A Claudia Expósito la llevo “conociendo” la imprecisa cantidad de tiempo que puede rondar los 15 años, aunque hace solo unos cinco fuimos presentados formalmente: “¡Ah, ¿ella es Claudia?!” Era como enlazar la figura habitual con su nombre que, en vísperas del estrechón de manos, se había hecho cada vez más sonoro y recurrente.
En los inicios, cuando me los tropezaba a ella y su pareja, Daiyan, en el circuito cultural de la Avenida 23, o en algún otro evento de la manifestación que fuera, hacíamos contacto visual o cualquier otro vago ademán de identificación remota, como hormigas de una comunidad demasiado grande como para tener que conocernos forzosamente.
Luego vino el acoplamiento de nuestros intereses, cada vez más cercanos, y todo cobraba sentido. Reconstruyendo los hechos del pasado “remoto”, no eran diletantes solo en busca de esparcimiento en el apoteósico panorama cultural habanero de hace una década. Estaban trabajando, pues Claudia resultaba ser productora.
En años recientes afloraron nuestras apetencias poéticas por la palabra: los textos que he escuchado en su voz tienen ese aire de campo de crisantemos arrastrados por la brisa. Nuestro vínculo es fruto legítimo de la bohemia que hasta hace poco más de tres años todavía nos acompañaba.
Ahora, como sobrevivientes de una hecatombe pandémico-ideológica, yuxtapuesta a una debacle económica, empezamos a asomar las cabezas para dar señales de vitalidad creativa. Aquí está mi interlocutora, ante la feliz noticia de que quedaron yescas para arder ante la menor frotación de los pedernales de su espíritu.
Inicios como productora
Hay cosas en las que uno se mete, a las que no puedes clasificar hasta mucho tiempo después. A mí me ha sucedido eso muchas veces. Y con el paso del tiempo llego a identificar lo que hago por el reflejo social.
En tu caso específico, cumpliendo ahora 30 años de actividad profesional, ¿cuándo supiste que eras productora? Y, para esclarecernos a unos cuantos que tenemos una idea bastante vaga del desempeño de un productor, ¿a qué se consagra alguien que ejerza esta indispensable especialidad?
“Así exactamente me sucedió, me metí en algo que ni siquiera sabía que existía. Era muy joven y trabajaba en la radio. Un día me llamó por teléfono Iván Latour, líder de la banda de rock alternativo Havana. Me pidió que fuera su representante, porque Humberto Manduley me había visto ´capacidades´.
“Inmediatamente le dije que sí, también que me explicara qué era eso ¿Qué hacía un manager? Me dijo: ´ser parte de nosotros, lo demás lo vamos haciendo sobre la marcha´. Así aprendí lo demás, sobre una marcha galopante y reconfortante.
“En la Cuba de los años 90 la persona encargada de la producción hacía todo lo que tuviera que ver con la Banda hacia afuera: estrategias, promoción (radio, TV, carteles); diálogo con instituciones; producción de conciertos (desde diseñar el escenario: hacer planos, atender la carpintería, buscar camiones, luces, sonido, llegar a acuerdos con bomberos y policías, brindarle atención a personas invitadas, dirigir la escena durante el concierto, encontrar rápida solución a los imprevistos, asegurar el afterparty, recoger, devolver y cerrar contratos días después y, también, terapeuta o mediadora de conflictos. ¡Ah! Y una labor de suma importancia: facilitar alimentos y bebidas.
“La persona que ejerce la producción se consagra al hecho artístico y a lo que él nombra o subraya dentro del tejido cultural del momento. Se entrega a este y propicia su viaje fluido y eficaz hacia ese acento dentro de la cultura humana”.
Estudiar producción en Cuba
Doy por sentado que producir 160 espectáculos de diversa índole es una tarea titánica. Cuando empezaste en el 93, ¿te imaginaste que llegarías a esa escalofriante y “productiva” cifra de eventos en tu haber?
Es muy obvio que lo disfrutas. En tu temperamento y ánimo se descubre a alguien con madera para hacerlo. Pero, aunque me lo comentaste someramente, quisieras que los lectores se enteraran por esta vía: ¿por qué no estudiaste producción?
“Creo que, en 30 años, esa cifra no es tan inmensa. En condiciones ideales hubiera hecho mucho más. Y en cuanto a si imaginé eso, sí, supongo que sí, porque me enamoré de mi labor y sentido desde el primer concierto que hice, así que supe que quería hacerlo para siempre.
“No existía la carrera de producción cuando yo era adolescente o joven. En nuestro país no existe aún ninguna formación para producción de eventos, festivales, bandas musicales. Solo existe para audiovisuales. La profesión está venida a menos, existen algunos cursos y talleres para personas interesadas. Pero ¿cómo hacer nacer ese interés?
