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Cine | Más sobre las dos Sabrinas

En un análisis de las dos versiones cinematográficas de Sabrina, Ricardo Bada apunta datos curiosos y una opinión crítica que profundiza en ambas cintas. 

Montaje con retrato de las dos parejas de actores protagonistas en cada versión de la película "Sabrina".
Protagonistas de las dos versiones cinematográficas de "Sabrina" (1954 y 1995).

¿Por qué prefiero la Sabrina (1995) de Sydney Pollack a la Sabrina (1954) de Billy Wilder, siendo como soy un admirador incondicional de la obra del gran Wilder? En el que sí que cree Fernando Trueba, quien no cree en Dios. (Así lo declaró coram populo cuaando en 1994 le entregaron el Oscar por la mejor peli extranjera del año, su Belle époque).

La Sabrina de BW no es una mala peli (no hay una sola peli de BW que sea ni siquiera mediocre), pero la de SP es mejor, según creo haber demostrado, con pruebas, en un largo artículo como abogado del diablo, publicado por la revista mexicana Nexos. Ver una peli de BW mejor hecha por otro y negarlo, es catolicismo de campanario: ¡Wilder no puede equivocarse! Una mentalidad tan estrecha, ay, no se merece las obras maestras de BW.

Amén de ello, en mi Diario, el que subo cada domingo al portal https://www.fronterad.com, he dejado anotadas a lo largo de los meses muchas de las reflexiones que me han inspirado las dos Sabrinas. Transcribo algunas de ellas:

En la de BW, Bogart tiene 55 años, la Hepburn 25 y John Williams (que interpreta al padre de Sabrina) 51. Es decir, que Bogie le dobla más que la edad a Hepburn, y hasta el padre de Sabrina es cuatro años más joven. En la de SP, Harrison Ford tiene 53 años, la Ormond 30 y John Wood (padre de Sabrina) 65, es decir, es doce años mayor que Ford, y la diferencia de edad entre este y la deliciosa Ormond se reduce de 30 a 23. Aparte de que Bogie parece un hombre enfermo (quizá ya lo estaba, los primeros síntomas del cáncer de esófago que lo mató tres años después) y Ford rebosa salud por todos los poros. La cronología del casting de Pollock gana por muchos puntos.

Audrey Hepburn en la película "Sabrina" (1954)
Fotograma de "Sabrina" (1954).

Y son tan distintos los finales de las dos versiones... No solo por el viaje de Sabrina y Linus en el trasatlántico Liberté, de Nueva York a Le Havre o Cherburgo, en la Sabrina 1, mientras que en la 2 Sabrina vuela con Air France y Linus con el Concorde un par de horas después que ella, pero llega antes que ella a París y la está esperando cuando un taxi la lleva al 13 de la rue des Beaux Arts. No es solo por eso, es por algo más sutil. Entre Bogart y Audrey no salta nunca la chispa, y es más, en un momento muy avanzado del metraje, 84’ (de los 113’ del total), ella le pide a David que la bese, “Otra vez” le pide luego, y antes de que empiece el 85’ le pide que la abrace fuerte. De ahí en adelante, el cambio emocional de ella es precipitado y sin desarrollo convincente. Entre Julia Ormond y Harrison Ford el desarrollo no es que convenza, es que nos va arrastrando, sobre todo a Ford, de una manera imparable, a un final espléndido.

Y si en la Sabrina de BW no hay un solo momento en que salte la chispa entre Bogart y la Hepburn. en la de SP, a partir de un determinado momento estallan fuegos artificiales entre Ford y la Ormond. La Sabrina de BW es Audrey Hepburn interpretando a Audrey Hepburn en el papel de Sabrina. En la de SP, Julie Ormond es, es, Sabrina. Y ya sólo eso podría hacer la diferencia, pero son muchas más cosas en las que difieren y en las que en todas, sin excepción, sale ganando la Sabrina 2.

También estuve rastreando en la ficha imdb de Sabrina (1995) si encontraría la frase que Linus le dice a David a propósito de la relación que David quiere entablar con la Sabrina distinta que llegó de París: 

David,¿qué crees que quiere Sabrina? Se ha pasado la vida encima de ese garaje con la nariz pegada a los cristales y observando desde ese árbol [lo señala con la mano] nuestras fiestas. Ahora la has invitado a una, y tú, con tu aire de mundo, enfundado en tu informal esmoquin, la citas en el invernadero. Ella sabe que vas a aparecer con una botella de champán [...], sabe lo que viene después: el avión a Martha’s Vineyard, la casa llena de comida y flores, entradas imposibles de conseguir para un festival, copas en el Carlyle, ¡un par de días así y se enamoraría hasta de Noriega!.

