El más reciente capítulo electoral que vive la República de Turquía está lejos de terminar. De hecho, ya ha sido determinada la celebración de una segunda vuelta para estas elecciones presidenciales el 28 de mayo, después de que los candidatos no lograran superar el 50% de los votos en la contienda este domingo 14. Nunca antes, en las dos décadas que lleva Recep Tayyip Erdoğan en el poder (Primer Ministro entre 2003 y 2014, y Presidente desde ese año hasta la actualidad) hubo necesidad de tal alternativa.
Según declaró Infobae, la agencia estatal Anadolu anunció que Kemal Kiliçdaroglu, candidato socialdemócrata del Partido Republicano del Pueblo (CHP), había obtenido el 44,9%, muy cerca del actual presidente, que concluyó con un 49,4%. Las elecciones en Turquía más reñidas en mucho tiempo.
Sin precedentes en el país en lo que va de siglo, este segundo round pudiera comprender dos desenlaces completamente distintos: la reapertura democrática del país o, en su defecto, la continuidad del erdoganismo autocrático que se ha afianzado en los últimos años.
Algunos medios apuntan a que esta es solo una dilación innecesaria y que, invariablemente, “el hombre fuerte de Turquía” terminará imponiéndose; otros, esperanzados en la pujanza de las generaciones electorales más jóvenes, confían en el cambio.
De acuerdo a lo declarado por el propio Kemal Kilicdaroglu, “si nuestra nación dice segunda vuelta, ganaremos absolutamente en la segunda vuelta. La voluntad de cambio en la sociedad es superior al 50%”.
Turquía bajo Erdogan y su relación con Cuba
Inesperada para muchos, la mutación política que ha experimentado el líder turco durante la última década lo ubica a la par de otros adalides del autoritarismo, apoyados sobre todo en la fuerza “bruta” de sus naciones. Según el sitio Nueva Sociedad, la “popularidad” del Erdoğan de hace diez años orbitaba alrededor de los siguientes términos:
Los editores de la revista Time habían seleccionado a Recep Tayyip Erdoğan, el líder del AKP [Partido de la Justicia y el Desarrollo], entre los candidatos a Personaje del Año 2011. Justificaban su elección en estos términos: «Reelecto para un tercer mandato sin precedentes, [Erdoğan] ha convertido a Turquía en el segundo país con el más rápido crecimiento después de China; fomenta la democracia laica en Egipto y Túnez» y representa «un modelo para los islamistas en ascenso» en esas posdictaduras.
Aun así, la muestra más fehaciente de su radicalización política la constituye, sin dudas, el affaire de la adhesión de Turquía a la Unión Europea, postergada por casi 20 años.
A partir de 2003, el gobierno de Recep Tayyip Erdoğan promovió una serie de reformas enfocadas en “occidentalizar” el estado turco, poniéndolo en sintonía con varias de las condiciones socio-políticas exigidas por la Unión Europea a sus estados miembros.
Conocidos como Criterios de Copenhague, estos requisitos incluyen la existencia de libertades de expresión y prensa; la creación de garantías constitucionales que favorezcan la conservación de las prácticas culturales de las minorías; y la presencia de una economía de mercado que pueda plantarle cara a la tensión competitiva dentro de la Unión, entre otras.
Erdoğan, sin embargo, ha conducido a Turquía por el camino del absolutismo, reprimiendo protestas de opositores, limitando libertades ciudadanas y concentrando en su persona una buena parte de los poderes del Estado. Las elecciones en Turquía han sido igualmente criticadas por varios observadores europeos.
Asimismo, el gobierno turco muestra cierta dilección hacia el cubano, corroborada recientemente en noviembre de 2022, durante una visita oficial del presidente Díaz-Canel a ese país. "Le doy especial importancia a incrementar nuestra cooperación y solidaridad con Cuba, uno de nuestros principales socios en la región", aseguró Erdogan.
Ante la inconsistencia de Venezuela y Rusia, Turquía se ha convertido en uno de los principales aliados “energéticos” de la Isla. Así lo confirman, por ejemplo, las centrales eléctricas flotantes que nos han enviado en los últimos años.