ÍNDICE
Un día Andrés Mir me cerró el paso a la entrada de la Editora Abril: "¿Por qué no me haces algunas pinchas para Esquife?". A lo que respondí: "¿Qué tipo de dibujos quieres?". Para mi asombro, me propuso escribir. Ya había hecho algunas cositas periodísticas, así que, sin pensarlo dos veces, por espacio de un lustro, abordé el Esquife como mi buque madre… hasta que lo torpedearon.
A un año y poco de yo colaborar allí, la sangre eslava que corre por las venas de Andrés lo reclamó a su seno y partió sin miramientos. Con suma diligencia me pagó una deuda kilométrica y me presentó a Jorgito: “Este es el tipo que va a dar la cara de aquí pa´lante”.
Nunca hubiese sospechado cuánto sacaría la cara el tal Jorgito. Las peleas más inimaginables parecen ser su terreno predilecto, su ámbito de lucha habitual. Una especie de San Jorge, contra el dragón que ya conocemos. Yo sabía que aquella delegación de funciones no era un simple y mierdero acto burocrático, sino la entrega de una herencia repleta de confianza infinita.
La regularidad de las colaboraciones nos hizo partícipes de un empeño compartido que parecía ir viento en popa. Rumbo a mares procelosos, durante el preludio y proliferación del periodismo independiente del que hoy gozamos, hubo eventos que hicieron zozobrar la empresa.
Advierto, para quien no lo conozca de antemano, que este guerrero tiene demasiadas cartas debajo de la manga. Y no como las llevaría un prestidigitador, sino como estrategias de un intelectual que se ha formado en las lides nada halagüeñas de la confrontación contra la censura y el poder. Un abrazo aquí al hermano Jorge Enrique. Que sea él quien muestre sus artes:
Del teatro y la promoción cultural a la revista Esquife
Creo que esto será más congruente si empezamos la muela por el momento en que chocamos por primera vez, hace 13 años. ¿Cómo llegaste a Esquife?
"¿Tantos años han pasado? Recuerdo que cuando llegué a Esquife, en 2006, ya tú eras uno de los colaboradores estrellas, junto con Antonio Enrique González Rojas, Tony. Apenas teníamos que editar los textos de ustedes: eran impecables.
"Antes que nada, y antes que todo, hay que hablar primero de Andrés Mir, quien me abriría las puertas hacia el mundo de las revistas, las investigaciones, los ensayos, la crítica literaria y el periodismo cultural. Sin Andrés y sin Esquife yo no estaría aquí. No sería quien soy más allá de la poesía, el teatro y la promoción cultural.
Jorge E. Rodríguez: "Cuando ocurrieron los hechos que desembocaron en lo que se conoce como ´la guerra de los emails´, ya era ducho en circular mis cartas abiertas y mis textos críticos..."
"Por aquellos tiempos, entre 2003 y 2006, escribía textos que luego circulaba por correo electrónico. Tenía una lista de correos electrónicos considerable, más de mil, que en aquellos tiempos significaba estar pega´o. Aunque eso no implicaba el hecho de que me leyeran todos los usuarios de esas respectivas cuentas.
"Cuando ocurrieron los hechos que desembocaron en lo que se conoce como ´la guerra de los emails´, ya era ducho en circular mis cartas abiertas y mis textos críticos.
"Andrés llegó un día a La Madriguera —donde yo era el especialista de Literatura y luego su presidente— y me propuso que publicara mis textos en Esquife, y que además me los pagarían.
"Imagínate, me quedé de piedra: un grande de la literatura me proponía publicar en la revista digital que más consumía. En esa época trabajan en Esquife dos colosos como Leopoldo Luis García y Rafael Grillo. También Yanet Bello, que llegaría tras la salida de Hanna Chomenko, fundadora de Esquife (en 1999) junto con Andrés.
