Con manos sabias
urdiste el triste sino de tus días
y, entregándote al amor
de marineros sin rumbo,
fecundaste con fatiga
el yermo desierto de tu tierra.
Tarde comprendiste
el olvido de Dios
y que no existe piedad posible
lejos del mar,
en el implacable sol
de tu tierra fandanguera.
Te sentaste conforme
a tejer en la urdimbre
de verdades eternas
la herencia oculta
de tu incompleta existencia.
Hamacas multicolores
te mostraron el espejismo
de los puertos del mundo.
Recogiste las amarras
de tus sueños imposibles
y aceptaste
que es el amor lo eterno
y que de esa tela
densa y áspera,
acariciada por tus manos,
está hecho el corazón incierto
de los hombres de Morroa.
No existe regreso.
El amor te abandonó
con su desasosiego.
Le hubieras dado el mundo,
pero Ulises sucumbió
—sin mástiles ni viento—
a un canto traicionero de sirenas.
Con tu belleza deshabitada
recibes diariamente
la nostálgica visita de la Parca,
que burlonamente juega
a arrancarte del enjullo,
pero ganas la partida siempre
porque cada noche,
tejedora insomne de la luna,
deshaces la trama,
reinventas la esperanza
y te aferras amorosamente a la vida.
Publicado originalmente en la antología Más allá del miedo es mi casa “Mujeres poetas contra la violencia” (Ediciones Deslinde, Madrid, 2021), con selección de Ivonne Sánchez-Barea e Ileana Álvarez, y prólogo de Milena Rodríguez Gutiérrez.