El fotógrafo italiano Oliviero Toscani (Milán, 1942-2025), célebre por sus campañas provocadoras para Benetton y su activismo social, falleció este lunes a los 82 años en un hospital de Cecina, en la región de Toscana donde residía.
El artista italiano llevaba más de un año enfrentando una enfermedad degenerativa, la amiloidosis, que había anunciado públicamente en agosto pasado. En aquella ocasión declaró que no temía a la muerte y que solo se arrepentía de lo que no había hecho.
Toscani y Cuba: Del mito revolucionario a la denuncia de la represión
En 1993, Toscani viajó a Cuba junto a Luciano Benetton, fundador de la marca Benetton, con la intención de explorar la apertura de una tienda en La Habana. Durante esa visita, el fotógrafo fue recibido por Fidel Castro en su residencia, una experiencia que describió como intensa y reveladora.
Toscani recordó el carisma del dictador cubano, su "magia" y su capacidad de distinguirse del resto. Sin embargo, también captó las contradicciones de un régimen que, según él, era "un experimento concluido".
Años más tarde, Toscani dió un giro en su visión sobre Cuba, pues en 2003, durante la llamada Primavera Negra, 75 opositores políticos fueron arrestados y condenados a duras penas por el gobierno cubano, lo que inspiró al artista para documentar los rostros de más de 70 prisioneros políticos en la serie fotográfica Prohibido pensar: los rostros de la represión en Cuba.
En dichas imágenes, relizadas en blanco y negro, el fotógrafo italiano expuso la realidad de los encarcelados, contrastándola con retratos de Fidel Castro en tonos rojos y blancos, un recurso simbólico con el que denunciaba la represión del régimen cubano.
La muestra fue presentada en 2007 en el Parlamento Europeo y otras capitales europeas, causando un impacto significativo. Toscani declaró entonces: "El arte debe ponerse al servicio de la lucha por los derechos humanos y condenar cualquier represión".
Su proyecto recibió tanto elogios como críticas, siendo acusado por algunos sectores de la izquierda de "haberse vendido a la CIA", a lo que respondió con su característico sarcasmo: "Incluso me hubiera gustado, pero no fue el caso".
La obra, patrocinada por la ONG Que Nadie Toque a Caín, se convirtió en un símbolo de solidaridad con los disidentes cubanos y en una denuncia de los abusos cometidos por el gobierno de la isla, lo que reafirmó la importancia de utilizar su obra como herramienta de denuncias y visibilización de las injusticias para el fotógrafo italiano.
Un maestro de la provocación
El impacto de Toscani no se limitó a Cuba, pues desde sus inicios, su carrera estuvo marcada por una habilidad única para provocar y desafiar las normas, siendo pionero en el uso de la publicidad como plataforma para abordar temas sociales incómodos.
Su colaboración de casi 20 años con Benetton resultó en campañas que marcaron un antes y un después en la comunicación visual, como fue la realizada contra el racismo en 1984, titulada Todos los colores del mundo, en la cual retrató a personas de diversas razas y culturas, celebrando la diversidad en un momento en que era un tema controvertido.
Toscani también se posicionó contra la pena de muerte en el año 2000, cuando presentó imágenes de condenados en el corredor de la muerte en Estados Unidos, generando un boicot contra Benetton en ese país.
Otra de sus campañas más polémicas fue la realizada en 2007 contra la anorexia, para la cual utilizó un retrato de Isabelle Caro, una modelo francesa afectada por la enfermedad, desató un intenso debate sobre los estándares de belleza y la industria de la moda.
El fotógrafo también abordó temas como la homofobia, el sida y las guerras, siempre buscando incomodar a las sociedades occidentales y despertar la conciencia colectiva, e inclusio acuñó el término "shockvertising" para describir su enfoque transgresor, que combinaba el impacto visual con un mensaje poderoso.
Toscani, el eterno inconformista
Nacido en Milán en 1942, Toscani creció rodeado de imágenes poderosas. Su padre, Fedele Toscani, fue un reconocido fotoperiodista que documentó momentos históricos como la muerte de Benito Mussolini. Inspirado por este legado, decidió estudiar fotografía en la Kunstgewerbeschule de Zúrich, donde desarrolló su estilo único.
A lo largo de su carrera rompió barreras entre el arte, la publicidad y el activismo mezclado retratos de figuras icónicas como Andy Warhol, Muhammad Ali y Federico Fellini con imágenes que denuncian la hipocresía de las sociedades modernas.
Además, fue fundador de la revista Colors y del laboratorio creativo Fabrica, donde impulsó a jóvenes talentos de todo el mundo. En sus últimos años, continuó explorando temas como la diversidad cultural a través de su proyecto Raza Humana. Desde su finca en la Toscana, donde vivía con su compañera Kirsti Moseng, siguió trabajando hasta que una enfermedad degenerativa lo apartó de la cámara.
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