Fotograma de "Sabrina" (1995) muestra a sus protagonistas enamorados.
Fotograma de "Sabrina" (1995).

Esta frase no está en el guion de Sabrina (1954): ese año, Noriega todavía andaba estudiando en la Escuela Militar de Chorrillos, en Lima. En 1995, en cambio, ya había sido condenado cinco años antes a 40 de prisión en Estados Unidos y era una de las vergüenzas nacionales, tanto panameña como gringa. Pero me quedo sin poder leer esa frase del guion, no figura entre las citadas por imdb . Como compensación, sí encontré la de Mack, la secretaria de Linus, cuando le dice que hizo su maleta para París en su propia habitación de Long Island, llevada por Maude, la madre de Linus: "We were up to our elbows in her underwear drawer. It was like touching the Holy Shroud of Turin. [Estuvimos metidas hasta los codos en la gaveta de su ropa interior. Era como estar tocando la Santa Sábana de Turín]". Esta frase la hubiese firmado Wilder.

"La Sabrina 1 se rige por el principio de la inercia, sigue fielmente el guion y más nada, de ahí no sale nada nuevo (...). Mientras que la Sabrina 2, se rige por la sinergia, tanta y tan poderosa entre todos los componentes del equipo, que el resultado es ese algo primoroso que uno espera de lo construido con tales mimbres"

Una noche me sorprendí pensando que ni siquiera había mencionado una diferencia esencial, y es la que tiene que ver con el traje de noche lucido por Audrey Hepburn en la Sabrina 1, un modelo de Edith Head (ganadora del Oscar) que es un homenaje a los finales de las pasarelas de París, pero en los garden parties de Long Island estaba 100% fuera de cacho por lo aparatoso y lo estrafalario. Basta compararlo con el sencillo y seductor diseñado por Ann Roth y Gary Jones para la Sabrina 2, y se entenderá lo que digo. Hay algo más. La Sabrina 1 se rige por el principio de la inercia, sigue fielmente el guion y más nada, de ahí no sale nada nuevo, como si salía en El apartamento o La tentación vive arriba. Mientras que la Sabrina 2, se rige por la sinergia, tanta y tan poderosa entre todos los componentes del equipo, que el resultado es ese algo primoroso que uno espera de lo construido con tales mimbres.

En el guion de Sabrina 1995 perviven frases de la Sabrina 1954: "Nunca llovía las noches de fiesta de los Larrabee. Los Larrabee no lo habrían permitido". Eso es puro Billy Wilder. Pero la descripción de Linus como "El único donante de corazón que sigue vivo" no hubiera sido posible en 1954; fue en 1967 cuando tuvo lugar el primer trasplante de corazón, por Christiaan Barnard, en el hospìtal Groote Schuur (El gran cobertizo) de Ciudad del Cabo. Gran guion el de esta Sabrina en la era del Concorde, no desmerece de su predecesor.

Varios de los lectores de mi Diario me han escrito a propósito de mi larga meditación sobre las dos versiones de Sabrina. Curiosamente, los más jóvenes entre mis corresponsales no conocen (o no conocían) la versión original, la de Wilder, y me han confesado que la de Pollack se encuentra entre sus pelis predilectas. Eso traduce lo que Linus le contesta a Sabrina en el invernadero de la Mansión Larrabee cuando ella le pregunta si no le molesta que venga de la cochera ese "suave brisa nueva" que parece haberse adueñado de la casa desde que ella volvió de París: "¡Son los 90, Sabrina!".

Y falta el dolor en la Sabrina 1. En la Sabrina 2 hay el dolor de ella al irse de regreso a París sin Linus, de quien se ha enamorado irremisiblemente. Y también hay dolor en Linus, al dejarla ir para no tener que engañarla. Toda esa gama de sentimientos está por completo ausente en la Sabrina 1, la peli de Wilder es fría, resbaladiza como una anguila: casi cínica. La de SP emana calor humano por todos los poros... y es una peli bastante porosa, sé lo que me digo.

Más de mis reflexiones sobre las dos Sabrinas

En la Sabrina 1, cuando la Hepburn y Bogart se reúnen a bordo del Liberté, rumbo a Francia, nos quedamos con la sospecha, y hasta algo más que la sospecha, de que esa pareja, cuando mucho, va a durar solo un año: hay uniones que son, o que van, contra natura. En la Sabrina 2, cuando Linus la consigue convencer de que la quiere y la necesita y desea que le salve (como la náyade a una virgen en el poema galés que comienza con la invocación "O Sabrina fair!", la cual incluye el mensaje oculto del nombre de la propia Sabrina: Sabrina Fairchild), en ese momento estamos por completo seguros de que esa pareja lo seguirá siendo hasta que la muerte los separe.

