Oí primero el nombre de Lilo Vilaplana en la televisión cubana, luego resaltó en la conversación de los amigos. Un día en mi periplo e «insilio» en Santa Clara vi La muerte del gato, cortometraje que entró a Cuba por contrabando, y verlo me marcó para siempre. En algún momento, por un amigo común, el cineasta y yo entablamos amistad.
Lilo se ha vuelto el director cubano más renombrado en el mundo por estos días, haciendo visible la trágica realidad cubana a partir de 1959, y es con este ser extraordinario con quien me propongo conversar, para que ambos le hablemos al mundo. Nacido en Nuevitas (Camagüey, Cuba) en 1965; director, productor, escritor y libretista, también se desempeña como docente. Actualmente está radicado en Miami, Estados Unidos.
¿Cómo fueron los inicios de Lilo Vilaplana en el mundo del cine?
Un día entré escondido al Cine Bartolette, de mi pueblo, y vi la película Moby Dick: quedé fascinado por el séptimo arte. Vengo del movimiento de teatro de aficionados, luego fui instructor de arte, más tarde asistente de dirección, director asistente y después director de televisión.
Inicié dirigiendo en vivo. La primera vez que realicé algo cercano al cine fue cuando dirigí la serie El Capo en Colombia, con cámaras altas y un concepto más cinematográfico para televisión. Varios materiales de este tipo —como las tres temporadas de El Capo (ocho premios en el festival India Catalina y ocho premios TV y Novelas), La Mariposa, Lynch, Mentes en shock, Arrepentidos, Sin retorno— fueron series que al dirigirlas me acercaron a ese lenguaje.
De manera independiente dirigí un primer cortometraje del importante escritor Héctor Forero, quien fue además su productor. Luego escribí, produje y dirigí otro cortometraje —Agrypnia—, primer trabajo en familia y nacimiento de una productora donde las cabezas principales son mi esposa Irasema Otero, mi hijo Camilo Vilaplana y yo. Después hicimos La muerte del Gato (premio en España al mejor cortometraje de América Latina en el FIBABC, 2014), La casa vacía, Los ponedores, Telenovela cubana y otro cortometraje que produjo y protagonizó José Neira. Y los largometrajes Plantados (Premio del Público en el Festival Internacional de Cine de Miami, 2021) y El Caballo. Está en etapa de posproducción La Prueba.
Actualmente trabajamos en el proyecto para un largometraje, Plantadas, una idea del luchador anticastrista Reynol Rodríguez, quien está recaudando fondos para poder producirla. Estamos en la etapa de investigación y guion. Te he contado a grandes rasgos mis comienzos hasta el día de hoy.
¿En qué momento y circunstancias decides exiliarte y dónde fue ese primer exilio?
Estando en la televisión cubana me llega una invitación a trabajar en TV-Cine Colombia, y después de muchas dificultades salí para ese gran país. Agradezco a la vida que [mi primer exilio] fuera en esa hermosa tierra, que se convirtió en mi segunda patria. Fui por seis meses y me quedé por 17 años. En el momento que logré que mi esposa saliera de la isla, decidí que no iba a regresar a Cuba mientras estuviera la dictadura en el poder. Tenía sueños por realizar y el régimen que impera en la isla impone diques a los sueños o los condiciona. Yo sabía que en Cuba nos engañaban, pero una cosa es sospecharlo y otra constatarlo. Cuando me di cuenta del adoctrinamiento, la manipulación, la mentira a que somos sometidos en Cuba, supe que tenía que ayudar a mis paisanos dentro de la isla y a los del mundo a tener una verdadera imagen de lo que era esa dictadura. Y eso es lo que he hecho.
Llegué a Colombia con dos mudas de ropa, una chaqueta de jean que me compró Irasema para ese viaje, cuatro libros de teatro y cinco dólares que me regaló mi tío y aún conservo en mi billetera.
¿Cuáles fueron tus primeros proyectos en el exilio?