"Apenas seis meses después, si mal no recuerdo, regresan Andrés y Yanet y me proponen trabajar en la revista. Fue como un prende. No me lo creía. Estaba aterrado, pues una cosa es escribir para una revista, y otra bien distinta es trabajar en ella. Andrés ni siquiera tiene idea de lo que significaría aquello para mi vida toda y absoluta.
"Junto a María Gattorno, Alberto Curbelo y Atilio Caballero, Andrés Mir representa el parnaso de mi formación profesional:
"María porque me involucraría, a inicios de los noventa, en su proyecto ´Rock contra Sida´. En aquel equipo, con sede en el Patio de María, estaban figuras como Raúl Aguiar y Yoss. Viví por dentro el nacimiento y la muerte del Patio de María, un dolor que nunca se me ha aliviado. Es María quien intercedería, ante la Dirección Nacional de Casas de Cultura (que dirigía Fernando Rojas), para que yo estudiara promoción cultural, dirección y producción artística, y luego instructor de teatro.
"Atilio porque me abriría al mundo de las lecturas profundas con autores colosales e imprescindibles que yo desconocía, a pesar de que ya era yo un lector de largas distancias. También Atilio marcaría un antes y un después en mi poesía, y en mi apertura y cambio de visión respecto al mundo del teatro. A Atilio le debo aquellos premios que me ganaría en los antiguos Encuentros de Talleres Literarios.
"Curbelo porque me implicó en Teatro Cimarrón (donde llegué a ser su asistente de dirección). Un hecho que me propiciaría conocer el universo teatral por dentro, pues ya en esa época (1997) consumía mucho teatro, fundamentalmente a Gerardo Fulleda, a Eugenio Hernández Espinosa, a Tito Junco, y años después a Teatro Obstáculo. Es Curbelo quien me embullaría a que fuese miembro de la Asociación Hermanos Saíz.
"Llegué nervioso a La Madriguera, pues consideraba que mis escrituras y poesía no estaban a la altura de pertenecer a un gremio fundado por un ´todos estrellas´ que muchos conocen como la Generación de los Topos. Apenas una semana después regreso y la propia Aymara Aymerich (que era la presidenta de La Madriguera) me notifica que fui aceptado y me da mi carnet. No lloré, porque en aquella época no lloraba dada mi errónea creencia de que un hombre, y mucho menos ñáñigo, no llora.
"Ese es el camino que me llevó a La Madriguera, y de ahí a Andrés y a Esquife".
Después de que nos dejamos de ver, cuando nos propusiste a los colaboradores de la revista firmar una carta por el sabotaje a nuestra chalupa, siempre me quedé con picazón por conocer los intríngulis de aquella cabronada. ¿Qué pasó realmente?
"Solo dos personas me han hecho esa pregunta. Casualmente Tony, y ahora tú.
"La historia es larga, harían falta quince libros para narrarla a cabalidad.
"No solo se trataba de un supuesto hacker filipino interesado en dañar una revista cubana, sino de una kamankola que desde Cubarte se estuvo tejiendo.
"Cuando Andrés se marcha a Rusia, en 2010, me deja a cargo de Esquife. Simultáneamente era el jefe de despacho de Luis Morlote, llevaba una columna de reseñas literarias (´Deshojeando el Calendario´) en la web de la AHS, y también escribía para la revista de rap Movimiento, de la cual fui luego el editor en jefe de sus dos últimas ediciones (10 y 11) impresas.
"Tony, Sussette Cordero y Yani Monzón fueron mi equipo de redacción en Esquife, hasta que me vi obligado a salir porque ya colaboraba en Diario de Cuba, mi actual casa y familia desde 2014.
"En dos cartas abiertas publicadas en Esquife en 2014 —´Se jodió la perra´ en abril, y ´Obonekue´ en septiembre— explico el proceso contra Esquife y el porqué de mi salida de las instituciones. Otra historia diferente es mi renuncia a la AHS que no tuvo nada que ver con lo antes narrado. Fue mi responsabilidad, pero igual no descarto que haya sido parte de la emboscada".
