Escribir sobre el crimen perfecto puede sumir a cualquier escritor en largas jornadas de lucha con la hoja en blanco. Quienes se dedican a ello tienen la enorme misión de que su relato cumpla con las expectativas del lector. Patricia Highsmith, una de las mejores representantes de la novela negra estadounidense, decía que todo narrador del género debe de sentir una fascinación, o al menos empatía, con los asesinos. Pero, ¿qué pasa cuando quien escribe sobre homicidios y crímenes sin resolver, es también un asesino?
Por muy extraordinario que parezca, la historia de la literatura está llena de ellos, varios con una larga —o prometedora— carrera literaria. Conocerlos podría confirmar la tesis de algunos psicoanalistas que no dudan en estrechar lazos entre el ingenio y las conductas sociópatas. Si bien no es una regla general, la historia del arte ha dado verdaderas muestras de individuos cuyos niveles de criminalidad son proporcionales a su capacidad de creación.
Hay crímenes reales que han inspirado obras completas, tal es el caso de la Dalia Negra, ficcionada en un libro con el mismo nombre, escrito por James Ellroy. Pero, en este listado, solo seguiremos el rastro a autores que han hecho de sus vidas una macabra recreación literaria de crímenes casi perfectos.