Ariel Ruiz Urquiola se convirtió en una persona muy conocida, a su pesar, en el ámbito de la política independiente y el activismo, por la represión que empezó a sufrir debido simplemente a su compromiso auténtico como ambientalista, defensor del medio ambiente y conservacionista.
Su denuncia de la pesca indiscriminada de las tortugas Carey en Cuba, el tratamiento de cáncer de mama de su hermana desahuciada por el sistema de salud pública cubano, así como la pérdida de hábitats naturales y cultivares cubanos alrededor de una biogranja autogestionada en una montaña de la Sierra de los Órganos en Pinar del Río, lo volvieron demasiado incómodo para las autoridades de la isla. Condenado a un año de prisión por "desacato", ganó su libertad con su propia voluntad, gracias a una huelga de hambre y de sed, y el apoyo de cubanos (incluso alineados a la política del "desgobierno") y de la comunidad científica en la Universidad Humboldt (Berlín).
Animado por esa misma determinación, esa misma energía y entrega, continúa trabajando y expresándose con rectitud. Hoy vive en Suiza, donde ha ganado una de las prestigiosas becas de Scholars at Risk para continuar sus proyectos sobre la naturaleza cubana en la Universidad de Berna.
Habita siempre un bosque, porque convierte en un bosque cada lugar a donde llega. Por eso, esta vez conversa con nosotros desde un curioso monte floral y frutal en que ha transformado el balcón de su apartamento en Suiza.
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