Rafael Almanza es uno de esos intelectuales cubanos que está excluido del panorama cultural en la isla. Un panorama casi desierto, donde solo caben los viejos y disciplinados escritores y artistas sumidos a la más vulgar parametración oficial; y ser parte de ella. Almanza no solo es un intelectual de enorme obra, sino también posee un amor por lo cívico, por esa otra parte que disiente contra las parametraciones, las injusticias, y el elemento dictatorial tan extendido hace años en Cuba. El periodista cubano Reinaldo Escobar dijo en el diario 14ymedio que cuando se haga la lista de los escritores cubanos excluidos del Premio Nacional de Literatura habrá que colocar a la cabeza a Rafael Almanza Alonso.
Rafael Gabriel Almanza Alonso (Camagüey, Cuba, 1957) es un intelectual cubano, poeta, investigador de la obra de José Martí, narrador, crítico literario y de arte, libretista de ópera, animador cultural, curador, periodista independiente, editor, y maestro de escritores, artistas y periodistas.
Algunas de sus obras: En torno al pensamiento económico de José Martí (ensayo) 1990; El octavo día (cuentos) 1998; Hombre y tecnología en José Martí (ensayo) 2001; Libro de Jóveno (poesía) 2003; El Gran Camino de la Vida (poesía) 2005; Los hechos del apóstol (ensayo) 2005; Vida del Padre Olallo 2005; Elíseo DiEgo: el juEgo de diEs? (ensayo) 2008; HymNos (poesía) 2014.
Le agradezco a Almanza por acceder a la entrevista, y por las respuestas sinceras. Espero que el lector disfrute tanto como yo las he disfrutado.
Acerca de su labor como estudioso de la obra de José Martí, y habiendo conocido el desierto epistemológico y de análisis que hay en Cuba respecto a su obra, ¿qué le parece necesario señalar sobre el Apóstol?
Lo que hay que señalar es simplísimo y se dice en una sola palabra: léanlo. No busque opiniones sobre él, y mucho menos las de Almanza. Léalo. Usted no entenderá nada de lo que dice un exégeta de Martí, si usted no se ha tomado el trabajo de leer mínimamente a Martí. Desde luego, la tarea es exigente, porque Martí no es un autor de un libro que se lee el fin de semana en la playa. Martí, siendo nuestro mayor escritor, no es un escritor; y siendo nuestro único político exitoso, no es un político. Si usted lee a Martí, por no decir estudiarlo, puesto que el cubano carece de carácter para estudiar aunque no para gozar, es posible que pueda debatir esas afirmaciones escandalosas que acabo de hacer.
En Cuba se ha presenciado continuamente la falta de interés de los más jóvenes por la vida y obra de José Martí. A su juicio, a qué se debe esto.
Los jóvenes tienen el Martí de la no lectura, el de la escuelita y la televisión. Lo odian. Yo llegué a desinteresarme un poco por Martí en la primera adolescencia, siendo así que había sido instruido por mi mamá, maestra normalista, en la lectura de La Edad de Oro desde mis seis años. A partir de los catorce empecé a leer a Martí. A partir de los dieciséis, a estudiarlo. Pero para la inmensa mayoría de los jóvenes de hoy, Martí es el autor intelectual de la cola para comprar pollo. El cabezón de yeso de la escuelita. Necesariamente lo detestan. Pero yo tengo la experiencia de los jóvenes que han acudido a la Peña del Júcaro y se han puesto a leer a Martí, y encuentran en él las verdades que buscan. Entonces se rebelan contra la escuelita y la televisión, y empiezan a pensar con su propia cabeza, que es el rendimiento primero de José Martí.
¿Cree usted que el gobierno ha sido responsable del vaciamiento simbólico y el irrespeto a la memoria de Martí por ese uso descuidado y desmedido de su figura en el ámbito político?
Se trata de un uso interesado y tergiversador. Las personas que están en el poder actualmente solo pueden explotar, invirtiendo sus valores, algunos elementos del pensamiento de Martí, y lo hacen a conciencia. Martí estaba contra los imperialismos todos. Hoy estaría contra el ruso, el iraní, el chino. Estaba además contra todos los emperadores, aunque carezcan de imperio y aunque supuestamente estén contra los imperialismos. Estaba contra los imperialismos y contra los emperadores sin imperio porque amaba la libertad y sabía que unos y otros están contra la libertad. El déspota era anatema para él. Todos los despotismos. Y lo mismo con el tema de la justicia social. La justicia hay que buscarla, según Martí, desde la libertad. ¿Cómo podemos saber qué es socialmente justo, sino a través de la libertad del debate y de las instituciones políticas libres? ¿Cómo podemos instrumentar la justicia, si no es a través de esas libertades?
