En un pequeño parque del norte de Londres hay un árbol muerto con las ramas taladas. Detrás del árbol, se alza la pared blanca de un viejo edificio de cuatro pisos. Ese fue el escenario que aprovechó Banksy en marzo de 2024 para hacer otro graffiti. Con chorros de pintura verde coloreó sobre la pared el follaje del árbol muerto, y a su lado, con la técnica de esténcil que caracteriza su estilo, pintó la figura de un hombre con una manguera de presión, como las que se usan para rociar insecticidas.
A la mañana siguiente, los transeúntes se detenían a fotografiar la obra y comentar sobre el daño que se le hace al medio ambiente. Los vecinos estaban orgullosos de que Banksy hubiese escogido ese lugar para su nueva obra. “El árbol se ve muy triste sin ramas y sin vegetación”, dijo Pura Lawler de camino al gimnasio. Jeremy Corbyn, líder del Partido Laborista en la zona, elogió la obra que, en su opinión, invita a la gente a pensar sobre el entorno natural, que “es vulnerable y está a punto de sufrir un daño grave”.
En los próximos días, miles de personas pasaron por ese pequeño parque del norte de Londres para ver el graffiti. La obra de este artista urbano ha logrado sensibilizar a la gente sobre algunas contradicciones del mundo actual, desde la necesidad de poner fin a la violencia hasta la relación no siempre saludable entre el arte y el mercado.
El árbol de Banksy es un llamado de atención sobre la importancia de los espacios verdes en las ciudades y la protección de la naturaleza.