...y vendrás conmigo, sin mirar atrás
Habana Blues
Durante mi primer año de la universidad, en septiembre de 2013, Ecuador dejó de sonarme a nombre de país, y se convirtió en un sitio configurado como punto inicial para tornarse en uno de los cientos de travesías y métodos ideados por quienes Cuba como lugar de nacimiento, ha significado un privilegio fatal y escapar por mar, tierra o aire o la combinación de todas, significaba una decisión tan arriesgada como única.
Un primo, varios amigos y conocidos en ese mismo año salieron con destino a Ecuador, gracias a la posibilidad de viajar en ese momento sin la necesidad de visado, pero ese viaje solo era el comienzo de una ruta transnacional, rumbo al norte donde el río Bravo delimita una frontera líquida entre sueño y pesadilla.
Dormí un mes en el suelo en Ciudad Panamá, con mil dólares en el bolsillo... Iban subiendo una loma a toda velocidad, pues en ese lugar no podían detenerse... Los montaron en una lancha rápida, la lancha dio un brinco y a una muchacha se le cayó el niño y no quisieron parar para recogerlo, cuando llegaron a tierra, al poco rato la encontraron ahorcada...
Fueron algunas de las historias sueltas escuchadas por amigos de amigos en esos meses, hasta que Ecuador cerró la vía de escape, cuando volvió a imponer el requisito de visa para los cubanos.
Once años después de historias y exilios acumulados en el recuerdo, ese instante y país, que no solo divide la tierra, también existencias para miles de cubanos, regresó a través de un libro: Vendrás conmigo (Ediciones Furtivas, Miami, 2021) de la autoría del escritor bayamés Evelio Traba.
El rostro del peligro y el miedo
Alejandro es un escritor cubano y profesor de literatura en Quito. El reencuentro con un viejo amor, lo incentiva a emprender un escape sin causa definida, pues a primera instancia, tiene relativo éxito como escritor y disfruta en Ecuador de una vida negada en su país natal, ejerciendo como profesor.
Con una estructura secuencial y diferentes intensidades desde el punto de vista narrativo y dramático, Evelio Traba hizo literatura de una historia repetida por cientos, cuando Ecuador fue el trampolín de quienes no podían aspirar a lograr visa para un sueño y decidieron emprender un trayecto que para otros significó atravesar la dificultad y conocer más cerca de lo imaginado, el rostro del peligro y el miedo.
En los personajes de esta novela, la conformidad no es una cuestión delimitadora de caracteres. El reencuentro en un cajero automático de Alejandro con Indira delinea un golpe de cercanía con el lector, quien a partir de ese momento notará una repentina obsesión respecto a este nuevo personaje, quien incluso logra por instante gracias a la fuerza de su personalidad y motivaciones, opacar la historia central de Vendrás conmigo.
Indira llegó a Ecuador con la idea fija de cruzar parte del mapa continental de América Latina hasta llegar a Estados Unidos. Pero mucho antes, según cuenta a Alejandro sentados en un restaurante de Quito, acumuló todo tipo de vivencias antes de llegar a ese sitio donde conversa con él. Primero Europa como parte de un grupo de teatro el cual abandona, para luego iniciar una intensa vida como actriz con un matrimonio alemán, del que no solo compartía profesión y cama. Indira es bisexual y sus anécdotas eróticas, difuminan parte de la historia para dar paso a varias escenas sexuales, que funcionan como contrapeso a la incertidumbre que se avecina en la trama.
"Evelio Traba hizo literatura de una historia repetida por cientos, cuando Ecuador fue el trampolín de quienes no podían aspirar a lograr visa para un sueño."
La mira puesta en Estados Unidos, país que estuvo a punto de cruzar durante una estancia en Canadá, presupone la salida de Indira hacia Ecuador, pues en Cuba, más allá de lograr profesional y espiritualmente ciertos anhelos, como ser madre y actuar, en sus propias palabras: La felicidad es una burbuja a la que esperan muchas espinas.
Alejandro, seducido por ese reencuentro con Indira a quien bautiza como su propia Lou Andreas-Salomé, atrayente mujer colaboradora cercana de Friedrich Nietzsche y Sigmund Freud, emprende una fuga en ciertos momentos incomprensible para él mismo, pues huye sin persecución y los cuestionamientos familiares a lo impulsivo de su incierto viaje repercuten en su estado de ánimo.
Cada país desde Ecuador hasta México abre el lente de una película independiente. Alejandro e Indira viajan con otros cubanos, quienes se convierten en cartas de una baraja lanzadas sobre la mesa de la suerte, pues el grupo es víctima de traficantes de personas, violencia sexual, cuya escena es narrada con la sordidez de ser un hecho tan repulsivo como real, además de sufrir estafas que suponen un peligro para su llegada a Estados Unidos. En el difícil trayecto también quedan conocidos, pues la fatalidad irrumpe de manera imprevisible. Mientras despliega la trama de la novela, Evelio pone en marcha una locomotora narrativa y emocional que acelera o aminora su marcha en dependencia del sitio atravesado.
La presencia de escenas oníricas, pues Alejandro actúa narrador-protagonista, balancea la trama de Vendrás conmigo, permitiendo al lector un respiro necesario ante lo amargo de ser un partícipe más del empeño grupal.
En la medida que avanza la historia como las geografías por donde atraviesan sus personajes, Alejandro, al igual que el paisaje, van dejando atrás los recuerdos agrios de su travesía como un lastre, los cuales tal vez un día repase, pues su irrenunciable naturaleza de escritor detalla cada instante la fe de un grupo cohesionado por el anhelo, lo cual supone un calmante paréntesis de seguridad en la novela.
Con Vendrás conmigo, Evelio Traba homenajea a los extraños peregrinos que partieron y nunca llegaron a su destino, con esta novela organiza un rompecabezas de historias fragmentadas en la distancia supuesta por los lados de un triángulo escaleno compuesto por Cuba, Ecuador y Estados Unidos. La fuerza de su trama, escenas cinematográficas e historia en general, inevitablemente suponen cuestionamientos hacia las diferentes formas de un éxodo indetenible a lo largo de la más reciente historia cubana, donde colocar como objetivo un mejor destino ante la imposibilidad de otra oportunidad terrenal, supone el disparo de arrancada para ir hacia adelante como la canción de Habana Blues: sin mirar atrás.