En una entrevista, usted dice: “Del fracaso de la República con todos y para el bien de todos formamos parte todos los que nos atrevemos a seguir siendo cubanos”. ¿Sostiene hoy estas palabras? ¿Cree usted que el fracaso de la República y de la conformación de un Estado de Derecho, esté precisamente en la inercia en la que estamos sumidos los cubanos?
Sin la menor duda. La pasividad cubana no la inventó el socialismo, se arrastra desde hace siglos. Todos los profetas cubanos, desde Varela a Mañach, pasando por Martí, se han opuesto a esa pasividad asombrosa de los cubanos, que es la que permite que una y otra vez un pequeño grupo de gente muy activa y violenta se imponga sobre la voluntad popular. He estudiado ese asunto en mi artículo La pasividad en Cuba.
La Peña de Júcaro no solo es un espacio para la poesía, sino también un proyecto pedagógico y útil. ¿Cómo ha sido sostener este proyecto en el tiempo?
Soy hijo de una maestra normalista. No puedo dejar de instruir, y por eso estoy contestando esta entrevista y no haciendo la cola para sacar una tarjeta en el Banco Popular de Ahorro, a ver si me ahorro la cola del pollo. La Peña es en buena medida el resultado de mi naturaleza de maestro, creada por el Creador en el vientre de mi madre. Pero es también un proyecto colectivo, y por eso ha sobrevivido contra toda expectativa, incluso contra mi cansancio, las decepciones, las traiciones, las persecuciones, las amenazas. El primer ilustrado es el maestro, suelo decir. Durante un cuarto de siglo los peñistas inagotables me han ilustrado sobre Martí y me han convencido de que soy útil defendiendo a Martí. Y lo más importante: la Peña ha sido siempre un espacio de felicidad colectiva, incluso cuando hemos tenido la patrulla en la puerta. Por eso hemos resistido y vamos a seguir resistiendo. La felicidad es invencible.
Es conocida la vigilancia a la que está expuesta la Peña. ¿Considera usted que este constante hostigamiento ha hecho de la peña de Júcaro un espacio “peligroso”?
Es peligroso para cualquiera que ignore que el mayor peligro en la vida es dejarse convertir en un individuo medroso. También es peligroso para nuestros adversarios, que declaran tener un miedo indigno de militares a unas personas honorables y pacíficas que se reúnen para hablar sobre Martí y sobre Cuba en respeto, ciencia y comunión. Eso sí, yo defiendo a los míos de peligros excesivos. El mayor peligro lo reclamo exclusivamente para mí.
No solo ha sido víctima de la vigilancia, sino también de amenazas (incluso amenazas de muerte). Es evidente que el gobierno cubano ha necesitado utilizar medidas inconstitucionales para silenciar a muchos cubanos. En su caso, ¿cuántas veces se han repetido este tipo de agresiones? ¿Ha recibido respuestas de organizaciones que vigilan los Derechos Humanos en Cuba o fuera de ella? ¿Pudo defenderse con instrumentos legales en Cuba?
La Peña no gustó desde el principio. Estuve detenido un día entero en 1996, cuando ya se veía que íbamos en serio. Luego han llovido amenazas más o menos directas sobre mí, acerca de ese y otros asuntos, durante más de veinte años. El año pasado recibí dos amenazas de muerte y un enorme operativo policial de más de doce horas impidió que los peñistas llegaran a mi casa en agosto 31, aunque celebramos la peña con los amigos que habían dormido en mi casa. La filmamos como pudimos y la pusimos en la Red. Algunos de los peñistas fueron detenidos por horas. Dos días después llegaron esos y otros peñistas y completamos el programa. En Cuba no hay recurso alguno para reclamar nada contra este atropello contra las libertades de expresión y reunión que están escritas en la Constitución. No hemos recibido ningún apoyo de los organismos internacionales de derechos humanos. Hay que tener en cuenta que hay violaciones bastante mayores.