Primero fui asesor dramático, pero el primer proyecto que escribí y dirigí fue el docudrama Siguiendo el rastro, con la productora TV-Cine. Fue muy exitoso. Luego monté una academia de actuación y productora de televisión, Thespis Producciones, desde donde formamos jóvenes talentos, y también hicimos varios programas que le vendíamos a productoras establecidas. Luego me contrató la empresa TeleColombia de los Duque, y dirigí varios capítulos de docudramas como Expedientes y Unidad investigativa. Después la serie Retratos, que por su éxito contó con 240 capítulos. Luego varias novelas: Me amarás bajo la lluvia, Zona rosa, El pasado no perdona, Por amor, La dama de Troya, etcétera. Hasta que la empresa se convierte en Fox-TeleColombia y empiezo a dirigir las series con un aspecto más cinematográfico. También en esa nueva época realizo otras novelas como Un sueño llamado salsa, La traicionera, etcétera.
Un paralelo entre tu carrera en Cuba y en el exilio…
En Cuba hice varios proyectos, pero tenía el sueño de crear un héroe legítimo del pueblo, una especie de personaje como El Zorro, pero cubano, un héroe popular, un justiciero. De esos que existían en los campos de Cuba, de los que no les gusta mencionar a la historia inventada por el castrismo. Estaba inspirado en Manuel García, Polo Vélez y Arroyito, por eso creamos un personaje para una serie que escribí con Amado del Pino y que se llamaba El Bandolero. La televisión cubana nos pagó los capítulos, pero pusieron muchos obstáculos para impedir que se realizara. Finalmente, creo que están cubiertos de telarañas en algún cuarto del ICRT, esperando a que un día pueda llevarse a la pantalla. Ojalá en Cuba libre. Te explico esto para que entiendas que en el exilio no dependo de un censor, o de un aparato estatal para producir. Hay muchas maneras para lograrlo: puede ser a través de una compañía, o buscando los recursos necesarios. Hay libertad, y esa es la base de todo, no la limonada, como dice el títere.
Háblame del trinomio Ángel Santiesteban, Ángel de Fana, Lilo Vilaplana.
A Angelito Santiesteban lo conozco desde Cuba. Al final de la década de los ochenta, trabajamos en el ICRT en el momento que se le hacía el juicio del General Ochoa y al entrar por los pasillos de las salas de edición, veíamos en un cubículo herméticamente cerrado y protegido, donde editaban el material que saldría al aire para justificar el fusilamiento y poder quitarse la dictadura la acusación por narcotráfico que se les venía encima. Luego, ya desde Colombia, le advertí que por su actitud vertical frente a la dictadura comunista lo encarcelarían, que yo le pagaba el pasaje y lo ayudaba a organizarse en Bogotá. Y Angelito me dijo desde República Dominicana —donde estaba en un viaje promocionando sus libros— que él regresaría a la isla. Como era de esperar, le inventaron una causa y lo encerraron. Desde Colombia levanté la voz por él, hasta conseguí varias entrevistas que le hicimos cuando estaba en prisión.
Al ex preso político plantado Ángel de Fana lo conocí con la serie Leyendas del exilio que realicé en Miami, en coproducción con América TeVé. Ángel de Fana, junto a Ernesto Díaz Rodríguez (ex preso político plantado), me llevaron a conocer al empresario Leopoldo Fernández Pujals, para concretar un sueño que él quería producir hace más de veinte años. Leopoldo es el sobrino del fallecido ex preso político plantado José Pujals Mederos y quería llevar esta historia a la pantalla.
Al momento de hacer el guión pensé en Santiesteban, que también había sido encarcelado por sus ideas políticas y es un gran escritor. Por eso lo elegí para trabajar juntos el proyecto, y después sumamos al periodista y también ex prisionero político Juan Manuel Cao. De Fana fue uno de los asesores de la película. Santiesteban y De Fana son un par de “ángeles” que me regaló la vida.
¿Rodar Plantados qué significó para Lilo Vilaplana?