“No estudié en ninguna academia, pero tuve mentorías. Josué García me ayudó mucho al principio, me enseñó el ABC. Marianela Santiesteban fue de mucha inspiración para mí. Iván y Osamu, de Havana, me encauzaron, haciendo de mí, con su amor y tutela, la productora que necesitaban hasta que el grupo emigró en el 97″.
Claudia Expósito, la música y la literatura
Me dijiste que comenzaste en la radio con 17 años, edad bastante precoz para un oficio mediático de ese tipo. ¿Qué hiciste dentro del medio en aquel entonces? ¿En qué emisora?
“Tenía una crisis vocacional tremenda cuando debía escoger y entregarme a lo que me definiría para siempre. Ninguna carrera me satisfacía lo suficiente. Estaba segura de mis pasiones: la música y la literatura. Como no era cultora de ninguna pensé que en la radio podían hacer buen matrimonio.
“En aquellos momentos escuchábamos mucho la radio, la amábamos. Radio Ciudad de La Habana sobre todo. ´El programa de Ramón´, de Fernández Larrea; ´El camino de los Juglares´, con Frank Delgado; ´Disco Ciudad´, con Juanito Camacho; ´La Quinta Rueda´, con Humberto Manduley; o en la noche, ´La Casa de Cristal´ con Ana María; o ´No hacen falta alas´, con Miriam Ramos en Radio Progreso.
“Así que empecé en su fonoteca. Un santuario para la música. Escuché mucho, aprendí y conocí personas maravillosas. Cimenté mis valores, me conocí, allí me hice adulta. Entendí rápido que mi personalidad no resistía 8 horas diarias sin ver el cielo, un árbol o la lluvia.
“Entonces me convertí en realizadora de efectos sonoros, efectista, que ofrecía mayor libertad en los horarios y nuevos retos. También empecé a escribir algunos guiones para programas juveniles de la misma emisora”.
Ser hija de Denia García Ronda
De no ser por el chismorreo de Facebook, creo que nunca me hubiese enterado que eres hija de Denia García Ronda. En todas nuestras veladas, que no han sido pocas, nunca salió a relucir el tema porque no alardeas de ello.
Sabes que, sin tirar un chícharo, hay gente que vive a costilla de su pedigrí intelectual como si fuera un título nobiliario. ¿Qué significa para ti haber crecido bajo el ala de una intelectual como tu mamá? ¿Cuánto te aportó alguien con cuya literatura han crecido generaciones enteras en este país?
“Mi mamá significa mucho para mí por razones íntimas, espirituales y emocionales, como debes suponer. Ella es el horcón de nuestra pequeña familia, el ejemplo, el ideal. Tener a esa intelectual como madre es para mí de suma significancia. Ha ido cambiando a través de los años, pero no ha perdido un gramo. Lo ha hecho como ha cambiado el contexto, como el clima, como he cambiado yo.
“Para mí, es una erudita, cuánta duda tengo se la pregunto, ella por supuesto responde. Si es de literatura cubana puede hasta decirme en qué libro y qué página se encuentra lo que busco. Es mi interlocutora esencial para desarrollar mis proyectos. Cada conversación es enriquecedora, siempre dispuesta a compartir su sapiencia y sus valores.
“Su aprobación y compañía es muy importante para mí. Mi mamá es de un tiempo de utopías, se sumergió profundamente en ellas, las hizo vencer en el espacio privado de su existencia y es mi estrella norte.
“Cuando niña no me gustaba que me mandaran a leer en voz alta porque era de mi mamá el texto, entonces mis compañeritas y compañeritos me miraban con lástima, pues creían que una autora del libro de lectura debía estar muerta.
“Por otra parte, ya adulta, me encantaba ver el rostro de las personas cuando les decía que mi mamá era Denia, se les llenaban los ojos de destellos infantiles, felices, fundacionales. Sin embargo, hace generaciones que ese nombre no les dice nada, las personas jóvenes no reaccionan, aunque sigue en la enseñanza el mismo libro de lectura. Algo cambió, algo quedó vacío”.
Claudia Expósito, la poeta
A propósito de literatura, además de las muchas veces que te he escuchado en eventos y otros espacios más íntimos, recuerdo aquella madrugada que nos echamos en El Mégano, a orillas del mar, durante el cumpleaños de Luisito.
Esa tarde despedimos el sol, y luego le dimos la bienvenida al otro día a golpe de guitarra y la declamación de tus poemas. ¿Por qué no los publicas o, cuando menos, haces una o varias antologías con ellos?
“Siempre escribí poesía, por cierto, a mí mamá le gustan mis poemas, quiere que los publique, guarda mi primer poema que escribí a los seis años. Yo guardo como un tesoro también esa primera vez, esa divina sensación: la inspiración. Es una energía poderosa y arrobadora, que no me pertenece, pasa por mí y sucede el poema.
