Pasar al contenido principal

Cine | "Simón", la reconciliación entre los venezolanos en tiempos de dictadura y exilio

Simón reafirma la necesidad en este contexto social del siglo XXI, convulso, marcado por la despolitización y la falta de compromisos, del cine como herramienta de denuncia social.”

Fotograma del filme "Simón" (2023), dirigido por Diego Vicentini.
Fotograma del filme "Simón" (2023), dirigido por Diego Vicentini.

Entre el 2014 y el 2015 viví un año en Venezuela. Durante esa etapa de mi vida conocí dos estados: Anzoátegui y Zulia, en ese caliente Maracaibo que guardo en mis recuerdos con mucha nostalgia. Han trascurrido diez años y Venezuela continúa sometida a una cruel dictadura. El pueblo venezolano sufre las consecuencias y el costo que ha tenido para su democracia la exportación del modelo totalitario cubano por parte del megalómano Chávez y la obsesión de poder de su heredero, Nicolás Maduro.

Si algo no ha cambiado durante más de dos décadas en Venezuela es que el espíritu de resistencia de su pueblo no ha cesado, es inquebrantable. Los venezolanos, contra viento y marea, continúan luchando por restaurar la democracia y la libertad pese a la brutal represión del régimen de Maduro.

Recientemente pude disfrutar del filme venezolano Simón (2023), primer largometraje del cineasta Diego Vicentini, seleccionado para representar a Venezuela y nominado como mejor película iberoamericana en la 38ª edición de los Premios Goya. Tras graduarse en el Boston College en el 2016, el joven cineasta estudió Dirección de Cine en la Escuela de Arte cinematográfico de Los Ángeles, en Estados Unidos.

El éxito y el impacto social del filme han sido de tal magnitud que el régimen no lo pudo censurar. Pese a la falta de libertades existente en Venezuela, la cinta se exhibió en el Festival de cine de Mérida y en otras ciudades del país, convirtiéndose en una de las cintas más taquillleras del cine venezolano en los últimos seis años. Esto, no obstante las advertencias desalentadoras de algunos productores, que no confiaron en el proyecto porque consideraban que no tendría éxito comercial.

Desde esta perspectiva, la película reafirma la necesidad en este contexto social del siglo XXI, convulso, marcado por la despolitización y la falta de compromisos, del cine como herramienta de denuncia social de una realidad como la venezolana, sin acudir al panfleto político. Y confirma, además, la necesidad de visibilizar la crisis política de Venezuela desde un cine con enfoque humanista, que pone énfasis en el diálogo y la reconciliación.

El largometraje tiene como antecedente un documental de igual título sobre las protestas estudiantiles del 2017, fruto de la tesis de Maestría en Cine del propio director. Su visionaje resulta oportuno en estos momentos de tensión y conflicto que atraviesa Venezuela tras las elecciones del 28 de julio del 2024, elecciones donde obtuvieron un triunfo rotundo la oposición y su líder Edmundo García Urrutia, pero después de las cuales, una vez más, el tirano ignoró la voluntad popular y apeló al fraude para intentar perpetuarse en el poder, a base de represión y persecución política.

Simón es el rostro simbólico de un imaginario social, de esos miles de jóvenes protagonistas de hechos cuya existencia y destino han trascurrido en el anonimato, y que son los héroes de este capítulo de la historia de Venezuela.”

Simón narra la historia de un joven que, tras participar en las protestas del 2017, es encarcelado y sufre tortura. Al ser liberado, logra escapar a Estados Unidos y pide asilo político en Miami, ciudad donde no solo enfrenta los rigores del exilio, las barreras culturales y lingüísticas, sino que también tiene que asumir dilemas morales ante la presión de sus antiguos colegas del activismo político anti régimen, quienes esperaban su regreso y descocían su decisión de pedir asilo, lo cual implica no poder retornar al país de origen.

En el plano dramatúrgico, la cinta posee el mérito de haber contado con la excelente interpretación del actor venezolano Christian McGaffney, cuya vocación bilingüe aportó mucho a la cinta, al reforzar la credibilidad del personaje y su contexto.

En ese sentido, el filme es un homenaje a todos los estudiantes que en 2014 alzaron su voz contra la tiranía, y que hoy continúan arriesgando sus vidas en las calles de Caracas. Simón es el rostro simbólico de un imaginario social, de esos miles de jóvenes protagonistas de hechos cuya existencia y destino han trascurrido en el anonimato, y que son los héroes de este capítulo de la historia de Venezuela donde se ha pagado un costo muy alto por rescatar la democracia.

Aunque Vicentini emigró a los quince años, su mirada desde la ficción sobre las históricas protestas de Venezuela en el 2017 posee total veracidad y rigor. Simón es una alegoría de esos jóvenes que hoy no se rinden ni renuncian a la esperanza de una Venezuela libre e inclusiva, pese a la persecución y la tortura.

Según el Foro Penal Venezolano, las protestas de 2017 contra la dictadura dejaron 50 muertos, casi 3000 heridos y más de 1300 detenidos; realidad que ha sido denunciada por organismos internacionales como la ONU y que tras las elecciones del 28 de julio vuelve a reeditarse.

Como aquel épico 2014, los jóvenes venezolanos salieron nuevamente a las calles a protestar exigiendo se respete la soberanía popular y el voto. Y el régimen, como es habitual, responde con mayor represión, con un saldo de más de 2000 detenciones arbitrarias y más de 20 fallecidos a manos de las fuerzas de seguridad. La violación de los derechos humanos es algo cotidiano en Venezuela, donde hoy impera un clímax de persecución y terror.

