Al filo de la madrugada de este martes, cientos de mujeres abordaron camiones soviéticos en diferentes puntos de la geografía tinaguarribense para dirigirse, medio dormidas, pero felices, a los polos productivos del municipio.
Fueron embarcadas en los transportes designados para cada área por sus propios maridos, padres, hermanos o hijos. Todos concientes de que las féminas de casa tienen tanto derecho como ellos a hacer por el avance del país. Algunas terminaron de despertarse en el surco.
Federadas de diversa procedencia sienten ahora la caricia del sol de nuestros campos en sus cabellos keratinados. Estiban, chapean, siembran y cosechan. Y como prueba de su esfuerzo, no es difícil encontrar uñas acrílicas encajadas en los troncos de los plataneros, piercings enterrados entre rejos de boniato o aretes colgando en las ramas de cualquier arbusto. El feminismo deja huellas en nuestros campos.
Como prueba de su esfuerzo, no es difícil encontrar uñas acrílicas encajadas en los troncos de los plataneros.
Ya cerca del mediodía, los asociados de las cooperativas beneficiadas por la actividad agrícola de esas mujeres que celebraron su día con esta muestra ejemplarizante de igualdad de género, estibaron los cuerpos de las compañeras en los camiones que las transportaron y los acomodaron de manera que aprovecharan lo mejor posible el espacio y los baches no las magullaran tanto.
Antes de las dos de la tarde ya estaban todos los camiones parqueados alrededor de la Plaza de la Rebeldía, con su preciosa carga femenina a bordo, y minutos antes de que cayera el sol, comenzaron a llegar sus maridos, padres, hermanos o hijos, quienes identificaron el cuerpo de la reina de sus hogares y las llevaron a sus casas para que pudieran terminar la feliz jornada con los quehaceres restantes del hogar.