Hay una pregunta que siempre va a traer más silencios que respuestas, pero se hace necesario hacerla: ¿cómo usted observa la relación Iglesia-Estado hoy en la isla?
La Iglesia Católica, de la que formo parte no sé cómo, sigue arrastrando en todo el mundo el error de Constantino: creer que puede entenderse con el Estado. Yo me atengo al precepto del Venerable Félix Varela: No hay alianza entre el Trono y el Altar. Es el Trono sobre el Altar. Los obispos cubanos debieran probarse los calzoncillos del Santo cubano y mandar al carajo al emperador Constantino, que era un criminal de categoría.
En 2018, usted recibió el Premio Nacional de Literatura Independiente “Gastón Baquero”. También fue invitado a impartir un taller en La Habana, y a participar en un proyecto con la artivista Tania Bruguera. ¿Qué recuerdos tiene de esa reunión?
El premio me lo dieron de forma inesperada unos compatriotas que no conocía. Lo he agradecido mucho. Sobre el taller he publicado un artículo titulado Un taller con mi familia, donde describo mis impresiones de esos días, de los más luminosos de mi vida. No soy artivista pero como si lo fuera.
¿Cómo ve el sistema de publicaciones cubanos? ¿Cree usted que las labores de selección, publicación y promoción de autores y libros es también un mecanismo político dictado por el Instituto Cubano del Libro? ¿Le parece justo el sistema de publicación cubano actual?
Ese Instituto tiene el deber de promover aquello que esté dentro de la Revolución y nada más. Pero parece que ni Víctor Hugo ni Goethe ni ningún clásico cabe dentro de ella, porque no se publican. Se publican cientos de autores, pero ninguno es Guillén o Carpentier ni de lejos. A esa miseria hay que contestar creando editoriales libres, aunque nos cueste caro. La verdadera promoción es la calidad de la obra y la defensa de los amigos. Y olvidarse de los mecanismos de promoción oficiales, que no han logrado poner en la órbita internacional a ninguno de sus autores. Pues incluso el premio Nobel Padura les molesta.
Sobre su obra, ¿cómo los lectores cubanos pueden acceder a sus libros, de qué manera se publicitan y se adquieren los libros de Rafael Almanza?
Cuatro de mis libros fueron publicados aquí. El primero es un extenso estudio En torno al pensamiento económico de Martí, desde la perspectiva del marxismo: yo tenía 26 años. La perspectiva era fallida pero el libro sistematiza y comenta esa área casi desconocida de Martí. Hace unos meses un historiador lo tildaba de clásico en su perfil de Facebook, aunque el libro fue secuestrado en su época por el general Abrantes. Hay otro más breve, Hombre y tecnología en José Martí, ya sin esa perspectiva, que creo útil especialmente hoy en día, cuando nos abocamos al mundo cuántico y sus peligros. Un joven filósofo yanqui lo lee en Nueva York. El libro de cuentos El octavo día editado en Santiago hay que olvidarlo, lo reescribí y amplié: estaba lleno de erratas. Esos tres son libros de juventud, físicamente horribles. Mi libro de 750 páginas sobre Eliseo Diego no es lectura para cubanos ligeros y sabios, pero hay librerías que lo venden por un peso. Este año, ante las amenazas y mi mala salud, mis compañeros exiliados de Ediciones Homagno, la editorial que fundamos en 2005, decidieron pagar once libros míos, de los cuales ya hay cinco en Amazon. Serán, Dios mediante, un total de 3500 páginas invendibles, con poesía, narrativa, ensayo y periodismo; se habla de Dios y de Martí, y hasta de Cuba, y también de sexo a veces, pero qué va, soy muy antiguo, fui marxista, ahora católico, búsquense algo más refrescante. Habría que comprarlos en Amazon, o hacerse amigo de Almanza para recibir el pdf. ¿Publicidad? La que puedan hacer mis amigos, tan marginales como yo. Posteo la noticia del libro en FB, me dan un centenar de likes, y nada más. Soy un conejito malo, pero estoy muy cansado. En cuanto termine de editar el onceno, pues yo mismo soy el editor de mis libros y los de mis amigos, me voy a poner a perrear con un To Tenemos democrático, hiper sofisticado y al día: con un riquísimo reguetón.