Gutiérrez Aragoneses, calificó como “un ejercicio de arqueología” el hallazgo de esta obra, que había permanecido por 15 años en una gaveta siendo leída únicamente por tres personas en ese lapso de tiempo.
El propio Román confirmó el hecho cuando le contestó a Álvarez: “Dices bien cuando hablas de arqueología porque realmente yo había enterrado, escondido ese manuscrito y tenía mis razones. Una de ellas, la principal para mí, era que si ese libro iba a ser publicado tenían que descubrirlo, llegar a él sin mi intervención, sin yo decirle a prácticamente nadie que eso estaba ahí engavetado. Si ese libro tenía poder propio, entonces sus rescatadores tenían que aparecer por arte de magia. Yo no iba a mover un dedo... ahí se quedó hasta el día que fuiste a mi casa. (Pasaron 15 años para que eso sucediera)”.
Si esto no es suficiente para comprender el lugar que ocupa Gutiérrez Aragoneses en la literatura cubana de las últimas décadas, añadamos su condición de astrólogo, que atraviesa de forma explícita u oculta la mayor parte de su obra. Al respecto, Alcaide García explicó:
“La mayoría de los escritores se basan en anécdotas, en cosas que le dijeron o han leído para escribir sus textos. Román puede que se base en todo esto también, pero lo decodifica desde la astrología. (No es un secreto para nadie que Román Gutiérrez es, posiblemente, el astrólogo cubano más certero de estos tiempos). Su literatura juega con estos temas y emprende investigaciones que atrapan al lector, a los personajes y al cosmos en una búsqueda, una búsqueda que puede ser externa o interna, una búsqueda de la otredad, de la verdad, de la nada, del sentido de los humanos en este plano, de la cultura pop universal de la identidad del cubano o simplemente de nosotros mismos como lectores. Román logra, de algún modo misterioso, que el lector se sienta inmiscuido en la narración y abandone la lectura por breves instantes para cerciorarse si está leyendo en la sala de su casa o está en un viaje interdimensional”.
Regresar al inicio