Para algunos son actos vandálicos, para otros, legítimas protestas para llamar la atención contra el cambio climático. Lo cierto es que en los últimos días varios colectivos ecologistas han “atacado” icónicas obras de arte para generar alertas sobre la emergencia climática.
Uno de los casos más significativos fue el que tuvo lugar el pasado mes de julio, cuando activistas ambientalistas del colectivo “Just stop oil” se pegaron al marco de una copia de “La última cena”, de Leonardo da Vinci, colocada en la Real Academia de las Artes en Londres.
El suceso ocupó las páginas de diversos medios de comunicación, pero lo que nadie esperaría en ese entonces es que estas acciones se volverían recurrentes meses más tarde.
Este 9 de octubre fue “Masacre en Corea”, una obra de Pablo Picasso expuesta en un museo de Melbourne, en Australia, donde dos activistas del grupo “Extinction Rebellion” pegaron sus manos mientras desplegaban una pancarta que decía “Caos climático = guerra + hambruna”.
Tan solo unos días después, en protesta contra el Gobierno de Reino Unido por autorizar la práctica del fracking, dos integrantes del colectivo “Just Stop Oil” arrojaron sopa sobre “Los girasoles” de Vincent van Gogh, exhibida en The National Gallery, de Londres.
Las protestas por el cambio climático y la Cumbre del Clima en Egipto
En la mayor parte de los casos las obras están protegidas por cristales, por lo que no han recibido daños considerables.
En tanto, “Los almiares”, la obra más cara de Claude Monet, expuesta en el Museo Barberini, de Potsdam, tampoco se libró de estas acciones y fue ensuciada con puré de papas por miembros del grupo “Última generación”, quienes alegaron en un comunicado que “cada vez más personas se niegan a aceptar en silencio la progresiva destrucción y puesta en peligro de la vida humana en nuestro planeta”.
A finales de octubre un hombre se acercó a “La joven de la perla”, una de las obras maestras del pintor neerlandés Johannes Vermeer, expuesta en el Museo Mauritshuis de La Haya, para lanzarle un bote de salsa.
El más reciente de los casos tuvo lugar en Madrid la pasada semana, cuando dos activistas climáticas pegaron una de sus manos a los marcos de “Las Majas” de Goya, en el Museo del Prado.
Aunque la mayor parte de estas acciones estaban enfocadas en presionar a los principales líderes mundiales en los días previos a la Cumbre del Clima (COP27) que se desarrolló esta semana en Egipto, está por ver si se convertirán en una práctica recurrente o ya cumplieron su objetivo.