El Observatorio Cubano de Derechos Culturales hizo público este jueves los verdaderos motivos de la salida del escritor cubano Roberto Méndez de la dirección de la Academia Cubana de la Lengua, relacionados con la firma de una carta por parte del intelectual condenando el cierre de la Academia de la Lengua de Nicaragua por orden de Daniel Ortega.
De acuerdo con la organización independiente cubana, pese a que Méndez dijo que dejaba el cargo por “motivos de salud” solo unos meses después de asumirlo, los verdaderos motivos estuvieron relacionados con presiones desde el poder para que dejara el puesto, que asumió posteriormente el investigador Jorge Fornet.
El hecho que desencadenó el cambio en la dirección, del cual se conoció por una breve nota de la institución cubana y no fue difundido por la prensa estatal, habría sido la firma por parte de Méndez de un documento denunciando el cierre de la Academia de la Lengua de Nicaragua.
Además, el escritor cubano apoyó un comunicado de alerta de la Real Academia Española (RAE) que reivindicaba “las libertades de pensamiento, expresión y asociación”.
“Según fuentes anónimas, la defenestración de Méndez y su reemplazo por Fornet tuvieron como objetivo el escarmiento del primero, así como el alcance del control total de la institución con el segundo. Esta ha sido una estrategia del autoritarismo cultural en la isla: la infiltración de instituciones con un historial de resistencia y autonomía ante los designios de la Revolución”, informó el Observatorio Cubano de Derechos Culturales en un comunicado.
Pese a que la Academia de la Lengua es un organismo autónomo en la mayor parte de los países donde se encuentra, en el caso cubano fue integrada a las estructuras del Estado como un organismo subordinado a la Oficina del Historiador de la Ciudad desde el año 2012.
Actualmente, la directiva de la Academia Cubana de la Lengua está compuesta por Jorge Fornet como director, Leonardo Sarria Muzio como vicedirector, Aurora M. Camacho Barreiro como Secretaria, Maritza Carrillo Gilbert como bibliotecaria, y Reinaldo Montero como tesorero.
En este contexto, el Observatorio Cubano de Derechos Culturales llamó la atención “sobre el sistemático secuestro de las instituciones culturales cubanas bajo una fachada democrática. Si bien el Gobierno cubano intenta proyectar una imagen noble mediante festivales y congresos, el monopolio de proyectos culturales, los cambios de directivos poco ortodoxos por agentes confiables, así como la participación creciente del Departamento de Seguridad del Estado son muestra de una política cultural represiva y autoritaria en contubernio con autocracias regionales como Venezuela y Nicaragua”.
La organización independiente cubana también alertó sobre el destino de instituciones tan prestigiosas como la Academia Cubana de la Lengua o la Oficina del Historiador de la Ciudad, “que son puestas al servicio y conveniencia del autoritarismo del Gobierno cubano, con alarmantes consecuencias para el desarrollo y el patrimonio cultural de la nación” por lo que exigió “a instituciones homólogas extranjeras que no colaboren con comisarios que hacen extensivo este daño sobre la cultura cubana”.