El exilio cubano en España desde 1959
Una de las consecuencias más trágicas y negativas de la Revolución cubana ha sido el masivo, sucesivo y gigantesco éxodo de ciudadanos cubanos durante estos 63 años de poder totalitario en Cuba. Desde sus inicios a nuestros días, el régimen castrista del 59 ha provocado un destierro de más de cinco millones de cubanos, de los cuales casi dos millones han muerto en el extranjero sin posibilidad de retornar a su patria. En la actualidad, se estima que unos tres millones de desterrados cubanos residen en cualquier parte del mundo.
En España, esa diáspora popular se inicia en el mismísimo 1959 y dura hasta la actualidad con cientos de miles de cubanos que fueron llegando —y aún llegan— a suelo español para rehacer sus vidas o bien de paso hacia otros destinos. En un principio, fueron llegando los miembros del anterior gobierno prerrevolucionario (desde funcionarios estatales y diplomáticos, militares y policías, hasta políticos de la dictadura batistiana) pero, también —según se radicalizaba la Revolución— muchísimos revolucionarios decepcionados por el inicial "socialismo" con pachanga y una gran cantidad de valiosos profesionales (abogados y médicos, notarios y dentistas, arquitectos e ingenieros, etcétera).
Además, desde octubre de 1960, comenzaron a establecerse en España, los primeros desposeídos de sus propiedades por las injustas e ilegales confiscaciones estatales contra la burguesía cubana (comerciantes e industriales, empresarios, propietarios urbanos y rurales) hasta trabajadores del sector bancario y del comercio, en general, por citar algunos afectados.
Y en esa gran ola inicial de exiliados arribaron a España los primeros intelectuales y artistas cubanos desterrados por la situación política en la Isla (figuras como Ernesto Lecuona y Lydia Cabrera, Gastón Baquero y Armando Oréfiche, entre otros muchos) que con el paso de estas seis décadas han representado una gran aportación cubana a la cultura española de estos tiempos.
Ya hoy se puede hablar de una presencia poética cubana exiliada en España.
No obstante, hay que recordar a los desterrados del siglo XIX cubano, como nuestro José Martí, y a los exiliados del Machadato (1925-1933) y del Batistato (1952-1958), que se nutrió de estudiantes universitarios y profesionales políticamente activos en la Isla, primero, durante la colonia y, más tarde, durante las tres dictaduras cubanas del siglo XX. Pero si en esas etapas históricas los exiliados se contaban por cientos, desde 1959 se desata un inmenso exilio de cientos de miles de cubanos desterrados en tierras españolas.
Este fue un exilio de cubanos de todas la clases sociales (ex ricos, mucha clase media y hasta trabajadores que no comulgaban con las ideas del estatalismo castrista, de todas las profesiones, de todas las razas (la mayoría blancos, pero muchos mulatos, chinos y negros) y de todas las creencias religiosas (católicos, protestantes y judíos).
Y un hecho histórico, poco estudiado: la presencia de miles de universitarios cubanos desterrados en España (en varias décadas, desde los sesenta) que estudiaron y se graduaron de Medicina o Derecho, de Filosofía y Letras y de otras carreras en distintas universidades españolas, como las de Salamanca y Oviedo, Zaragoza o Madrid, entre otras, lo que representó un éxodo estudiantil sin precedentes en la Historia de Cuba.
Poetas cubanos en el exilio español (1959-2022)
Sobre la temática de poetas cubanos en España, hay que diferenciar a los poetas que ya tenían una obra publicada en su patria o los que surgieron, posteriormente, en este destierro.
Después de estos 63 años, ya hoy se puede hablar de una presencia poética cubana exiliada en España, iniciada por el decano de los poetas desterrados, Gastón Baquero,que comienza su exilio en el Madrid del 59 y al que se van sumando más de setenta poetas en sucesivas etapas del destierro.
De todos estos poetas, sobresalen los nombres del ya citado Gastón Baquero y José Mario, de Manuel Díaz Martínez e Isel Rivero que aún siendo de generaciones distintas, les ha unido su amor por la poesía, por Cuba y por España. Poemarios como: Memorial de un testigo (1966) y No hablemos de la desesperación (1970) ya son textos poéticos tan españoles como cubanos.
Además, en la memoria literaria española hay otros poetas cubanos que han destacado en el transtierro español, como son: Raúl Rivero, María Elena Cruz Varela, Pío. E. Serrano, León de la Hoz, Antonio José Ponte, Rolando Campins, Roberto Padrón, Miguel Sales, Alberto Lauro, Rodolfo Häsler, José Abreu Felippe, Roberto Cazorla, Rolando Sánchez Mejías, Orlando Coré, Ladislao Aguado, Santiago Méndez Alpízar, Ramón Fernández Larrea, Jorge Luis Arcos, Emilio Surí Quesada, Elena Clavijo Pérez, Jorge Tamargo, Luis Rafael, Almelio Calderón, Dolan Mor, Yoandy Cabrera, Gleyvis Coro Montanet, Milena Rodríguez Gutiérrez, Lidia Machado, Sonia Díaz Corrales, Francis Sánchez, Ileana Álvarez, Dolores Labarcena, Pedro Márquez de Armas, Alberto Díaz Díaz, Nery Rivero, Carlos Manuel Taracido, Jorge Gabriel M. Vera y quien firma este texto, entre otros.
