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Escritores | Román Gutiérrez Aragoneses: “En Cuba triunfó el Mal”

"La vida es muy parecida a un juego. La gente tiene un rol marcado y, lo sepan o no, son detectables, y todo está organizado para que las cosas tengan el sentido general que experimentamos al vivir."

Román Gutiérrez, astrólogo y escritor cubano.
Román Gutiérrez, astrólogo y escritor cubano.

Si Román se identifica eventualmente como un delincuente, o con potencial delictivo, creo que sería el delincuente más benévolo del mundo. Por lo único que asumiría tal calificativo, viniendo de él mismo, es porque lo ubica como un tipo fuera de cualquier ley ―excepto la Ley de gravedad― aunque tampoco pienso que sea tan grave. Una clasificación, de esas que él aborrece, lo colocaría mejor como un individuo antisistema, porque alienado no es; en todo caso alineado, y de ser así, con los astros.

Este bandolero de nueva estirpe ―que probablemente sea la estirpe más antigua y sensata de la humanidad― también escribe y hace astrología a tiempo completo. En las redes se le conoce por su columna Detective Psíquico, en la revista digital Mujercitos_Magazine. Tiene tres libros publicados en circunstancias editoriales bastante azarosas ―de qué otro modo podría ser, tratándose del ser que es― cuyos títulos anuncian la inusual confrontación que tendremos con sus palabras: Aventuras de Palo y Malo en la Vía Láctea, Trenes van y trenes vienen, y Los Embajadores Síquicos. En su momento de esplendor como vago insular ―que no es lo mismo que holgazán― fue colaborador incondicional de Revista de la Vagancia en Cuba, una de las publicaciones underground más quemadoras que han circulado en esta Isla en su medio milenio de historia colonial.

Ser un trotamundos en la Edad Media tenía sus limitaciones, máxime cuando faltaba otro mundo por descubrir y exprimir. Pero a mi entrevistado no hay quien le ponga una pata delante, ni por ventaja ni para hacerlo tropezar, porque bastante ha caminado en su vida. No lo presento por cada una de estas facetas de su existencia, porque a ciencia cierta ―que a estas alturas no es tan cierta como pensábamos― él es todo eso a un tiempo.

Para alguna gente, la formación académica es fundamental desde el punto de vista curricular, pero no siempre en un sentido cognitivo o espiritual. Regularmente lo que consigue es aplastar la chispa genuina que los individuos traen consigo, estandarizando clichés e instrucciones como algo relevante. ¿Qué formación tuviste tú? Desde tu experiencia, ¿cómo articularías una educación afín con la entidad humana?

Personalmente, no le debo nada al sistema educativo cubano, por suerte. Las bases educativas que tengo son de índole familiar. Mis padres fueron mi única influencia a la hora de formarme como individuo que piensa, siente y analiza. Cuando entré a la primaria, en 1986, con cinco años, ya me sabía todas las banderas del mundo de memoria, podía diferenciar un buitre leonado de un quebrantahuesos, o incluso nombrar los principales músicos de la Motown Records de Estados Unidos (aunque no me gustase mucho el góspel ni el soul). La pregunta mediocre que muchos me hicieron en esa época de la infancia, incluyendo profesores, fue la siguiente: “¿De qué sirve eso?” Esa pregunta me sirvió para darme cuenta, desde el minuto cero, que la escuela iba a ser un lugar discordante que solo serviría para conocer gente, más nada.

