En un audiovisual de difusión estatal en la isla de Cuba—recogido en el video que se publica a continuación— se escucha una advertencia sorprendente: “cuiden los alimentos, no sea que el vecino se los pueda robar”. Esa frase, captada por una cámara de la televisión cubana, revela con crudeza la dimensión del problema central que aborda este artículo: la hambre en Cuba. Desde la dieta insuficiente hasta los apagones que impiden conservar la comida, el fenómeno se intensifica en un escenario socioeconómico crítico. A continuación, analizo lo que muestra el video, lo que implican esos datos y por qué esta situación exige análisis público.
El clip —un segmento breve difundido en YouTube— presenta una escena donde un locutor o presentador cubano invita a los espectadores a vigilar sus abastecimientos domésticos. Aunque no se proporciona la fecha y el lugar exactos del rodaje, el mensaje es explícito: los alimentos se convierten en objetivo de robo incluso dentro de la propia comunidad. El tono es de advertencia y vulnerabilidad. En ese sentido, el video funciona como testimonio directo de un contexto en el que la inseguridad alimentaria —y su derivado: la inseguridad doméstica— alcanzan niveles inusuales.
Ese testimonio documental sirve como punto de partida para este análisis: es una prueba visual de la frase clave hambre en Cuba y de las condiciones que la acompañan.
Según un artículo de El País de 28 de septiembre de 2025, “siete de cada diez cubanos han dejado de desayunar, almorzar o comer debido a falta de dinero o alimentos”, y “casi el 89 % de la población vive en pobreza extrema”. Los apagones prolongados, que afectan la conservación de alimentos en el hogar, complican aún más la situación. La dieta mayoritaria depende de alimentos ultraprocesados y carece de micronutrientes, lo que genera lo que se llama “hambre oculta”.
¿Por qué el robo de alimentos aparece como tema de seguridad doméstica?
Un reciente reporte indica que en la primera mitad de 2025, el robo es el delito más frecuente en Cuba, y se vincula específicamente a los alimentos: por ejemplo, en un caso se registraron 193 actuaciones por matanza ilegal de ganado, “a menudo vinculadas a la escasez alimentaria”.
1. El valor de los alimentos como recurso escaso
Cuando lo básico es difícil de obtener o costoso, los alimentos adquieren un valor que trasciende lo nutricional. La advertencia televisiva de que “el vecino pueda robárselos” es simbólica, pero también literal: en contextos de privación, los bienes elementales se convierten en objetos de alta demanda, incluso dentro de comunidades cerradas.
2. La combinación de crisis energética y alimentaria
La falta de electricidad y combustible golpea la cadena de valor: sin electricidad, la refrigeración falla, los alimentos se deterioran y las familias quedan más expuestas. Un informe de marzo-abril de 2025 señalaba que los apagones provocan el deterioro de alimentos almacenados.
3. Erosión del tejido social y de confianza
El hecho de que un medio estatal advierta de robo interno —y no solo externo— sugiere que la inseguridad alimentaria comienza a erosionar vínculos de solidaridad y confianza vecinal. Este aspecto no suele visibilizarse, pero el video lo hace palpable.
Situación actual agravada (2024-2025)
Para el lector de Árbol Invertido, conviene destacar los hechos más recientes que ilustran la gravedad del fenómeno.
- En un artículo de Le Monde del 26 de septiembre de 2024 se afirma que el 96,27 % de los hogares encuestados admitieron tener “serias dificultades para alimentarse”, y el 96,61 % consideró que la libreta era “totalmente insuficiente”.
- En 2025, se informó que los salarios mínimos y pensiones no cubren una dieta básica: se necesitan al menos 41 735 pesos cubanos al mes para una familia de dos adultos en La Habana.
- Informes internacionales como el de Human Rights Watch advierten que las condiciones de vida, junto con la crisis alimentaria, representan un problema de derechos humanos.
¿Qué revela el video?
La alerta televisiva refleja que no solo es la escasez, sino también la temida competencia por los recursos domésticos: si el vecino los puede robar, es porque están suficientemente valorados y escasos. El contexto mediático estatal muestra que la autoridades sienten la necesidad de advertir de ese riesgo internamente, lo cual confirma que la inseguridad alimentaria afecta no solo al individuo sino al entorno comunitario.
En ese sentido, el video documenta un efecto psicológico-social de la crisis: la vigilancia del propio alimento, como si fuese un bien susceptible al sustrato del desabastecimiento.
El video que acompaña este artículo no es solo un testimonio aislado: es una ventana a la profundidad del problema que abordamos con la frase clave hambre en Cuba. La advertencia de las autoridades estatales —“cuide sus alimentos, no sea que el vecino se los robe”— sintetiza una doble crisis: la escasez de comida y la pérdida de confianza social. Para los lectores de Árbol Invertido, el hecho de que una televisión oficial lo exhiba públicamente marca un hito de visibilidad de la crisis en la isla.
En última instancia, esta historia muestra que la alimentación —que debería ser un derecho básico garantizado— se convierte en objeto de riesgo incluso dentro del propio hogar. Y cuando el régimen que prometió bienestar para todos admite ese riesgo, estamos ante un indicador claro de la gravedad del momento. Le corresponde al lector evaluar qué ocurre cuando lo doméstico se convierte en escenario de vigilancia permanente.
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