Quizás sea un lugar común afirmar que desde el triunfo de los barbudos Cuba está gobernada por un escuadrón de locos.
En los años noventa del pasado siglo, luego de la caída del Campo Socialista, sobrevino una de las crisis más severas de las que ha atravesado la Isla, a la que de manera cínica llamaron Periodo Especial.
En el 2006, cuando apenas comenzaba el país a recuperarse de los apagones, que fueron de hasta veinte horas, a Fidel Castro se le ocurrió inventar lo que llamó La Revolución Energética, que consistió en sustituir los viejos equipos eléctricos por tarecos chinos con altos consumos de energía.
Fue un acontecimiento deprimente. En cursos emergentes formaron a trabajadores sociales con el único propósito de realizar dicha operación. Ejercicio que a la larga resultó uno de los mayores escenarios de corrupción de la historia revolucionaria.
Todo sucedió de forma carnavalesca y, como en todo carnaval, hubo sus momentos trágicos y tragicómicos. Resultó doloroso, para no pocas familias, ver cómo sus refrigeradores, que aún funcionaban a la perfección, eran lanzados de manera bárbara sobre los camiones, y en su lugar comenzaron a padecer con aquellos equipos al que de forma graciosa todo el mundo llamó “el lloviznao”, porque chorreaban agua por todas partes.
Todo fue un gran engaño, porque nada de lo que vendieron: calentadores, hornillas, arroceras o ventiladores demoró más de dos años en caer entre las manos de los artistas del remiendo.
Con ese gracejo propio de los cubanos, las décimas humorísticas no se hicieron esperar.
El Torniquete ha seleccionado para esta entrega una obra anónima que recordaba el poeta Guillermo Rodríguez Rivera, quien aseguraba haberla escuchado a alguien en Mayabeque.
El Caimán Panzudo
(eltorniquete@arbolinvertido.com)
Revolución Energética
Dieron Reina y arrocera,
hornilla y calentador,
también un ventilador
que recibió Cuba entera.
Refrigerador se espera
para todo el que no tiene,
y a todo aquel que mantiene
la tranca muerta y no singa
le van a dar una pinga
eléctrica el mes que viene.
Anónimo