Lo que pasó fue que mi madre me enseñó a leer y escribir a los cuatro años. Ella se encargó de combinarme rutinas en forma de pasatiempos, que incluían lecturas, paseos, radio, televisión, filatelia y juegos que intercalaban memoria y música variada. Podrás imaginar que cuando entré a la escuela con el resto de los niños, que todavía no se sabían ni los colores, tuve un choque bastante fuerte. Cuando la profesora de preescolar se dio cuenta de que, aparte de leer y escribir, yo sabía diferenciar una locomotora norteamericana de una inglesa, me quisieron trasladar directo a segundo grado. Pero no quise, porque al llegar al aula de segundo los niños me parecieron demasiado mayores y hostiles. Así que viré a preescolar con los de mi edad por decisión propia, y lo que hice desde entonces en el aula fue ―en vez de atender a las clases― disimular mi ventaja sobre los demás y entrenar mi imaginación hasta que llegara la hora de salida. O sea, la escuela como institución jamás me aportó nada. Salvo, quizás, desarrollar el arte de ser reservado e indolente para evitar que me usaran en todas las actividades ridículas, concursos y emulaciones escolares que se le ocurrían al Ministerio de Educación.

Para colmo, mi padre había comprado en 1984 un videocassette recorder (VCR) ―era casi ilegal tenerlo en Cuba en ese entonces― con el cual terminó de sellar mi educación primaria. Con ese Video era como tener al Cine en casa. Cuando tenía diez años (1991) ya había visto 539 películas, no se me olvida la cifra porque apuntaba los nombres de los filmes, incluidos nombres de directores y actores. De ahí en adelante empecé a hacerle un fuerte rechazo a la escuela, pero como lo que yo hacía era disimular mi actitud, nunca dije nada. Me hice de un estilo en la escuela que consistió, entre sacar los exámenes sin estudiar y fugarme, modalidad que me acompañó hasta la universidad, donde abandoné por completo en segundo año la carrera de Lengua Inglesa en el Pedagógico. Cogí la calle, gané el premio Dador de literatura en el 2003 ―por Aventuras de Palo y Malo en la Vía Láctea― siendo un completo desconocido en los círculos literarios. Luego me hice bibliotecario y trabajé un año en la Biblioteca Nacional de Cuba en la Sala de Audiciones Argeliers-León. Después renuncié y no trabajé más. A cada rato escribía y más nada… El resto fue calle, libros y delincuencia…

"Aventuras de Palo y Malo en la Vía Láctea", novela de Michael Lavoy y Román Gutiérrez.
"Aventuras de Palo y Malo en la Vía Láctea", novela de Michael Lavoy y Román Gutiérrez.

“Yo fui a la escuela, pero la escuela no pasó por mí”. Esa frase se aplica en un cien por ciento a mi caso. Toda mi educación se la debo a mis padres y a mi propio sacrificio, por haberme inventado un estilo de investigación y estudio que no cambio por el de nadie. Las personas quieren pensar las cosas originalmente, o tener estilos únicos, pero no se dan cuenta que los educan en instituciones que adoctrinan masivamente, matándoles el pensamiento propio y el criterio personal desde el minuto cero.

¿Cómo llegaste al conocimiento de la Astrología por el que eres reconocido entre quienes te tenemos como amigo?

Siempre me interesó, desde chiquito, pero fue a los 17 años que tuve un rencuentro con la Astrología a través de unos amigos que sabían sobre el tema. Me leí un libro y quedé fascinado, pero cuando traté de comunicar a los demás lo que había aprendido fue imposible que las personas conectaran. Me di cuenta que no podía saber de estas cosas solo leyendo. Entonces me tuve que inventar un método personal de estudio que tuviese una base astrológica para comenzar a reinterpretar la realidad que me rodeaba. Y fue en la calle, conociendo y estudiando a la gente, hablando en vivo con las personas y aplicando el método que he ido perfeccionando hasta estos días. Con él he podido conectar con las personas tres o cuatro veces más rápido que el tiempo en el que uno demora en hacerlo normalmente. La comunicación es más óptima y todos los procesos armónicos se catalizan sin que haya choques innecesarios. Me ha sido de mucha utilidad para resolver problemas, para hacer amistades, para desentrañar misterios, tanto los simbólicos como situaciones de la vida diaria, y comprender un poco de qué va esta existencia.

