Las bolsas de plástico son uno de los principales problemas en el ecosistema. Consideradas perfectas para el comercio en esta era, sus cualidades físicas y de fabricación atentan contra el equilibrio en el planeta.
A pesar de que parece que llevan toda la vida con nosotros, se trata de un invento bastante reciente. En 1960 una empresa sueca, Celloplast, solicitó una patente estadounidense para "tubos con fines de embalaje", diseñados por un equipo de dicha compañía.
Su idea era que el tubo de plástico, aplanado, se pudiera sellar a intervalos regulares para crear la parte inferior de una bolsa y dejarlo abierto en la parte superior para insertar lo que necesitara ser empaquetado. El diseño final fue obra del ingeniero Sten Gustaf Thulin.
Años después, en 1979, estas nuevas bolsas de plástico controlaban el 80% del mercado de bolsas en toda Europa y comenzaron a enviarse al extranjero. Las empresas orientadas al plástico comienzan a comercializar de forma agresiva su producto como superior al papel y las bolsas reutilizables, pues ninguna de estas eran fáciles de transportar y tampoco tan fuertes como el plástico. Y quizá lo más importante: el papel era más caro de producir que el plástico.
Consecuencias Inesperadas
En un principio se pensó que las bolsas de plástico ayudarían a reducir la deforestación relacionada con las bolsas comerciales. Pero un nuevo problema se creó. A pesar de los beneficios directos que aportó su invención y uso, las consecuencias medioambientales han sido desastrosas.
La famosa imagen de una tortuga enredada en un ovillo de plástico, ganadora de la edición de 2017 del World Press Photo o la del caballito de mar portando un bastoncillo, finalista del mismo año en los "Wildlife Photographer of the year", han sido dos gritos gráficos que pretenden llamar la atención sobre lo que está pasando bajo el agua.
Las bolsas y los vertidos plásticos están atrapando y ahogando a las especies marinas. Además, la descomposición de este producto en el agua está provocando su absorción en forma de microplásticos en la cadena alimenticia, generando una contaminación que ya llega hasta los humanos. Cada año, según la ONU, los océanos reciben entre 8 y 13 millones de toneladas de plástico, lo que amenaza la vida marina y humana, y destruye los ecosistemas naturales.
La Mancha en el Pacífico
En 1997 el investigador Charles Moore descubre la Gran Mancha de Basura del Pacífico. Es una descomunal acumulación de residuos en el océano Pacífico Norte. También conocido como el Vórtice de Basura del Pacífico, este basurero flotante está formado por dos masas de residuos diferentes.
Si bien es cierto que los residuos que acaban en el océano son de diversos materiales, los plásticos constituyen la mayoría. Esto se debe a que la durabilidad, el bajo costo y la maleabilidad del plástico hacen que se sobreutilice cada vez más en productos industriales y de consumo.
Dado que la Gran Mancha de Basura del Pacífico está muy alejada de la costa de cualquier país, ninguna nación se hace responsable ni suministra la financiación necesaria para limpiarla. No obstante, muchas personas y organizaciones internacionales están dedicadas a evitar que siga creciendo. Ocupa una extensión equivalente a siete veces el tamaño de Francia, según algunos especialistas.
Controlando las Bolsas Plásticas
Es innegable en el contexto moderno que las bolsas plásticas necesitan ser controladas. En 2002 Bangladesh se vuelve el primer país del mundo en implementar la prohibición de las bolsas de plástico delgadas, después de que se descubrió que desempeñaban un papel clave en la obstrucción de los sistemas de drenaje durante inundaciones.
En julio de 2018, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) destacó que 127 de 192 países estudiados han promulgado algún tipo de legislación nacional para abordar los problemas que acarrean las bolsas de plástico.
(...) limitar o eliminar el consumo de plásticos desechables y aumentar el uso de recursos biodegradables sería la mejor manera de limpiar los ecosistemas.
Varias regulaciones han estado sucediendo en los últimos años para tratar de controlar el problema. Pero el paso más importante lo hace el mismo consumidor. Es necesario educar a las personas en la conciencia de escoger una bolsa de tela sobre una de plástico y eliminar la cultura del usar y tirar.
Según datos de la Unión Europea, si se acaba con los residuos que generan los productos de usar y tirar seremos capaces de eliminar hasta el 70% de la basura que se encuentra con más frecuencia en las playas y los mares.
Los científicos están de acuerdo en que limitar o eliminar el consumo de plásticos desechables y aumentar el uso de recursos biodegradables sería la mejor manera de limpiar los ecosistemas. Organizaciones como Plastic Pollution Coalition y Plastic Oceans Foundation están utilizando las redes sociales y campañas de acción directa para apoyar a individuos, fabricantes y empresas en su transición de los plásticos tóxicos y desechables a materiales biodegradables o reutilizables.
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