No puedo dejar de emocionarme al ver las imágenes de las protestas que hoy se viven en Venezuela, y no por las lamentables pérdidas humanas que esto pueda ocasionar sino por el valor, la decisión y la unidad que hoy está demostrando ese pueblo. Todos los días se agrega una nota a la historia de cualquier país, pero no todos los días se hace historia con mayúscula.
Lo que hoy vive Venezuela sin duda alguna quedará marcado para siempre en la vida de cada ciudadano libre de ese país. Hoy la comunidad internacional y los gobiernos democráticos del mundo muestran su preocupación y rechazo total a la represión emprendida por el régimen de Maduro contra un pueblo que, al igual que el de mi patria amada Cuba, pide libertad. La vida no es eterna, es de momentos, y son estos los que te demuestran y te hacen saber que ninguna lucha por difícil que parezca es imposible. Rendirse no es una opción y menos cuando está en juego tanto. Venezuela, un país con incontables recursos naturales, pero que, por causa de una dictadura nefasta, asesina y narcotraficante, vive la peor miseria de su historia.
El dictador Nicolás Maduro en su desespero por perpetuarse en el poder, muy a pesar de la voluntad expresada en las urnas el 28 de julio por el pueblo venezolano, ordenó la represión contra los manifestantes pacíficos. Muy diferente del mensaje de paz y armonía que transmiten María Corina Machado y Edmundo González, ellos hicieron un llamado a las instituciones y las fuerzas armadas: "Ustedes saben lo que pasó el domingo y deben actuar en consecuencia", sentenciaron. Al mismo tiempo, en la Asamblea Nacional de mayoría oficialista se produjo un debate en el cual respaldaban el anuncio del poder electoral. El presidente de este organismo, Jorge Rodríguez, se pronunció para solicitar cárcel para los líderes opositores. Este impopular, calificó, al pueblo trabajador y decente de Venezuela, como "drogadictos y malandros".
Secuestros, golpes, amedrentamiento contra los manifestantes y los líderes opositores, es el clima que se respira hoy en Venezuela. Todo esto sucede con la complicidad de los regímenes de Cuba y Nicaragua, que observan callados los crímenes de su aliado ideológico. La única salida es la calle y la permanencia en esta. Se tiene que hacer presión a los cuerpos uniformados, para que no arremetan contra el pueblo y para que no obedezcan a los indolentes jefes que abusan de su poder, un poder que en algún momento el pueblo mismo les dio, porque la gente y su vida tienen que valer más que los rangos y las insignias, la ideología y el hambre desmedido de poder. ¡Paren ya!