Sobre la libertad de expresión y la censura en Cuba
Me gustó eso de poner en la biografía tu pertenencia a la AHS, en pasado, pero sin renunciar a la verdad de los hechos, no lo escondes. Tus últimos post también hablan de aspectos conformadores en la idiosincrasia de nuestra generación: Matojo, Elpidio Valdés, la pionerancia y “Seremos como el Che”.
¿Cómo ves ese punto de ruptura en el que tú y nuestra generación cortan con una cadena de accionar y pensamiento, si se quiere, oficial? ¿No es acaso la misma falla estructural que quebró la adepción de generaciones anteriores con la plataforma ideológica de este país en los últimos 60 años? ¿Se estará cocinando ahora la nueva hornada de futuros disidentes, todavía ciegos, en estado larvario?
"Es justo decir que fui una especie de niño mimado en la época que dirigí estructuras dentro de la AHS. Sabía que mis cuotas de libertad de expresión eran más amplias que para otros. A tal punto de que en una reunión Morlote indicó que, los trabajos que, por X, Y o Z motivos no podían publicarse en la web de la AHS, me los enviaran para publicarlos en Esquife.
"Creo que esta pregunta la puedo responder con las mismas palabras que en una entrevista que me hizo hace diez años Sussette Cordero:
La censura. Todos hablan de ella y nadie conoce sus trasfondos, sus mecánicas, sus concepciones. La censura está en todo y todos somos censores de facto. Claro, que hay censuras odiosas y desvergonzadas… y con esas no tengo arreglo. Ni con aquellos que la propugnan o la establecen en virtud de ´un mundo mejor´.
Me importan poco las consecuencias que implica delatar esos aposentos o imposturas erigidos sobre las censuras mezquinas… En definitiva las golpizas de mi abuela y de mi madre sirvieron para algo: ¿tal vez para ensancharme la espalda ante la inminencia del azote?
Gracias a la censura nacieron mis ´ejercicios de criterio´, que algunos llaman críticas, otros, periodismo cultural y cuanta sindicatura se inventan en el universo literario y periodístico. Pero todos se equivocan: son ejercicios de criterio y punto.
Los puntos de quiebre de lo que llamas nueva hornada son diferentes a los que conllevaron a mi ruptura. Yo no tuve la represión violenta, física y gubernamental que está soportado esa nueva hornada, por eso les tengo mis más sinceros respetos.
Ahora bien, es a esa nueva hornada a quien le corresponde rebelarse o someterse, pues no existe un manual. Mi consejo, que nadie me lo ha pedido, es uno solo: la memoria.
Feminismo, racialidad, la realidad social y político-económica actual de Cuba: las reflexiones de Jorge E. Rodríguez
He leído algunas reflexiones tuyas, ya de corte social, pero indisolubles de lo que eres como intelectual, en las que abordas temas tocantes al feminismo, al rol de las mujeres de tu familia en tu formación humana, cívica; también sobre racialidad, bien desde un discurso sesgado, o frontal; y otros pormenores que aguijonean la realidad social y político-económica en el comienzo de la tercera década del siglo XXI cubano.
¿Qué piensas de este ajiacongo en el que estamos metidos?
"Lo primero es que somos hijos y consecuencia. Sin responsabilidad y sin memoria históricas no se llega a ninguna parte. No lo digo yo, ahí está la historia demostrada como testimonio.
"Aquí citaré un fragmento de ´Obonekue´, pues tiene vigencia:
Nada tengo que demostrar; las credenciales que me distinguen están ahí; son evidencias que no se pueden ningunear ni trocar ni eludir. Y quizá sea este, precisamente, el tormento que desasosiega a la liturgia de los suaves latifundios que han prometido —para no perder la costumbre— un ramo de lirios y crisantemos. No tengo deudas y, por ende, no debo obediencia alguna. Las libertades nacen y mueren en uno mismo. La libertad —no importa cuánto empeño nos enseñaron a edificar para ocultarlo— es condición y porfía, jamás escarceo.