Fotograma del filme "Simón" (2023), dirigido por Diego Vicentini.
Fotograma del filme "Simón" (2023), dirigido por Diego Vicentini.

En un contexto así, Simón ofrece muchas interrogantes y respuestas, dilemas que acompañan a cualquier sociedad sumida en la polarización política, en un conflicto no exento de contradicciones, cuyas claves se sitúan en la escena donde Simón, al asistir con su novia estadounidense a una discoteca, se encuentra con el joven que lo había delatado. Su reacción en ese momento fue predecible y violenta: golpeó al joven, lo que causó su detención en un centro migratorio en Miami y lo enfrentó al peligro de la deportación.

Inesperadamente, su coterráneo decide retirar los cargos y contar los motivos reales de su delación bajo la presión y el acoso del régimen. El epílogo de esta historia no podía ser más redentor: ambos jóvenes lloran abrazados.

Simón y Plantados, intentan trasmitir, cada cual en su contexto social, un mensaje que rechaza el resentimiento y la venganza, para apostar por el perdón y el reencuentro.”

Los líderes María Corina Machado y Edmundo García, el presidente electo, han reiterado la necesidad de reconciliación para ese pueblo fracturado por una ideología nefasta que ha sembrado, en todos los rincones donde se implantó, miseria, opresión y muerte. La tragedia de los venezolanos es la misma que sufren los cubanos, que también han optado por el exilio con tal de buscar una vida más digna.

La escena final de Simón, sin que exista por eso ningún tipo de conexión entre ambos filmes, establece una relación dialógica con la escena final de Plantados, la cinta que realizó en el 2022 Lilo Villaplana. Plantados aborda el tema de los presos políticos en Cuba, y en su escena final el protagonista se encuentra en el exilio con su carcelero y represor, y decide secuestrarlo para hacer justicia, pero abandona la idea. La cinta de Villaplana concluye con ese plano donde este siniestro personaje se suicida. Ambas, Simón y Plantados, intentan trasmitir, cada cual en su contexto social, un mensaje que rechaza el resentimiento y la venganza, para apostar por el perdón y el reencuentro entre las personas divididas por la ideología y la política.

Simón posee una excelente fotografía, con tendencia a resemantizar los ambientes sobrios y lúgubres, claves para recrear los centros de tortura en Venezuela. Representar esa atmósfera de terror y desolación constituye un logro para Vicentini, porque siendo su primer largometraje, ha tenido resultados estéticos extraordinarios.

El guion es de calidad y tiene una excelente factura, apoyando en una estructura convencional que logra los efectos dramáticos deseados, y lo más importante, convence al espectador no solo venezolano, sino de otras latitudes. Por tanto, el filme trascenderá y constituye un mensaje de esperanza para los venezolanos del exilio y los que aún no han abandonado su país, para esos que no han renunciado a salvar a Venezuela de la desesperanza, la desidia y la incertidumbre, además de enaltecer la cinematografía venezolana independiente y situarla en el panorama cinematográfico mundial.

En los últimos días, las imágenes de jóvenes derribando las estatuas de Chávez recorren en el mundo y se tornan un fenómeno viral en las redes sociales. Pareciera que la generación de Simón volvió a tomar las calles y tras largos años de frustración ha reconocido que el fin de chavismo ha llegado de manera irreversible, como un nuevo amanecer para Venezuela. Ver el filme Simón tras el 28 de julio me ofrece la sensación que desde las sombras y la oscuridad ha emergido una luz radiante y esperanzadora, y que, por tanto, el sacrificio de esos jóvenes que perdieron la vida en esas jornadas del 2014 no fue en vano. Son muchas e insospechadas las posibles lecturas de un filme que no envejecerá jamás.

▶ Ayúdanos a permanecer

Un contenido como este, y nuestro medio informativo en general, se elabora con gran esfuerzo, pues somos un proyecto independiente, trabajamos por la libertad de prensa y la promoción de la cultura, pero sin carácter lucrativo: todas nuestras publicaciones son de acceso libre y gratuito en Internet. ¿Quieres formar parte de nuestro árbol solidario? Ayúdanos a permanecer, colabora con una pequeña donación, haciendo clic aquí.

[Y para cualquier propuesta, sugerencia u otro tipo de colaboración, escríbenos a: contacto@arbolinvertido.com]

Jorge Luis Lanza Caride

Jorge Luis Lanza, crítico de cine.

(Cienfuegos, Cuba, 1978) Licenciado en Estudios Socioculturales en 2005. A partir de esa fecha inicia su labor profesional como profesor en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Cienfuegos, donde se especializa en la enseñanza del Cine cubano. Impartió postgrados a estudiantes de la Universidad de Tacoma, EE.UU., México y Noruega. Desde 2011 sostiene un vínculo directo con la Pastoral de Cultura y Prensa de la Iglesia Católica en Cuba, a través de colaboraciones con diferentes publicaciones católicas, como Palabra Nueva, Vitral y Verdad y esperanza. Abandonó Cuba porque sufría represión y hostigamiento por el contenido de sus publicaciones.

 

Añadir nuevo comentario

Plain text

  • No se permiten etiquetas HTML.
  • Las direcciones de correos electrónicos y páginas web se convierten en enlaces automáticamente.
  • Saltos automáticos de líneas y de párrafos.
CAPTCHA
Introduzca los caracteres mostrados en la imagen.
Este reto es para probar que no eres un robot. Por favor, ten en cuenta minúsculas y mayúsculas.