Top | Lista de 12 películas cubanas de ciencia ficción: extraterrestres y distopías insulares

Invasiones extraterrestres, viajes interplanetarios, visitas a otras dimensiones, mundos distópicos, parodias nostálgicas de queridos personajes de la animación japonesa, mutantes rebeldes que sabotean el totalitarismo, son algunos de los territorios, tópicos y estéticas que ha abordado el cine cubano de ciencia ficción.

No es común asociar al cine cubano con géneros como la ciencia ficción, pero puede llegar a sorprender el volumen de obras fílmicas creadas en la isla incluso desde épocas previas a 1959, como es el caso de El invasor marciano de 1952, hasta bien entrado el siglo XXI. 

Si bien no son grandes producciones, con efectos visuales espectaculares al estilo de Hollywood, los realizadores cubanos han sabido asumir con seguridad y contundencia los más diversos códigos de la ciencia ficción, tanto en la animación como en la "acción real", para estructurar relatos mínimos pero complejos, que muchas veces fuerzan los límites de la creación audiovisual. Así lo demuestra esta lista, que no contiene todas las incursiones audiovisuales cubanas en la ciencia ficción, pero sí muchas de las más significativas.

El invasor marciano (Eulalio Cruz, 1952)

El cine no llegó a la ciudad de San Antonio de los Baños en 1986 con la fundación de la Escuela Internacional de Cine y TV (EICTV). Desde los años cincuenta del siglo XX, esta localidad ya había sido uno de los puntos fuertes de la producción fílmica independiente, que en 1952 gestó su primera obra: El invasor marciano. Resultó además la primera incursión reconocida del audiovisual cubano en la ciencia ficción. La película muestra una nave espacial extraterrestre que llega al planeta, y de su interior sale un robot marciano con intenciones hostiles. El monstruo encuentra en los terrícolas una fuerte resistencia a sus propósitos de conquista y aniquilación.

La producción corrió a cargo del Grupo Cine Local de Aficionados de San Antonio de los Baños, también conocido como Cine Club Ariguanabo y Asociación Pro Cine Ariguanabense (APCA), con la participación y actuación de aficionados como Osvaldo Ordaz, Ángel Gutiérrez, Agustín de la Osa, Vicente Cruz, Antonio Alfonso, Roberto Puyada, Artemio Valdés, Ricardo de Armas y José de Armas, nombres desconocidos pero relevantes para la historia de las imágenes en movimiento en Cuba. La obra de este grupo es prolífica, con títulos que incursionan en otros territorios del cine de género (horror, suspense, cine negro) como La herencia maldita (1953), Lobos de mar (1955), Contrabando (1957) y El cayo de la muerte (1958).

Los incrédulos (Hernán Henríquez, 1970)

Los incrédulos es la última obra de la irrepetible primera década de existencia de los Estudios de Animación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC). Fue filmado ya justo en el umbral del Quinquenio Gris, que dio paso, entre muchas cosas, a una mirada reduccionista de la animación como simple dispositivo didáctico y propagandístico, solo apto para públicos infanto-juveniles.

Esta postrera producción es una distopía localizada en un planeta que ha sufrido una catástrofe atómica. Sus habitantes se han visto forzados a vivir bajo tierra, envueltos en unas escafandras que les anulan las identidades. Se han convertido en una masa amorfa que solo sabe cavar más y más profundo, en vez de preguntarse si la superficie ha vuelto a ser habitable. Conforme con su estatus y su identidad colectiva, la masa mira mal al protagonista que constantemente se pregunta si podrá salir a la intemperie, desembarazarse de la escafandra, conocer otros mundos. 

Figuras en el paisaje (Terence Piard, 1987)

Figuras en el paisaje fue filmada por el entonces adolescente Terence Piard (1973-2004) —hijo del realizador cubano Tomás Piard (1948-2019)—, que terminaría legando al cine cubano una obra breve pero significativa. Es una producción alternativa, bajo el auspicio de los cineclubes habaneros Sigma, C.A.S.A, René David Osés y Focus, que en ese momento acogían las voces menos oficiales del cine cubano. Previo al auge del cine independiente, más localizado en los inicios del siglo XXI.

Dos extraterrestres arriban a la Tierra en son de paz, pero sus intentos de comunicación provocan la muerte de los humanos que hallan durante su búsqueda de entendimiento. Vagan como sombras por un mundo que no entienden, y tampoco los entiende. Son más náufragos que visitantes. La ausencia de sonido permitió a Piard homenajear al cine silente, explotar el potencial expresivo del silencio; que como bien apuntaría líricamente Fina García Marruz en su libro Créditos de Charlot (1990), no es una carencia, sino una riqueza. Finalmente, un terrícola busca la manera de consumar la comunicación, más allá de las diferencias irreconciliables.

