Aunque carezca de lo básico para vivir como un ser humano del siglo XXI existen dos constantes para el pueblo cubano que sobresalen dentro de sus pesares, y también en su repertorio de décimas humorísticas: los apagones y la comida.
Junto a esta última se vinculan los precios altísimos, aunque en honor a la verdad: comer en Cuba desde hace décadas es un dolor de cabeza. Frases como “llegar a fin de mes”, “todo está por las nubes” o “me quedé cortiñán con las balas” son cotidianas en la Isla...
Cuando se revisa el panteón de décimas humorísticas escritas en la actualidad, resaltan estas dos penurias. Y no se trata de que el cubano sea más comilón que otros sino de la falta de alimentos básicos para la subsistencia.
A dicha calamidad se le han incorporado alimentos inventados por los pillos de siempre: picadillo de cualquier cosa, embutidos sabrá Dios de qué o peces criados en pantanos putrefactos.
Entre esas décimas humorísticas que cito se destacan las escritas por Lázaro Alfonso, un autor que cuelga en su muro de Facebook sus mejores obras. Con gusto El Torniquete reproduce tres de ellas.
El Caimán Panzudo
Décimas humorísticas
de Lázaro Alfonso:
Mi barriga llora y grita
Ya me aburre el picadillo
y el tubo de mortadella;
la carne deja una huella
muy honda en cualquier bolsillo.
Mi rostro ha perdido brillo,
mi barriga llora y grita,
y ante el deseo que irrita
mirando esta suerte negra
voy a cambiar a mi suegra
por una chuleta frita.
Un pernil de calabaza
Pensé en hacer una cena
con congrís y cerdo asado,
pero al entrar al mercado
salí con tremenda pena.
Invité a gente muy buena
a la comida en la casa
y al estar cara y escasa
la carne, pensé enseguida
asar para la comida
un pernil de calabaza.
Qué precio tiene el marisco
Tuve que darme un pellizco
y saltar como un resorte
cuando vi en la costa norte
qué precio tiene el marisco.
Si miro me quedo bizco
viendo lo que todos ven,
y si quiero comer bien
me como de una sentada
el cangrejo de la entrada
del pueblo de Caibarién.