Al desterrar el repentismo de su nicho natural y convertirlo en una prenda más bien política (igual que a la guayabera) mucho se ha perdido de su gracia original. Muy pocos improvisadores quedan en Cuba que consigan una relación vívida con su consumidor básico: el campesino.
Entre esos pocos persiste el espirituano Raúl Herrera, quien no solamente es el que mejor ha sembrado la semilla de lo popular sino, también, con la dignidad propia de los que viven junto al pueblo, más provecho ha sacado de la realidad nacional.
El fluir sin imposturas de sus décimas humorísticas lo convierten en el alumno más aventajado de ´El Rey del Punto Cubano´, don Cipriano Isidrón Torres, Chanito.
Desde su porte o su forma de cantar hasta el uso de un lenguaje al alcance de todos consigue que el guajiro se vea retratado en él.
Temas (como el que traemos en esta entrega de El Torniquete) relacionados con la cotidiana lucha de los de a pie por conseguir los alimentos que necesita debido a los precios exorbitantes son constantes en sus décimas humorísticas.
En Cuba, por su tradición, es imposible pensar en cena de Navidad que valga la pena sin el lechón asado, la yuca con mojo y el arroz congrí. Nada de pavo, nada de pollo en salsa, nada de pescado relleno. Si no hay lechón, no hay cena de Navidad.
Además de las décimas humorísticas de Herrera también incluiremos sus notas aclaratorias por el aporte vivencial que cargan.
El Caimán Panzudo
En la plaza venden huesos
“Hoy me sentí inspirado luego de mi visita a La Plaza de Santi Spíritus y me resultó inconcebible el precio de los huesos que difícilmente me permitan hacer un caldo para mi perro Locky”.
En la plaza venden huesos
pelados completamente
y una libra solamente
te cuesta setenta pesos.
No se alimentan con eso
ni los perros más bravíos.
Y a mí me da escalofríos,
me da soberbia y me altera
porque el día que me muera
voy a regalar los míos.
El cerdo de fin de año
“He concebido esta obra sin la fe de herir sensibilidades ni ofender a nadie, pero basado en la seriedad de que la carne de este mamífero tan codiciado en Navidad ha adquirido un precio casi inaccesible”.
El animal está huraño
con él no va a haber quien cene
pues con el precio que tiene
a la gente le hace daño.
Yo veré este fin de año
a qué plato fuerte muerdo.
Y conociendo que el cerdo
es un sueño muy remoto
le voy a hacer una foto
para tener un recuerdo.
Nunca más intentaré
comerlo, porque un pernil
está costando tres mil
o cuatro mil cup.
El que millonario esté
y vaya a comprarlo entero
puede con ese dinero
que va en el cerdo a gastarse
con su familia pasarse
dos meses en un crucero.
Con la cruda realidad
de este problema me asusto
porque causará un disgusto
su ausencia en la Navidad.
Y ante la dificultad
de acceder a carne y grasa
quien no lo cría en su casa
en un cepo de cabillas
más nunca come costillas
ni un chicharrón ni una masa.
Pero no me vuelvo loco
aunque sé que el 31
no voy a comer ninguno
ni el 24 tampoco.
Ese animal ni lo evoco
es una carne caduca
y en unión a mi viejuca
cuando llegue el año nuevo
le meto el cuchillo a un huevo
y me lo como con yuca.