EME 5 (Ernesto Piña, 2004)

EME 5 es la película que situó al animador cubano Ernesto Piña en el mapa del cine cubano, gracias a su nostálgica parodia a la animación seriada japonesa dirigida por Tadao Nagahama Voltus V (Chōdenji Machine Voltes V, 1977), que editada en forma de película marcó la infancia de todos los cubanos nacidos en los años 70 y 80.

Piña se ríe con cariño y respeto de este robot y su tripulación, adaptándolo a la realidad cubana de los 2000, cuando las calles habaneras se vieron invadidas por los gigantescos y torpes "camellos". Estos vehículos trataron de resolver los graves problemas de transporte que siempre ha enfrentado Cuba, y aunque fueron oficialmente conocidos como "metrobuses" (de ahí la inicial M como identificativo), el pueblo los pero apodó "camellos" por su estructura, que recordaba una joroba.

Este cortometraje independiente reimagina a Voltus V como un M-5, que también se formaba por la integración de cinco naves tripuladas por un aguerrido equipo de pilotos que trataban de resolver el caos del transporte en una habana futurista. No falta el reconocido tema musical a la hora de acoplarse las naves, con una letra muy cubana que no traiciona el original japonés.

Molina's Solarix (Jorge Molina, 2007)

Esta película del director de culto cubano Jorge Molina, siempre renuente e independiente, propone una claustrofóbica historia erótica que se localiza en un planeta Tierra devastado por invencibles y crueles invasores extraterrestres. La pareja protagonista (interpretados por Ricardo Becerra y Yuliet Cruz) sobreviven a este apocalipsis ocultos en un sótano, sin saber qué sucederá al minuto siguiente.

La muerte acecha afuera, el mundo está dominado por unas criaturas que nunca se ven, y por eso resultan más terroríficas. En medio de la soledad compartida de los jóvenes aflora el deseo, y su relación, inicialmente antagónica, desconfiada, desemboca en seducción y sexo desenfrenado. Sorpresivamente, el placer que provocan en los extraterrestres que los espían, provoca la muerte de estos por masturbación. Molina ofrece así una de las soluciones más bizarras para acabar con una invasión alienígena, y una de las más hilarantes.

Mundo sumergido (Alien Ma, 2013)

Mundo sumergido es un cortometraje animado producido por los Estudios de Animación del ICAIC, y propone un mundo en que la humanidad es un recuerdo, casi una leyenda. La Tierra ha sido repoblada por aves inteligentes y su civilización pacífica.

Bajo los océanos yacen las ciudades y la tecnología de una sociedad que se autodestruyó. El protagonista se sumerge con su batisfera en estos territorios misteriosos que prometen claves para alcanzar el mismo desarrollo científico que quienes los precedieron en el dominio del planeta. Pero con la herencia humana viene el riesgo de reproducir los mismos esquemas de autoaniquilación que parecen maldecir a todas las especies inteligentes, no importa si provengan de los mamíferos o de los ovíparos.

El ave que cada vez es menos ave, y cada vez es más ser humano, resulta alegoría poderosa, a la vez que elegante. Sus ojos ya no buscan las alturas infinitas, sus alas ya no les permiten danzar en los cielos. Los nuevos amos de la Tierra caminan de nuevo hacia la destrucción. 

Diario de la niebla (Rafael Ramírez, 2015)

Diario de la niebla está inspirado en el enigmático relato "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" de Jorge Luis Borges, y propone un puzle igualmente fragmentado y brumoso; muy en consecuencia con el título de este cortometraje filmado por Ramírez mientras cursaba estudios en la EICTV.

El protagonista de la película padece una suerte de amnesia que le impide saber cómo llegó a la imaginaria ciudad de Dzershinski. Sus habitantes están sitiados por una niebla monstruosa que durante siglos ha engullido toda forma de vida fuera de los límites de la urbe. A fuerza de esconderse y sobrevivir, los individuos que filma el extranjero resultan casi tan fantasmagóricos como el propio enemigo, al que mantienen a raya con emisiones continuas de ondas radiales. La ciudad y sus alrededores se presentan como un mundo sin sol, penumbroso, opresivo, que bien pudiera tratarse de un mero delirio.

Alona (Rafael Ramírez, 2016)

Alona es un muy autoral homenaje a la poco conocida pero insuperable obra maestra de la historieta cubana. Alona fue creada por el artista y diseñador cubano Rafael Morante (1931-2022). Publicó su primer capítulo en 1986, en uno de los primeros números de la revista Cómicos. Y por primera vez, una historieta cubana es adaptada al cine de "acción real".