Habito un país que subsiste a espaldas del mundo y donde las puertas —abiertas o cerradas— han sido la unción del espejismo y de la insensatez en un pueblo que apenas logra recordar su nombre y se aboca, de facto, a las urdimbres de la desmemoria. Pero habito también ese país donde sus calles descalzas —y la sabiduría que no le ha podido incautar ninguna militancia ideológica— me enseñaron a nunca doblegarme ante suertes o destinos que, ciertamente, pueden acaecer por puro ejercicio de poder.
No necesito inventarme personajes, ni tramoyas, ni razones metafísicas para emplazar al diablo —desde cualquier calibre— cuando vende sus billetes traspapelados entre promesas y pantomimas. No tengo tiempo para hipocresías de maquillaje corrido.
Prefiero volverme un animal prehistórico; irrespetuoso de esas esquinas sagradas que se alimentan del dolor cubano".
Jorge E. Rodríguez: "Pero ya el régimen no controla las narrativas, y por eso recurre a la violencia y las mentiras..."
Cuando me entrevistaste para “Lecturas en tiempo”, de INSTAR, de la cual este encuentro es un desquite, metimos una muela espesa de muchas cosas, hasta donde iba la película en ese momento. De ahí para acá han ocurrido demasiados acontecimientos como para comprimirlos pero, a tu modo de ver, ¿cómo experimentas, a nivel espiritual, sensorial, el recrudecimiento de esta talla?
"Desde esa entrevista y hasta ahora, han sucedido más eventos dramáticos y trágicos que en el período de cinco años. Eso significa que los cubanos están amaneciendo, recurriendo a la fortaleza que significa el choteo y el humor contra el poder. Ese aumento de eventos dramáticos y trágicos es consecuencia de que la sociedad civil está presionando al régimen, y este responde con lo único que sabe hacer: reprimir.
"Pero ya el régimen no controla las narrativas, y por eso recurre a la violencia y las mentiras (que no es nada novedoso, sino parte de su naturaleza). Antes manipulaba más y golpeaba menos. Ahora es a la inversa".
La poesía en Jorge E. Rodríguez
No he tenido el privilegio de leer tus poemarios —Límites (Extramuros 2008), y Apropiaciones indebidas (Puente a la Vista Ediciones 2021)— los que espero disfrutar en algún momento. Cuéntame un poco de cuándo adviertes la simiente literaria en tu crecimiento intelectual y, más específicamente, de la periferia vivencial de estos cuadernos tuyos.
"Desde que tengo uso de razón la terquedad ha sido mi compañera de viaje. Nunca me pude quedar callado, aunque tal actitud implicara una torrencial golpiza, copy rigth de mi abuela o de mi madre. En verdad se necesitaba la paciencia de un santo para soportarme.
"Pues bien, un día de adolescencia me tropiezo con una frase (de Hermann Broch, creo) que expresaba: ´el primer deber de un poeta, además de comprender su época, es oponerse a ella´. La verdad es que no la entendí en aquel entonces, pero lo de poeta y oponerme a mí época me venía como anillo al dedo.
"Siempre fui, aún lo soy, un lector de largas distancias. Desde niño. La imagen primera de mi vida es mi abuela leyendo… de hecho, mi abuela podía leer y darte una paliza al mismo tiempo. Y como siempre estaba de penitencia —por lo que hacía o por lo que podía hacer luego— la opción más productiva era seguir su ejemplo: leer como un mamut desorientado.
"Recuerdo el primer libro que leí: ´Los bandidos de Río Frío´ que tenía tres o cuatro tomos —ni me preguntes por el autor ni por el tema—. Leía de todo… literalmente de todo y muy desordenadamente. Quien les puso orden y disciplina a mis lecturas fue Atilio Caballero. Creo que él no lo sabe, pero le debo muchísimo a los consejos que pacientemente Atilio me recitaba. Todos me sirvieron.