¿Por qué crees que este saber ancestral es atacado con tanta frecuencia? ¿Será un rezago del Iluminismo, de la racionalidad a ultranza que termina por convertirse en otro dogma?

El conocimiento despierta a las personas. Es un hecho. Por desgracia, hay demasiada gente en el mundo perpetuando la ignorancia para seguir ejerciendo control sobre lo que se piensa y se dice, para seguir vendiéndote modelos de vidas llenos de problemas. Si hay algo por lo que el humano es conocido es por su desequilibrio e ineficacia en cuanto a lo que dice y hace. Uno se sorprende todos los días viendo cómo el planeta está lleno de economistas, científicos, psicólogos y médicos que no acaban de resolver los problemas que siguen ahí desde hace siglos. Luego, ese mismo tipo de persona es el que se da el lujo de oponer su criterio sobre cualquier materia que desconozca. Y es que fueron educados específicamente para que sean así: incrédulos, soberbios e insuficientes, hasta convertirlos en “profesionales” asalariados del mismo sistema que los tiene tristes y desequilibrados.

Esto los transforma en masoquistas-conscientes y los frustra; por eso luego atacan al que tiene pensamientos propios. Hay una frase de Upton Sinclair que ejemplifica esto que hablo: “Es difícil conseguir que un hombre comprenda algo cuando su salario depende de que no lo entienda”; y ahí los ves, anualmente se gradúan miles de estos licenciados en todo y seguimos en lo mismo. La educación promedio del mundo actual es la de formar especialistas que apenas pueden formular un pensamiento propio. Lo que mayormente se ve es cómo estos llamados profesionales-especialistas emiten criterios repetitivos, como papagayos y, además, reciben su salario mensual por hacerlo. Si no repites lo que te enseñaron en la escuela, estás despedido. Yo tuve que lidiar toda mi vida con estos aspirantes pretensiosos, que son perros y perras del sistema fingiendo originalidad. Que se opongan a la astrología no es raro. Es un hecho que el ignorante ataca lo que no conoce. Te dicen: “no creo en astrología…” Si ellos supieran que no es cuestión de creer. La gente no ha entendido todavía que poco le importa a la Luna o al Sol que tú creas en ellos, ellos ya estaban ahí antes que uno naciera y continuarán afectándote, lo creas o no, hasta que te mueras.

Cuando te conocí, hace un montón de años, sabía que escribías. A pesar de mi insistencia para alcanzar un ejemplar de Trenes van y trenes vienen, nunca he podido leerlo. ¿Cuántos libros tienes publicados? ¿Cómo se ensambla tu sensibilidad natural para escudriñar en los signos de la gente con la habilidad para escribir?

 Tengo publicados tres libros: Aventuras de Palo y Malo en la Vía Láctea (Letras Cubanas, 2008), escrito a cuatro manos con Michael Lavoy Portal; Trenes van y trenes vienen (la Maleza 2018), que está en Amazon en una segunda edición a cargo de Rafael Almanza (Ediciones Homagno, 2024); y Los Embajadores Síquicos (La Maleza/Ánima, 2020), que fue presentado en Argentina por el escritor, analista y politólogo Álvaro Zicarelli, en una coordinación con Cultura Democrática y su ciclo de Editoriales Independientes en Cuba. Tengo también el libro de poesía Los imperios de un Vago, del que se han publicado varios poemas en la revista que para mí tiene el mejor nombre en Cuba: Revista de la Vagancia en Cuba, creada por el escritor Santiago Díaz Menéndez y el artista Julio Llópiz-Casal. Los escritos relacionados con la astrología los he publicado en su mayoría en mi columna en la revista digital Mujercitos_Magazine (revista creada por la diseñadora Claudia Patricia Pérez Olivera y el escritor Víctor Iglesias Fernández). Esta es una revista de cosas que te callas, políticamente incorrecta, y lo suficientemente desenfadada y bella como para que me sienta orgulloso de pertenecer a su staff. Mi columna se titula Detective Psíquico. Ahí escribo mis pequeños ensayos-misceláneas, donde combino astrología, cultura pop e investigaciones personales para comentar y descifrar cualquier tema que me interese. Una columna que tuvo buena acogida del público, por cierto.