Hacer justicia histórica. No recuerdo un proyecto en el que llorara tanto, me emocionara y me involucrara hasta límites que no conocía, por lo humano, lo trascendental y por ser una realidad que forma parte de la historia de mi país. Además, por contar con los protagonistas reales acompañándonos en el set y porque sé que es un filme que se tendrá como referencia para las futuras generaciones, para que conozcan la realidad de los crímenes cometidos por el castrismo buscando imponer el comunismo en Cuba. También marcó la mayoría de edad de mi compañía familiar, Vilaplana Films.
¿Por qué, si vives en Estados Unidos, prefieres hacer cine cubano?
Porque la dictadura se ha empeñado en contar una versión tergiversada de la historia en sus películas y series. Inventan una versión que contradice la verdad de cómo ocurrieron los hechos. En sus proyectos sobre la gesta del Escambray —por citar un ejemplo— colocan a alzados en armas contra el comunismo como si fueran bandidos, y se necesita la versión del otro costado de los hechos, aclarar que eran campesinos y ex combatientes del Ejército Rebelde que se sintieron traicionados por el rumbo comunista que Castro le dio a la lucha, por restaurar el hilo constitucional roto por Batista con el golpe de Estado.
La dictadura comunista se cree con derecho de calificar como terroristas a personas que combaten con las mismas armas con que lucharon ellos para instalarse en el poder. Por eso quiero contar los sucesos a partir de la verdad histórica. En la fallida película de La Red Avispa hay una gran manipulación de los hechos, y tildan de traficantes de drogas a la organización humanitaria Hermanos al Rescate. Los castristas son especialistas en desacreditar a todo el que los denuncia o los enfrenta. Es imprescindible dejar una obra que cuente lo que la tiranía se ha esforzado en ocultar. Por eso es tan importante lo que está sucediendo en España en estos momentos con el estreno de la película Plantados.
¿Qué te llevó al cine?
Me formé haciendo teatro y después televisión. Hice mucha televisión comercial, pero necesitaba contar las historias que me interesaba hacer y por eso empecé a filmar cortometrajes, porque podía contar historias con poco presupuesto. Ahora me enfoco más en los largometrajes, porque el nivel de exposición es mayor y comercialmente se puede ir creando una industria alternativa para los tantos artistas que hay en el sur de la Florida, y una película genera muchos empleos.
¿Qué recuerdo guardas de tu paso por Colombia?
El mejor. Es mi segunda patria. Tengo grandes amigos allá, propiedades y hasta ahijados. Un pueblo que me abrió los brazos y nunca me sentí discriminado por ser extranjero. En Colombia me siento como en mi casa.
Te mueve el tema histórico. ¿Qué te llevó a convertirte en un cineasta sobre Cuba y su dictadura?
Un buen día fui con mi esposa a conocer a José Daniel Ferrer en casa del empresario cubano Diego Suárez, y allí se encontraba el abogado y presidente de la Fundación Inspira América, Marcell Felipe, que al otro día me llevó a conocer al CEO del canal de televisión América TeVé —y exitoso empresario español— Carlos Vasallo. Me plantearon la necesidad de recoger la historia de Cuba en testimonios a los protagonistas de estos hechos. Allí surgió la idea de realizar el docudrama que ya va por su tercera temporada: Leyendas del exilio.
En estos momentos trabajamos en Plantadas. Ya estamos en las entrevistas a ex prisioneras políticas
Anteriormente, en El Capo, había hecho mención a lo que ocurría en Cuba a través del protagonista, ya había realizado el cortometraje La muerte del gato sobre el Período Especial en la isla y La casa vacía, sobre el drama de los balseros, donde además, se le hace un homenaje a las Damas de Blanco. Gracias a Leyendas del exilio conocí a muchos luchadores anticomunistas —entre ellos Ángel de Fana y Ernesto Díaz Rodríguez—, que me presentaron a Leopoldo Fernández Pujals. Pactamos hacer Plantados. Luego el actor y director Marcos Miranda, quien me contó la insólita historia que había vivido junto a su esposa Norma con una pierna de caballo, y lo convertimos en guión, actualizando el conflicto.