Siendo consecuente con las calidades estéticas de la obra gráfica, la apropiación audiovisual comparte su atmósfera misteriosa, digna de un mundo ajeno y bello. Y a la vez configura una suerte de conclusión a un relato cuya última entrega cerró con la palabra ¿FIN? La historia de la heroína mágica Alona, en su búsqueda galáctica de su perdido esposo Calac, luchando contra los peligrosos "cambiantes", nunca finalizó en las páginas de Cómicos. 

Sus admiradores, como Ramírez (y yo) siempre esperamos por una última aventura más allá del tiempo y el mundo. El director convierte al propio Morante en personaje del mundo de Alona, y es acechado por unos cambiantes que han llegado a la Tierra en su búsqueda. 

Gloria eterna (Yimit Ramírez, 2017)

Gloria eterna propone un mundo distópico en que la sumisión y el conformismo han sustituido el libre albedrío y cualquier voluntad de discrepar, protestar o rebelarse contra el régimen. El poder es una voz inhumana que emite órdenes mecánicas, sin posibilidad de diálogo. Es otra cinta filmada en la EICTV, un ejercicio académico que trascendió la simple exigencia evaluativa. 

El protagonista Julián LVII (interpretado por Mario Guerra) es un apacible y dócil oficinista que se pliega al mandato para asegurar un mínimo bienestar para su familia... a costa de su propia vida. El premio por ser un sujeto invisible, sin identidad, dedicado a generar documentos que quizás ni entiende, es su inmortalización como "estatua". Los monumentos muertos son más importantes que las personas, en este mundo que propone Yimit Ramírez. No hay salida, la distopía es total. Julián apenas siente un casi inconsciente remordimiento por un futuro imposible en que vería crecer a su hijo, pero la aceptación acrítica de su suerte es plena.

El viaje extraordinario de Celeste García (Arturo infante, 2018)

El viaje extraordinario de Celeste García, ópera prima de Arturo Infante, es una sátira política suave de ciencia ficción tras la que se oculta la dolorosa tragedia de la migración cubana, del exilio como única opción para abandonar un país casi irrespirable. En esta fábula, Infante imagina una posibilidad inaudita para los cubanos que desean migrar: un viaje a otro planeta que les abre las puertas a condición de que sean elegidos por sorteo —cualquier semejanza no es ninguna coincidencia.

La protagonista Celeste García (interpretada por María Isabel Díaz, la inolvidable novia de David y la bruja Osbrújula) es escogida por los alienígenas, pero debe pasar todo un enrevesado proceso de entrenamiento y adaptación, antes de que la nave espacial arribe para recoger a sus afortunados pasajeros. A cargo de esta etapa preparatoria están los burócratas cubanos, que la albergan en una destartalada "escuela en el campo" junto con otros cientos de elegidos. En este espacio transcurre la historia de Celeste, quien conoce a un manojo de personajes pintorescos y ansiosos por cambiar sus vidas, como ella.

New Eva (Natalí Cardet, 2020)

La historia de New Eva transcurre en un mundo distópico en el que las mujeres mantienen una postura de eterna reverencia ante los hombres. Es una realidad sexista, en que los personajes femeninos se desplazan siempre en esta incómoda posición con la que parecen conformes. Han naturalizado la obediencia, y pocas estás dispuestas a reconquistar la postura erguida.

El interés del protagonista (interpretado por Milton García) es capturado por una mujer que lo mira a los ojos, que camina tan o más recta que él. Es seducido por una mujer empoderada, que recuperó el libre albedrío y decidió asumir la postura que más le plazca, y no la dictada por la sociedad. El relato se desplaza hacia los terrenos eróticos de la seducción y la provocación. Aunque como toda distopía, el final no es feliz. El joven vivió un sueño temporal, y no puede replicar esa libertad en su esposa, que no quiere, ni sabe, ni soporta asumir otra postura que no sea la eterna reverencia.

Corazón azul (Miguel Coyula, 2021)

Corazón azul es el tercer largometraje de ficción del director independiente Miguel Coyula, y su segundo de ciencia ficción. Propone otra versión distópica de Cuba, en la que un grupo de mutantes, fruto de los desesperados experimentos genéticos de Fidel Castro para crear el Hombre Nuevo a su imagen y semejanza, conspiran para derrocar el régimen. 

Este grupo anarquista de seres marginales con extraños poderes fue generado por una empresa ficticia nombrada DNA 21, que una vez expulsada de los Estados Unidos por experimentar ilegalmente con el genoma humano, es contratada por el dictador cubano para conseguir su ansiado sueño.

Pero estos hijos de Fidel Castro, artificialmente concebidos en mujeres desprevenidas, se convierten en los peores enemigos de su proyecto, y de quienes lo continúan después de muerto este. Mientras más cercano es alguien, más riesgo hay de que se convierta en enemigo íntimo, parece rezar la moraleja de esta fábula distópica. La desesperación por hacer funcionar una vez más lo que es un fracaso abismal, solo puede engendrar peores aberraciones y monstruos.