Pasar al contenido principal

La Otra Actualidad | “No hay nada en los mercados”: crisis alimentaria en Cuba

La crisis alimentaria en Cuba es el resultado de un modelo que lleva años desmantelando la producción nacional y dejando a la población a su suerte.

Mercado de Guanabacoa (La Habana) completamente vacío: Cuba enfrenta una crisis alimentaria cada vez más severa.

Mercados vacíos, precios inalcanzables y una producción agrícola en caída libre revelan a un país que ya no consigue garantizar lo más básico: comer. La imagen de estantes sin productos no es un incidente aislado, sino el reflejo de una escasez prolongada que afecta a millones de personas en toda la isla. La crisis alimentaria en Cuba se convierte así en el síntoma más visible de un colapso mucho más amplio.

No es consecuencia de huracanes ni de factores externos, sino de fallas estructurales acumuladas durante décadas. El país vive con desigualdad creciente, servicios deteriorados y un horizonte cada vez más incierto. Cuando un Estado no logra asegurar alimentos esenciales, la crisis deja de ser económica y pasa a ser, de forma inevitable, una crisis humanitaria.

Cómo se gestó la crisis alimentaria en Cuba

La producción nacional de alimentos se hunde desde hace más de una década. La mayoría de las tierras cultivables sigue bajo control estatal, gestionadas por empresas incapaces de sostener niveles mínimos de rendimiento. Faltan fertilizantes, maquinaria, combustible y sistemas de riego, lo que obliga a muchos productores a dejar parcelas improductivas. El país importa más del 70 % de los alimentos que consume, un nivel insostenible para una economía sin liquidez.

El Estado fija precios, determina qué se puede cosechar y obliga a vender una parte considerable de la producción a entidades estatales que pagan tarde y mal. Esta estructura ahoga a agricultores y cooperativas y frena cualquier iniciativa privada real. La falta de un mercado mayorista funcional y las trabas burocráticas agravan la situación: producir alimentos en Cuba se ha convertido en una actividad de alto riesgo y baja recompensa.

Con una economía endeudada, un turismo debilitado y la desaparición de aliados tradicionales, el país no consigue adquirir en el exterior lo que no produce en casa. Sin divisas, no hay compras de trigo, pollo, leche en polvo o aceite; sin esas importaciones, los mercados se vacían. La “canasta básica”, que durante años funcionó como salvavidas mínimo, llega cada vez más incompleta y con retrasos prolongados.

Impacto social y económico del desabastecimiento

Los cubanos enfrentan colas de horas —e incluso de madrugada— para conseguir pequeñas cantidades de alimentos. La inflación encarece todo: un salario mensual no cubre ni una semana de productos esenciales. La alimentación diaria se ha empobrecido hasta extremos documentados por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), que en su informe de 2024 señala que muchas familias reconocen que solo pueden hacer una comida fuerte al día.

Quienes tienen familiares en el exterior o reciben remesas pueden comprar en tiendas dolarizadas. El resto depende de mercados estatales casi siempre vacíos o del mercado informal, donde los precios superan cualquier ingreso promedio. Esta división profundiza la desigualdad social en un país que durante décadas proclamó igualdad absoluta.

El hambre empuja a miles a marcharse. La falta de alimentos provoca ansiedad, frustración y un desgaste emocional que afecta a la vida familiar, escolar y laboral. La escasez constante se convierte en un modo de vida: planificar cada comida, sustituir ingredientes inexistentes y recorrer varios municipios buscando lo que antes se encontraba a pocas calles.

El costo político de la escasez

El control estatal absoluto sobre la producción y distribución alimentaria muestra un fracaso evidente: el modelo económico no consigue sostener el abastecimiento básico. La inversión pública sigue priorizando sectores como la construcción hotelera, incluso cuando parte de la población no puede cubrir sus necesidades nutricionales mínimas.

Los apagones, la inflación, el deterioro de los servicios y la falta de alimentos encadenan episodios de tensión social. Las protestas que estallan en diversas provincias no son hechos aislados, sino manifestaciones de un malestar profundo. La crisis alimentaria en Cuba ya no es solo un problema económico: es un factor que alimenta la pérdida de confianza en las instituciones y en el propio proyecto político del país.

El Estado no produce, no compra y no permite que otros produzcan libremente. Esa estructura rígida impide respuestas flexibles y eficaces. La alimentación, base de cualquier estabilidad social, queda atrapada en un círculo vicioso del que no se vislumbra una salida real sin cambios de fondo.

Qué dice el mundo sobre la crisis alimentaria en Cuba

La situación del abastecimiento en la isla no pasa desapercibida fuera de sus fronteras. Diversos medios internacionales —entre ellos The Guardian, El País, BBC News y France 24— describen de forma consistente un escenario de escasez crónica, inflación disparada y caída de la producción, señalando que la alimentación se ha convertido en uno de los principales puntos de tensión social en Cuba. En sus análisis coinciden en que la falta de alimentos no es un fenómeno reciente, sino el resultado de un deterioro económico prolongado.

A este diagnóstico mediático se suman alertas oficiales para viajeros. Tanto el Gobierno de Canadá como el Departamento de Estado de Estados Unidos han incluido referencias explícitas a la escasez de productos básicos en sus recomendaciones para ciudadanos que planean viajar a Cuba. Las advertencias subrayan que pueden faltar alimentos comunes, medicamentos esenciales y productos de higiene.

Estas señales externas —medios, organismos públicos y sistemas de alerta consular— refuerzan la gravedad del panorama interno: la crisis alimentaria en Cuba deja de ser un problema doméstico para convertirse en un hecho reconocido y documentado por fuentes internacionales con amplia visibilidad global.

Regresar al inicio
▶ Ayúdanos a permanecer

Un contenido como este, y nuestro medio informativo en general, se elabora con gran esfuerzo, pues somos un proyecto independiente, trabajamos por la libertad de prensa y la promoción de la cultura, pero sin carácter lucrativo: todas nuestras publicaciones son de acceso libre y gratuito en Internet. ¿Quieres formar parte de nuestro árbol solidario? Ayúdanos a permanecer, colabora con una pequeña donación, haciendo clic aquí.

[Y para cualquier propuesta, sugerencia u otro tipo de colaboración, escríbenos a: contacto@arbolinvertido.com]

Árbol Invertido

Logo de Árbol Invertido: letras iniciales.

El medio digital Árbol Invertido es un espacio para el ejercicio pleno de la libertad de expresión, con temas interrelacionados a partir de un lugar en el mundo llamado Cuba, los diferentes modos de hacer y entender la Cultura, y los Derechos Humanos.

Añadir nuevo comentario

Plain text

  • No se permiten etiquetas HTML.
  • Las direcciones de correos electrónicos y páginas web se convierten en enlaces automáticamente.
  • Saltos automáticos de líneas y de párrafos.
CAPTCHA
Resuelva este simple problema matemático y escriba la solución; por ejemplo: Para 1+3, escriba 4.
Este reto es para probar que no eres un robot. Por favor, ten en cuenta minúsculas y mayúsculas.