“Creo que no los he publicado por pudor, no veía mis versos en los ojos de quién no conozco o no me conozca. Me falta una ilusión que completa a la poeta: el papel, la imprenta, los anaqueles de las librerías, el escrutinio, las etiquetas y las generaciones. Sin embargo, me gusta leerlos en público.
“Puede ser mi pasión por el espectáculo, aquello pletórico de emociones y, en definitiva, fugaz, una alegoría más fiel de la vida que la trascendencia del libro, con su lomo y su portada, entre cientos de miles de papeles amarillos alimento de polillas. Pero, como el contexto, como el clima, ya he cambiado, cambié de opinión, se los voy a publicar a mi mamá. Ya veré cómo se hace eso”.
15 de Noviembre
Abrí esta mañana un libro sin palabras,
me asomé a la podredumbre del rehén
al cadáver de mis ideas
Arrastré a mis hijos al lodo ciego
a la mentira,
al secuestro.
Les doy de comer silencio,
les he convencido que ser roca
también es camino
Les he deshecho toda su ropa blanca
las he teñido de rojo sangre, de churre citadino
Les he destrozado todas las sábanas de amar
la camisa del uniforme
y el par de franjas
para que crezcan seguros.
(Claudia Expósito, La Habana 2021).
Retomando nuestro tema central, si yo llego a saber que eras productora, en aquellas numerosas ocasiones que me cruzaba en 23 contigo y con Daiyan, incluso antes de presentarnos o dirigirnos la palabra por primera vez, estoy seguro que te hubiese contratado como mi productora personal.
El asunto es que nunca he tenido dinero para pagar algo así. ¿Se remunera suficientemente una profesión como la tuya?
“Depende del acuerdo, de lo que se quiera, de lo que se logre, depende del artista. Yo no he ganado mucho dinero con mi profesión. Pero sin abandonarla me he sostenido dignamente y a mis dos hijes”.
Producción de un evento o festival de música v/s producción audiovisual
¿Qué diferencia la producción de un evento o festival de música de otro audiovisual? ¿Pudieras ejemplificarme con casos específicos?
“Yo creo que la persona que se dedica a la producción está capacitada para emprender cualquier proyecto. Debe diseñar cada paso con su cronograma y distribución de roles, diseñar el presupuesto y ejecutarlo, debe saber qué tiene flojo y reforzarlo, gestionar los imprevistos. Debe participar en el análisis de la obra y su pertinencia en el mundo, es quien define su viabilidad.
“Creo que es la persona responsable de la energía con la que el equipo trabaja. Es una labor en extremo práctica, hace suceder en el terreno de la acción las ideas artísticas y su resultado, sea un grupo de canciones, una película o un evento.
“A su vez es alguien con sensibilidad y atención suficientes como para generar todo el espacio, material, psicológico y espiritual, donde se produce y se comunica el arte: lo más sublime de la producción humana”.
Eventos para recordar…
Tu currículo es bien extenso. Pero, dentro de todos los eventos que registra, ¿cuáles te han marcado o has disfrutado de manera más entrañable?
“Es una pregunta muy difícil de responder, porque todo lo que he hecho lo llevo de manera entrañable, sobre todo porque lo hice con mi ser completo, en el total aquí y ahora de ese momento. Pero te puedo hablar de aquellos proyectos profundamente transformadores, los que me significaron un salto evolutivo.
“Empecemos por Havana, mi primer grupo, el salto al vacío, al mismo tiempo el gran reto cuando el grupo iba siendo más y más popular. Hacíamos cada tres meses conciertos en el patio del Karl Marx con tres mil personas de público. Hicimos un disco ´Puertas que se abrirán´ y varios videos clips.
“Todo nuevo y enjundioso para mí. Descubrí la hermandad y la solidez de un grupo familia: como en la golpiza propinada por la policía en el Payret durante un concierto nuestro, aún hoy no aclarada la razón.
“En ese altar de mis proyectos fundacionales y amados está: Juegos de Malabares. El primer proyecto que gesto, junto a varios artistas de diferentes manifestaciones, en el 97. Teníamos un espacio mensual en La Fragua Martiana, la entrada no se pagaba con dinero, el público debía leer una frase que habíamos (mi mamá y yo) escogido de Martí y que se relacionaba con el tema del espectáculo.
“Las personas de teatro (Alexander, Judith, Verde) nos montaban la escena. Cantaban Boris Garcés, Roberto Garrido, Darío Valdés, David Ramy. Leíamos Marcelo Morales y yo. Tocaba su obra en el piano Aldito López Gavilán y Ramsés Puente en el violín. Participaban bailarines de Retazos. Alexander hacía un monólogo. Engranado todo como un café- teatro, así hicimos La Muerte, La Fiesta del Agua, La feria de la Flores y otros tantos.
