Esa mujer que pasa peregrina del aire
lleva un velo transparente sobre el rostro,
camina como si escuchase un concierto de violines
o el remoto gemir de una flauta.
No sabe que sus hijos hace siglos están muertos.
Sobre su vientre seducen madejas violetas
que se deshacen en apretados nudos.
Esa mujer que pasa sobre filos rojos deja que miren
la espina que late al fondo de sus entrañas.
No sabe que pasa diluida en la brisa,
quiebra la luz que emana de los astros,
funde los metales.
No sabe que es un pájaro vencido, un vino destilado,
un corazón que pesa sobre las sombras.
Sacude con violencia su melena de vidrio,
casi arrullada, vestida por la muerte, sin piel se
desangra.
¡Ah! Dónde está el ángel que puede mostrarle
los tintes de los astros, los reflejos del agua.
Sería otra mujer vidente entre las sombras
con sangre en el cuerpo y la mirada,
cargada de lirios macerados.
¿A dónde irás, misionera de constelaciones?
¿Dónde dejaste la piel de tu cuerpo?
Sí aún clamas entre rejas, con los ojos
vueltos a la noche sin parques,
un nuevo comienzo.
Publicado originalmente en la antología Más allá del miedo es mi casa “Mujeres poetas contra la violencia” (Ediciones Deslinde, Madrid, 2021), con selección de Ivonne Sánchez-Barea e Ileana Álvarez, y prólogo de Milena Rodríguez Gutiérrez.