En la trayectoria literaria de todos estos bardos, se suman varias generaciones y tendencias líricas de todo tipo, que conforman una Cuba transterrada, pues en la obra de estos poetas exiliados rezuma amor por la patria lejana y representan en su conjunto la posible patria plural que tanto anhelamos "con todos y para el bien de todos".
El boom de la cultura cubana exiliada en España
Además de la presencia de este nutrido grupo de poetas exiliados cubanos que se radicaron —o residieron algunos años— en España, hay que sumar la labor de muchísimos escritores de otros géneros literarios y de excelentes periodistas, de profesores, pintores o músicos que se establecieron en tierras españolas en estas seis décadas de exilio.
Los poetas que participamos en esa actividad cultural madrileña, defendimos una patria entera y plural.
Por lo tanto, puede afirmarse que desde finales de los ochenta y en toda la década de los noventa hubo una especie de boom de la cultura cubana exiliada en tierras españolas, sobre todo en Madrid. Es ese periodo era muy frecuente la cotidiana convocatoria de actos del activo exilio cubano con presentaciones de libros, exposiciones de pintura, lecturas de poesía, conferencias y charlas de temática cubana en diversas instituciones madrileñas, como el Centro Cubano, Casa de América, El Ateneo de Madrid, el Círculo de Bellas Artes, el Instituto de Cooperación Iberoamericana y otras casas de cultura que acogían a los intelectuales cubanos desterrados.
Un evento importante de esa época fueron las Jornadas de Poesía Cubana: La Isla Entera, organizada por el Ministerio de Asuntos Exteriores español, y que se celebraron desde el 21 al 25 de noviembre de 1994 en la sede de la mencionada Casa de América, donde nos reunimos 24 poetas cubanos (doce que aún residían en la Isla y doce del exilio). Esta fue una reunión, claramente, en contra de la Habana totalitaria que defendía (y aún defiende) una Cuba de pensamiento y partido único, una patria dividida. Pero los poetas que participamos en esa actividad cultural madrileña, defendimos una patria entera y plural. Es decir, la Cuba posible que está por nacer...
De esa reunión en Madrid surgió el proyecto de la antología poética Poesía cubana: La isla entera de 1995, donde —en colaboración con mi buen amigo Bladimir Zamora— reunimos a 54 poetas cubanos: 27 que aún residían en Cuba y 27 que permanecíamos en el exilio desde hacia muchos años. Y ese espíritu de "la isla entera" es el que ha calado en las nuevas generaciones cubanas que hoy luchan —en la isla y en todo el mundo— por una Cuba mejor, sin exclusiones.
Prueba de esa incesante labor de los exiliados cubanos en España es el fecundo trabajo cultural realizado por las revistas cubanas, como: Testimonio, Cuba Universitaria, La Burbuja, Resumen Literario El Puente, Exilio, Encuentro de la cultura cubana, Revista Hispano Cubana, Boletín del Comité Cubano Pro Derechos Humanos, Espejo de Paciencia o el periódico antillano La Prensa del Caribe (donde colaboramos varios poetas cubanos) hasta las revistas virtuales actuales: Diario de Cuba, Cibercuba, ADNCuba, Cubaencuentro, Árbol Invertido, Alas tensas, Calíope y Potemkim, entre otras.
Nuestros ilustres muertos en el exilio español, se suman a centenares de colegas fallecidos en el destierro.
Igualmente hay que resaltar la trayectoria de casas editoras fundadas por cubanos exiliados en España, como: José Mario (Ediciones El Puente y La Gota de Agua), Carlos Alberto Montaner (Playor), Eugenio Suárez-Galbán (Orígenes), Felipe Lázaro (Betania), César Leante (Pliegos), Pío E. Serrano y Luis Rafael (Verbum), Mario Parajón (Trópico), Víctor Batista Falla (Colibrí), Rosario Hiriart (Cocodrilo Verde), Fabio Murrieta (Aduana Vieja), Ladislao Aguado (Hypermedia),Héctor García Quiñones y Ernesto Ortiz Hernández (El Barco Ebrio), Francis Sánchez e Ileana Álvarez (Deslinde) y Arsenio Rodríguez Quintana (Editorial Muntaner).
Para finalizar, en forma de homenaje, quiero nombrar a los poetas cubanos muertos en su destierro español: Gastón Baquero, José Mario, Pancho Vives, Wifredo Fernández, Carlos Miguel Suárez-Radillo, Edith Llerena, Benita C. Barroso, David Lago González y Evelio Domínguez,,, o aquellos que, tras largos años de exilio en España, fallecieron en otras tierras lejos de la patria (y de España), como: Alberto Baeza Flores, Lorenzo García Vega, Armando Álvarez Bravo, Julio E. Miranda, Luis Cartañá, Orlando Fondevila y Lilliam Moro...
Estos, nuestros ilustres muertos en el exilio español, se suman a centenares de colegas fallecidos en el destierro, en cualquier país del mundo, desde 1959, y estas muertes —lejos de la patria— constituyen uno de los mayores crímenes cometidos por la dictadura castrista.
Y termino con unos versos de Virgilio Piñera:
En el montón ilustre nadie espera recompensas,
título y ni siquiera tierra;
podrían recabar monumentos, mármoles, honores,
pero eligieron ser muertos de la Patria.
Fuentes, Marta: "Editoriales y revistas cubanas en España", en Revista Hispano Cubana (Madrid, Nº 2, 1998); págs. 155-164.
Rodríguez Ramos, Manuel: "Presencia de la cultura cubana en España" en Otro lunes (Berlín, Nº 48, 2018).