"Trenes van y trenes vienen", libro de Román Gutiérrez.
"Trenes van y trenes vienen", libro de Román Gutiérrez.

Mucha gente me conoce desde hace años por esto de la astrología. Desde el 2000 vengo entrevistando a las personas con las que interactúo para estudiar sus comportamientos y significados como individuos. Me sirve cualquiera. Tengo una memoria bestial y la utilizo para, entre otras cosas, archivar la mayoría de los signos de las personas que conozco. La gente memoriza los nombres, yo memorizo signos y cartas astrales.

Me he dado cuenta, en estos casi 25 años aplicando mi método astrológico con las personas, que somos programas ambulantes, tenemos patrones de comportamiento predeterminados y, aunque no se le de tanta importancia a esto, te puedo decir que de alguna manera ya todo está hecho de antemano, y el humano está aquí para experimentar lo que ya ha sido diseñado para él y por él en esta especie de juego-vida en que estamos inmersos. Somos programas metidos dentro de cuerpos humanos que tienen una señal preprogramada, dentro de la cual puedes crear cosas por el camino mientras vives. La vida es muy parecida a un juego. La gente tiene un rol marcado y, lo sepan o no, son detectables, y todo está organizado para que las cosas tengan el sentido general que experimentamos al vivir. Percibir esto, en vivos ejemplos de carne y hueso alrededor mío, es una experiencia sin comparación, me mantiene atento y creativo. Ver a mis amigos, la gente, las situaciones a través de este filtro de interpretación simbólica, es la dinámica en la que ando 24 x 24; es un estado mental en el que estoy inmerso desde hace tiempo, y no tengo vuelta atrás. Una vez que puedes leer la calle, la gente o el parque como si fueran libros, quién quiere dejar de hacerlo.

"Los Embajadores Síquicos", libro de Román Gutiérrez.
"Los Embajadores Síquicos", libro de Román Gutiérrez.

¿Qué opinión te merece el espíritu socio-político de la Cuba contemporánea ―si es que la palabra “espíritu” sirve para expresar la descomposición aberrante que hemos experimentado en el último lustro de historia nacional?

 En Cuba triunfó el Mal. Eso hay que saberlo de antemano para estar ubicado desde el año 59. Y ahí sigue (el Mal) en el poder. Por lo tanto, la Cuba contemporánea es un tanque de basura rebosado, que se salió de sus límites de aguante hace rato. El mosquero destapado en ese país liderado por los Puercanos Nacionales ha sido insoportable. La asquerosidad de ese sistema criollo-comunista ha imperado todo el tiempo en Cuba. Desgraciadamente, a esa gente los únicos que los tumban del poder son quienes los pusieron ahí. Miren cuánta destrucción, represión, gente inocente presa, familias enteras sufriendo, y no paran con el abuso y el hambre. Ellos lo saben y, además, no les importa que el mundo los esté mirando, porque para ellos no existe la mala publicidad. A estos comunistas-culorrotos les conviene tanto que se hable bien de su proyecto socialista como que se grite fuerte en su contra. De eso se han alimentado toda la vida y ahí siguen.

Aquella peste-plaga conocida como Fidel-el-Culorroto-y-todos-sus-proyectos acabaron con esa isla hace rato: Fidel no hizo nada que sirviera. Y eso fue exactamente su gran logro: hacer nada que sirviera y un poquito más: hacer de Cuba una zona devastada, una fábrica de gente pobre y dividida con mentalidad dañada. Fidel fue también el mayor contribuidor al despertar del chivato interior a nivel nacional, poniendo a chocar a los cubanos entre ellos; fue el portavoz de los lengualargas cubanos. La Seguridad del Estado de ese país está compuesta en su mayoría de personas egresadas de sus mismos proyectos-escuelas; los cerebros que mantienen a ese país en la miseria. Todo esto ha contribuido a la situación actual, que no es más que el negocio del que estos puercos están viviendo ahora mismo. Y parece que les reporta.

