La dimensión esperpéntica del barrio es como una moneda que por una cara muestra lo raro-cotidiano, y por la otra subraya esas capas de tristeza que se originan en el desamparo y la orfandad material.
La Habana está llena de personajes de los cuales podría decirse algo parecido. Debo apresurarme a añadir que el saldo es desolador y amargo.
Sin embargo, no siempre es así. Hay rostros que son puertas de salida, zonas de remanso, signos de ilusión o de luz. Puertas que conducen a ciertos umbrales donde eso que se llama plenitud no se queda en los discursos ni en la “logorrea” sobre la redención hallable en un porvenir utópico.
Rostros que, a pesar de los pesares, imponen su dicha con intrepidez, o su inexorable pretensión de hallar algo similar a la felicidad (como The Beatles cantaron una vez), "here, there, and everywhere".