En estos momentos trabajamos junto a Santiesteban en Plantadas, con Reynol Rodríguez, que un día me dijo: “Si se hizo Plantados, hay que hacerle un homenaje a las plantadas, y yo haré una comisión para conseguir el dinero para hacer la película”. Ya estamos en las entrevistas a ex prisioneras políticas y creación del guion junto a Ángel Santiesteban. Queremos empezar la preproducción a inicios de año.
También tenemos escrito el guion sobre el hundimiento, por parte de los comunistas, del Remolcador 13 de marzo, una historia de amor en un escenario violento. Estamos esperando conseguir los recursos para producirla. Queremos, además, hacer una película sobre los alzados del Escambray, La UMAP, los Pedro Pan y hasta tocar el tema de las Escuelas en el Campo.
Conocer al exilio, estar cerca de estos hombres y mujeres que aman tanto a Cuba, es el motor que me impulsa para que la historia no se pierda, para que no se repita, para que se conozca. Para que Cuba sea libre.
¿Qué te ha aportado profesional y personalmente el haber realizado proyectos que ponen al desnudo la crueldad de la dictadura cubana?
Prefiero llamarle dictadura castrista. Me ha aportado mucho, Vilches. No sabes lo orgulloso que me siento cuando camino con mi perro Yago por el barrio y las personas me detienen para agradecerme, para conversar conmigo y contarme sus historias y su dolor.
Profesionalmente he ayudado a muchos actores y técnicos a trabajar en lo que les gusta, haciendo proyectos importantes y, a nivel profesional, estar presente en las salas de cine, ver al público reír o llorar, ver cómo agradecen cuando observan sus conflictos en pantalla es el mejor premio que yo pueda tener.
¿Cómo valoras el cine y la televisión que actualmente se hace en Estados Unidos con el tema Cuba?
Hay de todo. Pero aplaudo a quien aporte su tiempo y su obra al servicio de la libertad de la patria.
¿Cómo ves el futuro del cine y la televisión hecha por los cubanos en la diáspora?
Es muy difícil, hay que buscar recursos, muchos empresarios lo entienden y apoyan, pero no contamos con un Estado que nos financie y respalde los proyectos. De hecho todo lo que se haga que denuncie la dictadura es atacado desde la isla por los comisarios de la tiranía. Nos excluyen de festivales, incluso. Si por estos días revisas la prensa de Miami, verás que no se ha hecho eco del importante despliegue mediático que Plantados tiene ahora mismo en España, desde su estreno el 19 de noviembre. Una película hecha en Miami, con la mayoría de actores y personal técnico y de producción que viven en el sur de la Florida, y no lo han destacado en los medios de esta ciudad. Es evidente que hay mucha complicidad con el sistema comunista, se trata de infiltrados en esas plataformas, como también en festivales que están al servicio de la dictadura para “moderar” el contenido. Muchos de estos ejecutivos viajan a la isla, reciben beneficios de la dictadura, están chantajeados por el sistema porque son protagonistas de algún video bochornoso que la dictadura sabe usar muy bien para doblegarlos.
Plantados y El Caballo eran dos deudas del cine cubano. ¿Por qué Lilo Vilaplana se aventuró en esas dos historias vergonzosas que ejecutó el régimen contra quienes no estuvieran de acuerdo con su proyecto de “dictadura contra el proletariado”?
El cine cubano tiene muchas deudas y muchas historias que corregir y que contar. Hay que cambiar la manipulación y el adoctrinamiento en el arte cubano. Desde que el tirano Castro escupió aquellas demoledoras palabras que le copió a Mussolini —¡Dentro de la revolución todo!— arrasó con la libertad que debe tener un artista para crear e investigar. Por eso decidí colocar testimonios de los verdaderos presos plantados al final del filme, porque la dictadura iba a querer desmentir la historia, pero con estos testigos vivos no podía atacar el relato que contábamos. Plantados es una espina atorada en la garganta del comunismo.
¿Qué ha significado para ti los premios recibidos?
El artista vibra con el aplauso y el reconocimiento. Tengo varios premios —a mejor director, mejor serie, etcétera—; tengo premios Emmy, premios del público y al mejor cortometraje en Europa. Pero el mayor premio a mi obra es despertar conciencia en el mundo para que un día Cuba sea libre.