Un día dejé de verte en los círculos habituales donde coincidíamos, y alguien me soltó a boca de jarro que te habías ido. ¿Por qué emigraste? ¿Dónde has estado desde que te fuiste?

Siempre quise irme de Cuba. Nací despierto en ese sentido. Nadie me tuvo que abrir los ojos acerca de lo que estaba pasando. Un país con un sistema miserable y predatorio. El día que pude, me fui. Y desde Rusia hasta llegar a Madrid, he vivido en nueve países y quince ciudades, casi en tres años. Una aventura que me debía personalmente y que me alegra haber compartido con tantos amigos y gente que conocí. Algo que te recuerda que tu vida es un camino que creaste, y en el que hay mucha gente viviendo y creando alrededor el suyo propio, a pesar de que tantos se dediquen a destruir tu conexión individual con el mundo.

Mi actitud ante toda esa partida de hijoeputas, que están en el poder y que siguen apabullando a los cubanos del pueblo, siempre fue la misma: quédense con la isla, nunca fui patriota. Nunca me quitaron nada, mis valores eran sutiles, mi patria siempre fueron los amigos que hice y mis experiencias. Nunca tuve sentimiento de pertenencia. Ni me aprendí el manual de cómo ser un pionero o un ciudadano ejemplar. Métanse el capitolio por el culo, la isla, la cultura nacional que promueven, junto con el tocororo y la palma real. Por mí, se pueden quedar con cada bache de la calle, cada cañaveral, la llanura Habana-Matanzas, el Pico Turquino, la bandera y el escudo. Soy superior a una nacionalidad, a una cultura-ideología impuesta y a un simple sentimiento de añoranza por el terruño.

Lo que escribo es porque quiero y porque lo traigo dentro, no es porque “Cuba” me dicte las oraciones del alma que tengo que escribir en mis poemas. No creo en Cubanías, ni Chinerías ni Franceserías. Para mí, Fidel Castro, Mao o Napoleón, por poner ejemplos, son el mismo tipo de figura cultural, fabricada para ocultarle la luz al pueblo y destruir lo que se haya logrado a base de virtud, e invertir los valores de la gente. El mundo está lleno de personas que admiran a este tipo de imbécil. Para mí, toda esa gente son el ejemplo vivo del resentimiento pegajoso, de la mariconería mal asumida. Un bulto de zoquetes para los que no tengo tiempo.

¿Qué haces ahora desde tu actual ubicación terrestre? ¿Escribes?

Sigo en mi estado de investigación constantemente. Las notas que tomo son mentales en su mayoría. Escribo cuando ya tengo la idea completa sobre algún tema que mentalmente he ensayado durante un tiempo, así que, a excepción de algunos poemas que he hecho últimamente, me siento poco a escribir.

Román Gutiérrez, astrólogo y escritor cubano.
Román Gutiérrez, astrólogo y escritor cubano.

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Amilkar Feria Flores

Amílkar Flores

La Habana (1967). Escritor y artista visual. Licenciado en Pedagogía en Artes; Diplomado en Antropología Cultural y en Producción Simbólica. Ha ejercido como ilustrador gráfico, analista de prensa, periodista y profesor universitario. Ha publicado, entre otros, los títulos: Las dulces horas (Premio Pinos Nuevos 2007 (Poesía, Unión, 2008)); Algunas animalezas y otras bestialidades (Narrativa, Ediciones Extramuros, 2010 y Crónicas diluvianas (Narrativa, 2010). Cuenta con numerosas exposiciones personales y colectivas en Cuba y el extranjero. Actualmente desarrolla el proyecto de experimentación artística Observatorio Entrópico de Palatino.

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