La única diferencia radical entre los dos guiones es la desaparición del viejo Larrabee, pero me parece un acierto, porque ese personaje es un estereotipo que nada añade, a no ser cierto ridículo y mucha sal gruesa, a los momentos en que aparece: sustituirlo por Maude, su viuda, que en la Sabrina 1 era un personaje marginal y en la Sabrina 2 es una mujer de empresa, con grandes golpes de humor, es todo un acierto. Así como la introducción del personaje de la criada boricua, simpatiquísima en todas sus intervenciones la estupenda Miriam Colón.

"...la escena en el restaurante marroquí de Manhattan es un cuento audiovisual de Las mil y una noches inserto"

Otrosí: la escena en el restaurante marroquí de Manhattan (1 h 20’07” a 1 h 24’07”) es un cuento audiovisual de Las mil y una noches inserto (¡¡pero no en el sentido cinematográfico!!) en uno de hadas occidental, con una Ormond / Sherazade literalmente comestible a besos.

Mis dos líneas preferidas de los diálogos de este cuento de hadas que nos legó Sydney Pollack, son cuando cerca del final Sabrina va a salir del despacho de Linus, golpeada por el hecho de que todo ha sido una mentira, pero al menos lleva consigo el ticket del vuelo para París al día siguiente, y al llegar a la puerta Linus le dice desde su escritorio: “Te llevaré a casa” (es decir, a la Mansión Larrabee en Long Island). A lo cual Sabrina responde dando media vuelta y mostrando en alto el ticket de Air France antes de abrir la puerta e irse: “Lo haré volando”.

Y que no se me quede en el tintero: detecté un error, al menos, en la versión original de Sabrina, la de SP, la buena, error que reproducen los dos doblajes que existen de ella en nuestro idioma, el español y el mexicano. Sabrina le dice a Linus que en París siempre se trasladaba a pie. Que iba caminando desde Montmartre hasta el final del Boulevard St.Germain, a la orilla del Sena, y luego por la orilla del río hasta la estación de Austerlitz, pasando al lado de los 23 puentes de París. Como conozco muy bien París, y sobre todo su orilla izquierda, los he contado en el plano a lo largo de ese trayecto: son sólo 12, y si se cuentan los de la orilla derecha (que a veces solo son simples extensiones de los 12 de la rive gauche) entonces 19. El guarismo 23 revela que ni los guionistas ni los traductores del doblaje de su guion conocen la Cité de Lumière, cuyos puentes son en total 37. Quien los contó lo sabe.

Ricardo Bada

Ricardo Bada

(Huelva, España, 1939). Escritor y periodista residente en Alemania desde 1963. Autor de La generación del 39 (cuentos, Nueva York 1972), Basura cuidadosamente seleccionada (poesía, Huelva 1994), Amos y perros (cuento, Huelva 1997), Me queda la palabra (conferencias, Huelva 1998), Los mejores fandangos de la lengua castellana (parodias, Madrid 2000), Limeri de Bueno Saire (poesía nonsense, Río de Janeiro 2011), La bufanda de Cambridge (cuentos, Bogotá 2018) y El canto XXV (novela corta, Copenhague 2019). Su ópera breve La serenata de Altisidora (partitura de David Graham) se estrenó en  el Festival de Camagüey del año 2000.

Editor en Alemania, junto con Felipe Boso, de una antología de literatura española contemporánea, Ein Schiff aus Wasser [Un barco de agua] (Colonia 1981), y en solitario, de la obra periodística de Gabriel García Márquez y los libros de viaje de Camilo José Cela. Editor en España de la obra poética de la costarricense Ana Istarú (La estación de fiebre y otros amaneceres, Madrid 1991), y en Bolivia de la única antología integral en español de Heinrich Böll (Don Enrique, La Paz, 1995). 

Ha sido y en varios casos sigue siendo colaborador regular del Centro Virtual Cervantes, Revista de Libros, Revista de Occidente, Vasos Comunicantes, Pérgola, ABC y Cuadernos Hispanoamericanos (España), Nexos, La Jornada Semanal y SoHo (México), El Espectador, El Malpensante y SoHo (Colombia), El País (Uruguay), Etiqueta Negra (Perú), Aurora Boreal (Dinamarca), Amsterdam Sur (Ámsterdam), La Nación y SoHo (Costa Rica) y La Opinión (Los Ángeles/California). Mantiene, además, desde noviembre 2009 la publicación semanal de su Diario en un blog del espacio MientrasTanto de la revista Fronterad (Madrid): https://www.fronterad.com/

Republicano y agnóstico, convicto y confeso, fue nombrado paradójicamente caballero de la Orden de Isabel la Católica, y padece –no menos paradójicamente– una curiosa  dolencia llamada sacralización. Tan luego él...

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