“El tiempo en el Centro Pablo y mi querido espacio Puntal Alto lo llevo muy cerca del corazón. Así como los cinco años en La Madriguera, donde un grupo de gigantes de copa y raíz hizo historia dentro del monstruo institucional y, con la razón del arte y la cultura joven como escudo y estrella de su sentido de ser, defendiendo el inalienable derecho a ser escuchado, a participar de un diálogo cultural y cívico.
“Ese es mi equipo ideal, ya lo formamos y lo vivimos, ya nos separamos físicamente y desapareció la fertilidad donde sembrar. Pero estamos muy conectados, todavía latimos como red.
“Más recientemente, La Muestra Joven. Siempre fui público cautivo del evento, lo amé, me parecía genial y pertinente. Poder participar como productora general y de actividades colaterales, aportar mi visión, curar las noches tratando de establecer puentes entre manifestaciones artísticas, le daba total sentido a mi trabajo y mi carrera, era la última isla donde naufragar”.
Frank Mitchel y el despegue de los jóvenes creadores
Una noche, en el taller de Maikel Sotomayor, homenajeando entre amigos el natalicio de Martí, nos presentaste al trovador Frank Mitchel.
Como la de él, sé que has empujado la carrera de otros jóvenes talentos en diferentes manifestaciones del arte. ¿Cuán necesario crees que sea este aventón pare el despegue de jóvenes creadores?
“Como todo aventón, es alentador y necesario. Me complace mucho trabajar con jóvenes. La pureza de la obra, la humildad con la cual se enfrentan a compartirla, es mi etapa preferida, sobre todo en la música. Creo que es ahí donde radica el gran destello artístico, el momento en que la flor se abre, aún no contaminada por las necesidades de la industria y los públicos.
“Quizás ayudo a preservar esa chispa inicial, a validarla. Agradezco tener la oportunidad actual de ayudar e impulsar la carrera de Frank Mitchel, músico, persona y poeta excepcional. Su voz y su palabra, el camino ancho y hondo de su pensamiento y su talento realmente me llenan y me han devuelto las fuerzas.
“Estamos en el proceso de grabación de un EP, con la ayuda financiera de Roberto Perdomo, líder de Tesis de Menta, grupo con el que trabajé, amo y respeto. Para mí es muy coherente y feliz que se evidencie así, para mí, los pasos certeros de mi carrera”.
Proyectos a corto y mediano plazo
Tienes varios proyectos de cosecha propia, como La Rueca Taller; otros que compartes con Daiyan —Ciudad sumergida—, sobre audiovisuales de diversa naturaleza, documentales y de corte experimental.
En los finales, háblame un poco de todo ese espectro que se me pudiera escapar, de otros experimentos artísticos compartidos con entidades o creadores nacionales y de otras partes del mundo. ¿Qué proyectos amasas a corto o mediano plazo?
“Con Daiyan, mi pareja sentimental, hemos hecho varios bellos proyectos juntos, el más importante e imperecedero ha sido criar dos personas de bien, generosas, llenas de valores y amantes del arte, la literatura y la cultura.
“Hicimos, como mencionas, Ciudad Sumergida, un proyecto de exhibición de Cine joven en la barriada de San Agustín. También el proyecto Cine en 60, muestra de cortos de 1min, con conciertos y participación de VJ, del que logramos tres ediciones. Hacemos películas: Paisaje (fic. 9′), adoleCe (Doc. 60′) Los Filósofos (En postproduccion, 70′).
“A corto plazo queremos terminar de escribir y hacer la carpeta de dos documentales y una ficción que él está escribiendo, para buscar fondos y filmarlos. Estoy haciendo un documental hermoso y necesario Iyé Mi Illé con mi mejor amiga, Yesenia Selier, emigrada en Nueva York hace ya 20 años.
“Rueca Taller es el proyecto que más ocupada me tiene y con ese vértigo (al que soy adicta, te lo confieso) que se tiene ante algo que demanda mucho de tu mejor energía. Es un taller de organización de proyectos que facilito, una manera de mitigar la ausencia de espacios de formación para las personas que quieran producir, presentar proyectos a financiamiento o ayudas, o saber si podrían llevar a cabo su idea.
“Quiero crecer a mediano plazo y dar asesorías a proyectos, coaching, y montar world cafés. Una manera de, mediante la inteligencia colectiva, encontrar qué necesita tu proyecto, ideas para crecer, cambiar de rumbo, o evaluar el desempeño y los propósitos de un proyecto. Eso me hace mucha ilusión. También quiero seguir ayudando a mis hijes en sus ideas, ayudando a Red Nativa a sembrar árboles cubanos, y seguir practicando y ayudando a la práctica de Zazen”.
Publicado originalmente en Alas Tensas.
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