El Presidente Castillo declara un autogolpe de Estado
Horas antes de que el parlamento del Perú debatiera la posible destitución de Pedro Castillo, el ahora expresidente sorprendió al pueblo peruano al anunciar en un mensaje a la nación en el que decretaba la disolución del Congreso e instauraba un Gobierno de Emergencia Nacional. Era el comienzo de una jornada política dramática en el país sudamericano que mantendría en vilo a ciudadanos y compañías del país:
Disolver temporalmente el Congreso de la República e instaurar un Gobierno de emergencia excepcional, convocar en el más breve plazo a elecciones para un nuevo congreso con facultades constituyentes para elaborar una nueva constitución en un plazo no mayor de 9 meses.
Pedro Castillo además anunció un Toque de queda a nivel nacional y declaró en reorganización el sistema judicial, lo que incluye a la Fiscalía de la nación e incluso al Tribunal Constitucional, la máxima Corte del país. Un golpe sobre la mesa que resucitó de inmediato algunos fantasmas del pasado más turbulento de la historia de América Latina y en particular de Perú.
Los congresistas y varias figuras políticas del país denunciaron un golpe de Estado, o un autogolpe, por parte del propio presidente al estilo del que lideró el expresidente peruano Alberto Fujimori en 1992. Pero la decisión de Castillo generó también la impresión de que se trataba de un acto desesperado del presidente para evitar ser destituido en un contexto en el que los indicios de corrupción contra él se volvían cada vez más contundentes.
El transcurso de los hechos tras el autogolpe
En la forma de gobernar de Castillo, aunque parezca sorprendente este último movimiento, ya se ha ido observando mucha improvisación. Al final de su presidencia ha sido fiel a su estilo de liderazgo sin hacer caso de sus asesores, rodeándose de unos pocos de la provincia de dónde él proviene que posiblemente no tienen una visión de la política a nivel nacional.
Muy pronto sus ministros empezaron a renunciar como una forma de protestar y distanciarse de lo que acababa de hacer Castillo. Casi todos los actores políticos e instituciones se habían convencido que no tenía salida ni viabilidad su Gobierno.
Los hechos siguieron avanzando a ritmo vertiginoso, casi después de una hora del anuncio de Castillo, la Junta de Fiscales Supremos condenó la ruptura del orden legal por parte del mandatario y anunció que tomaría acciones legales:
Ninguna autoridad puede ponerse por encima de la Constitución y debe cumplir con sus mandatos constitucionales. El Ministerio público como órgano constitucional autónomo que tiene el mandato de persecución del delito adoptará las acciones legales correspondientes frente al quebrantamiento del orden constitucional.
Dina Boluarte, sexta presidenta en cuatro años
Finalmente, un par de horas después de su intento por disolver el parlamento peruano, el Congreso destituyó a Pedro Castillo por permanente incapacidad moral con 101 de 130 votos a favor. Castillo fue detenido poco después y fue llevado a la prefectura de Lima.
Ahora posiblemente se enfrenta a un proceso legal por el presunto delito de rebelión. Más tarde fue conducido al penal dónde está recluido el exmandatario Alberto Fujimori, quien afronta una condena de 25 años de cárcel por violaciones de los Derechos Humanos y corrupción.
La destitución de Pedro Castillo es apenas un capítulo más en la ya conocida historia de inestabilidad política en Perú. El nombramiento de Dina Boluarte como nueva presidenta de la nación la convierte en la sexta Jefa de Estado del país en los últimos cuatro años.
¿Qué está fallando en el sistema político de Perú?
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Es un sistema de partidos muy fragmentado, de forma que un presidente electo normalmente no logra formar una mayoría en el Congreso, de manera que se genera una confrontación entre Parlamento y Presidencia.
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Hay una polarización política muy alta con la que se desgastan muy rápidamente las candidaturas y los que obtienen cargos. Los opositores buscan constantemente la forma de generar un clima para que se produzcan elecciones anticipadas.
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La Presidencia ha sido muy endeble ya que no ha logrado realmente conformar un Gobierno estable. Ha habido más de 30 ministros en un año, lo cual demuestra la ausencia de una gobernanza adecuada.
La destitución de Castillo fue celebrada en Lima a bocinazos y pitidos, su destitución fue aprobada por una amplia mayoría del Congreso. El comienzo de la presidencia de Castillo quiso simbolizar un reinicio de la política peruana que al final no ocurrió.
¿Se puede salir de la inestabilidad política permanente del Perú?
Algunos expertos apuntan que se tendría que formar un partido que recogiese de verdad los intereses de la ciudadanía y que sobre todo tuviese la voluntad de llevar a cabo las reformas políticas que son necesarias:
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Creación de una ley de financiamiento de partidos
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Volver a las dos cámaras del Congreso para aumentar más seguridad y filtrar a las personas que entran en el mundo de la política y a cargos institucionales.
¿Será Dina Boluarte el inicio de una nueva era?
La Presidencia de Pedro Castillo ya es historia. Lo positivo es que el Perú fue capaz de defenderse de un asalto a su democracia y como un hecho de gran simbolismo que Dina Boluarte se haya convertido en la primera presidenta mujer en el país andino.
Pero esto no significa que Perú pueda pasar página fácilmente. El país necesita reformas estructurales para conseguir que el Ejecutivo y el Congreso funcionen de una vez y para asentar las bases para que surjan partidos políticos que representen de verdad los intereses de los peruanos.
Actualización
Tras la destitución del presidente Castillo, la crisis en Perú ha continuado. Según el politólogo Alberto Vergara el problema reside en que “el Congreso peruano está compuesto de otras versiones de Pedro Castillo”.
A pocos días de iniciado su mandato Dina Boluarte declaró el estado de emergencia en el sur del país, llamando a elecciones para el próximo abril de 2024. Su llamado fue un intento de apaciguar las protestas que habían dejado, para ese momento, al menos dos jóvenes muertos y decenas de heridos. Un par de días después, la cifra de muertos ascendería a cinco.
Al mismo tiempo, los gobiernos de México, Colombia, Argentina y Bolivia respaldaron a Pedro Castillo y pidieron respeto para él. Desde prisión, Castillo insistió en "ser fiel al mandato popular".
En las calles, la escalada de protestas no cesó, con enfrentamientos entre la policía y los manifestantes. Mientras, la Fiscalía solicitó 18 meses de prisión preventiva para Castillo.
Finalmente, el gobierno tuvo que decretar el estado de emergencia nacional por 30 días por la violencia imparable en las calles que ya ascendía a siete muertos. La represión y los bloqueos de las carreteras terminarían aumentando esta cifra a, al menos, 20 muertos. Mientras la presidenta peruana, Dina Boluarte, anuncia la destitución de su Primer Ministro una semana después de nombrarlo.
Publicado originalmente en Compañías de Luz.
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