Tengo que decir que he llegado aunque este no sea mi
lugar.
Tengo que decir que agradezco el pulmón de la grieta
porque respiro en él cuanto dolió a mis ancestros.
Unos pasos se alejan
hacia el ángulo por donde se desliza cada tarde
la luz
de la ausencia
en el corredor de la caballeriza.
Mi memoria ha seleccionado su modo de sobrevivir
torciéndose en los barrotes de las ventanas
junto al óxido
y el éxodo.
¿Dónde se honra a la desaparición?
Pregunto y miro.
Esta es la juventud de mi país.
Esta es su fiebre y su condena.
Esta es la dimensión de su ruina.
Yo quería ser conducida allí
donde la mujer agriada y su hijo absorto
ante este idioma incomprensible,
donde los hombres cargan sacos pesados como sus lenguas.
Publicado originalmente por la Editorial Betania.