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Manuel Cuesta Morúa: Cuba hizo una revolución contrarrevolucionaria

Después del 11 de julio en Cuba "hay un vacío de legitimación que el gobierno no puede recuperar a pesar de las medidas que está tomando, desconectadas de la demandas políticas sintetizadas en el himno de "Patria y Vida" y los gritos de "Libertad".

Protestas en Cuba el 11 de julio
Manifestaciones el 11 de Julio en La Habana. | Imagen: Reuters

Pese a que el régimen cubano aprovechó las protestas del 11J para detener a varios opositores y activistas, como José Daniel Ferrer y Luis Manuel Otero Alcántara, lo cierto es que no hubo liderazgo de la oposición ni de la sociedad civil en las manifestaciones.

¿Una debilidad de las manifestaciones y, más aún, de la oposición y la sociedad civil cubanas?

“Más que una debilidad, fue una fortaleza”, opina el politólogo Manuel Cuesta Morúa, vicepresidente del Consejo para la Transición Democrática en Cuba y coordinador del Partido Arco Progresista.

Si alguien dentro de la oposición o la sociedad civil, intuyendo el malestar nacional, hubiese intentado articular una protesta, “esta no se habría producido”.

“Para mí lo importante es que esta fue una protesta auténtica, nacional, desde abajo y espontánea, que habría sido malograda si la oposición hubiera intentado liderarla”, expresa.

A la vez, el también integrante de la plataforma Cuba En Plural, que lleva a cabo una recogida de firmas para reformar la Constitución, considera que la oposición y la sociedad civil cubanas tienen hoy un papel “más clave de lo que podían haber tenido cuando surgieron”.

“Por primera vez habría la posibilidad de encontrar un apoyo social cierto a las distintas alternativas que ha venido representando la oposición. El tema está en que la oposición identifique realmente cómo conectar con la sociedad cubana”.

“Te diría más, ahora mismo es cuando la sociedad civil tiene la oportunidad de hacerlo. En el pasado no la tenía, por varias razones: en primer lugar, el ciclo histórico del cambio en Cuba es muy singular. Cuba fue de las últimas naciones en lograr la independencia y eso supone un ciclo cultural e histórico que tiene la propia sociedad, su propio ritmo. Y en 1959 hizo una revolución contrarrevolucionaria”.

“¿Qué quiero decir con eso? Que lo que estaba en debate en la década del 60 fue justamente lo que la Revolución cubana aplastó: las demandas de las mujeres, el feminismo, las demandas raciales, las demandas de la comunidad LGBTI. Todo eso estaba en el plano del debate político en los años 60 del siglo pasado y fue destruido”.

“Por tanto, es ahora, una vez que el pueblo cubano se manifestó, que la sociedad civil tiene la oportunidad demostrada de encaminar sus estrategias y proyectos. Los hay, obviamente. Ahora se trata de conectarlos”.

Otra de las interrogantes que surgen, cuando ha transcurrido más de un mes desde las protestas, es si constituyeron un hecho puntual, aislado y aplacado por el régimen, no solo mediante el uso de la fuerza. El gobierno cubano además anunció medidas como la eliminación de aranceles a la entrada de alimentos, medicinas y aseo, la eliminación de precios y la distribución gratuita de módulos de comida de donación, entre otras. ¿Han sido suficientes estas medidas para calmar los ánimos de los cubanos?

Fueron protestas de la libertad, no del hambre

“No creo que las protestas hayan sido puntuales. Hay que hacer una retrospectiva del recorrido que ha hecho la sociedad cubana, alejada de la sociedad civil, para darse cuenta de que durante toda la década ha habido manifestaciones concretas, localizadas, que vinieron a acelerarse a partir de 2018, sobre todo con el papel fundamentalísimo jugado por artivistas, ambientalistas, jóvenes, cineastas. Todo esto venía demostrando que había una revolución suave dentro de la sociedad cubana, que implicaba un cambio de mentalidad y de proyección. Es importante entender esto como antecedente. Luego hubo otras manifestaciones localizadas a lo largo y ancho del país”.

Creo que lo del 11 de julio es la culminación de una fase importantísima en la reconstrucción de las mayorías sociales. Por primera vez, las mayorías no son convocadas ni responden a la lógica del Estado, sino a la de la sociedad. Esto constituye un realineamiento social fundamental. Se reconfiguran esas mayorías y le quitan legitimación al gobierno cubano”.

Por primera vez, se puede decir que una minoría, que lo es en términos ideológicos y políticos, gobierna al país en nombre de sí misma. Lo seguirá haciendo, pero ya el gobierno cubano no puede hablar en nombre del pueblo cubano. Es una minoría desconectada y aislada, que llegó a lo que se conoce como la zona cero del poder, es decir, el uso de la violencia ante la pérdida de autoridad política frente a la sociedad cubana”.