"Yo anotaba todas las frases que me enganchaban. Las releía y estudiaba luego para comprenderlas, para hallar su significado, para aplicarlas en la vida si era necesario. Así desbordé decenas y decenas de libretas. De ahí nace, creo, esa obsesión mía de reflexionar sobre todo y de aprender el oficio más difícil: escuchar.
"Tengo la impulsividad que otorga el hecho de vivir en los barrios y desandar sus calles marginadas y marginales. Pero igual poseo la paciencia —que no la cortesía— para escuchar. Creo que todas estas indisciplinas conjugadas propiciaron que un día —no recuerdo el motivo exacto— decidiera ser poeta.
"Aunque podríamos culpar de tal destino a otra frase de Broch que también terminaría por convencerme: ´nada puede el poeta, ningún mal puede evitar; se le escucha únicamente cuando magnifica el mundo (…)´."
Cuando se toma en serio el talento....
Te pedí una breve biografía para nortearme un poco con las preguntas, pero no imaginé que tu acervo curricular fuera tan nutrido. ¿Cuánto te han aportado todas esas experiencias como administrativo, asistente, especialista, promotor cultural e instructor de teatro, entre otras tantas parcelas de tu quehacer, en la articulación de una política personal hacia la cultura?
"Lo debo todo, absolutamente todo. Yo había abandonado la universidad, la cual, desde mi visión muy particular, solo sirve para ordenar el pensamiento. Nada más, y decidí jugármela al talento nada más, sin diplomados o maestrías o doctorados de respaldo. Solo mi talento y mi coraje.
"Que hoy se me identifique como periodista freelancer e intelectual (esto último niego que lo sea) es consecuencia de tomarme muy seriamente mi talento. Y poner ese talento al servicio de mi gente, no de poder o estructura gubernamental alguna.
"La libertad, para mí, es cosa seria y gorda. Y solo a través de todas estas implicaciones logré mi libertad. Porque sí, soy una persona absoluta e infinitamente libre. Que nadie te engañe en eso".
El periodismo es una herramienta de comunicación de armas tomar, pero, con todo y eso, de un hierro maleable. ¿Cómo le metiste el cuerpo a este asunto mediático?
Y, viéndolo con los ojos de la objetividad, ¿Qué papel crees que pueda jugar en la transformación de los estados de opinión, como infería, desde la verdad, desde la imparcialidad?
"En 2014, luego de publicar esa carta abierta de despedida, una amiga me pone en contacto con Diario de Cuba, el medio de prensa independiente que más leía, pues recordemos que surge de la disociación de Cuba Encuentro que era prohibida para los cubanos en la Isla.
"Imagínate que en Diario de Cuba está Antonio José Ponte, quien es para mí el más grande entre los grandes. Llegar a Diario de Cuba sería como el colofón para mí. Y así ha sido. Gracias a Diario de Cuba, por sus entrenamientos y talleres, fue posible que haya trabajado en medios pesos pesados como ABC, La Estrella de Panamá y Diario Las Américas.
"Salir de un solar en El Canal y llegar hasta aquí es mi orgullo personal. Pero mucha gente tuvo que ver en ello también, tanto en mi mundo personal, como en mi mundo profesional".
Ya te acercas a los cincuenta, la media rueda. ¿Qué avizoras más allá de esa frontera tan ficticia como franqueable? ¿Se queda algo pendiente de tu primera mitad de siglo?
"No tengo nada pendiente mi hermanito, rompí todos los límites que me impusieron, en cualquiera de los ambientes. Desde la guapería hasta el arte. Tengo la vanidad (y la convicción) de no medir la vida en victorias y derrotas, sino en las distancias que estoy dispuesto a recorrer.
"Cuando se es verdaderamente libre, te vuelves infinito en ti.
"Hay una frase de la obra teatral ´Andoba´ que me marcó y que me gustaría para cerrar: ´no es a un hombre a quien tienes que matar, sino a tu propia ignorancia´. Por eso es que vivo en eterno conflicto y crecimiento conmigo mismo: no me rindo mi hermano, no me rindo".
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