“Hay un vacío de legitimación que el gobierno no puede recuperar a pesar de las medidas que está tomando, por cierto, desconectadas de las demandas”.

Las demandas fundamentales eran políticas, no económicas. Está claro que el suelo, las condiciones en que producen las protestas tiene que ver con la situación económica del país, por cierto, para bien. No son protestas abstractas; no son protestas de sectas. Son las protestas de un pueblo que ha venido sufriendo”.

“Lo interesante ahora es que la sociedad cubana identifica la causa de todos los problemas sociales, económicos y políticos que han venido acumulándose y al identificarlas las convierte en la demanda básica. Por eso el himno de ‘Patria y Vida’ y las demandas de libertad. Fueron los discursos fundamentales y colectivos. Puntualmente, había alguien que grababa y pedía más comida, más medicinas, dándole base real a estas protestas, pero las demandas básicas se traducen en una demanda política”.

“Esto desdice definitivamente la percepción de que el pueblo cubano solo quiere comida, baile y parecer estúpidos. Y desfasa las respuestas del gobierno. Las medidas no están dirigidas al sector fundamental que lideró las protestas: los jóvenes. No es serio pensar que a un joven lo vas a satisfacer con tres libras más de arroz o un pomo de refresco o una lata de carne rusa e indica que van en la dirección de satisfacer algunas demandas puntuales de una manera emergente, porque, además, no se satisfacen con la creación de riquezas dentro del país, sino apelando a la conversión estructural de Cuba en una especie de franquicia de la misericordia global. Estamos viviendo de donaciones, en situaciones emergente y no tan emergentes, por lo menos hace ocho o nueve años”.

 “Eso indica que no hay un proyecto de país, sino un proyecto de poder. Por tanto, esas medidas que ha tomado el gobierno no van a satisfacer y por eso en las redes, señala, ha calado la idea de que estas fueron protestas de la libertad y no del hambre, a pesar del hambre y, quizás, también gracias al hambre”.

“Ya en Cuba los cubanos empezaron a protestar y eso indica que, en cualquier otro momento, cualquier otra circunstancia, esto puede volverse a producir, quizás no con la misma intensidad y a la misma escala”.

“Yo comparo estas protestas con las que han ocurrido en Bielorrusia, Ucrania, Venezuela. Una nota fundamental de las de Cuba es que fueron nacionales. En estos países, las protestas son masivas, intensas, prolongadas durante días, pero se localizan en dos o tres ciudades. Básicamente, en las capitales. Pienso también en Egipto o Túnez. Sin embargo, en Cuba se puede decir que fue nacional, en sentido estricto, geográfico. Cubrieron desde Pinar del Río hasta Guantánamo. Esa protesta extendida indica una insatisfacción profunda de la sociedad cubana”.

Traducir el estallido social en una propuesta política

“En ese sentido, creo que será irreversible el camino de la sociedad hacia el cambio”.

¿Qué tendría que ocurrir entonces ahora, para que ese cambio llegue a materializarse y los sucesos del 11J no se conviertan en una promesa que cae en saco roto? ¿En qué consiste ese papel “clave” que mi entrevistado atribuye a la sociedad civil cubana?

“Creo que lo que debería ocurrir ahora es traducir el estallido social en una propuesta política. Esto tiene que ser liderado, coordinado y activado por la sociedad civil”.

“En el Consejo para la Transición Democrática estamos trabajando en eso, tratando de responder a una propuesta integrada, completa, sencilla, de naturaleza política, porque las demandas son de naturaleza política, para canalizar esta rebelión popular”.

“Ya dimos a conocer un plan de 50 puntos, que están abiertos por supuesto al debate y son mejorables, de propuesta económica, para mostrar el norte del Consejo, con lo que consideramos debe hacerse en la economía. Pronto daremos a conocer también una estrategia política, un plan de acción concreto con puntos específicos, para hacer lo que consideramos es fundamental: darle legitimación social a las propuestas y necesidades de cambio de la sociedad cubana, que en profundidad expresó la necesidad de que el país tome un nuevo rumbo”.

 

 

 

Yusimí Rodríguez López

Periodista Yusimí Rodríguez López

(La Habana, 1976). Narradora y traductora. Colaboradora también de los sitios Diario de Cuba y Havana Times. En 2015 publicó su primera colección de cuentos, The Cuban dream. Ganó el Premio Deslinde con La otra guerra de los mundos (Ed. Deslinde, Madrid, 2021). Cuentos suyos aparecen en antologías en Cuba y otros países.

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