En el pasado mes de marzo el régimen político cubano desarrolló su acostumbrado ejercicio de ratificación electoral, basado en una boleta electoral formada por los delegados del Partido Comunista y con la ausencia de los candidatos opositores del sistema político imperante en el archipiélago. Los ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil independiente que realizaron ejercicios de observación electoral, documentaron una serie de señalamientos: baja asistencia electoral, traslado masivo de las boletas a la residencia de los electores entre otras irregularidades.
Salvando las distancias históricas y apartándonos de las analogías estériles, quisiera en esta columna de hoy compartir algunas ideas sobre las elecciones de 1905. Estos comicios, debido a las irregularidades impulsadas por el entonces presidente Tomás Estrada Palma y el circulo político nucleado alrededor del Partido Moderado, deterioraron la frágil salud democrática de la naciente república y aumentaron el vínculo hegemónico con los Estados Unidos.
En el año 1905 se evidencia una crisis del gobierno de Estrada Palma, quien había mantenido una actitud de austeridad económica que aún hoy sigue siendo un referente para la historia nacional. En febrero del año en análisis el presidente fue admitido en el Partido Moderado, esta agrupación política fue fundada por elementos provenientes del autonomismo y del antiguo Partido Republicano Conservador. Después de su entrada a la agrupación e influenciado por Domingo Méndez Capote, Fernando Freyre de Andrade y la dirección partidista, Don Tomás hizo pública su intención de postularse a la reelección.
Si bien esta acción política era constitucional según la Carta Magna de 1901, se rompió la promesa de campaña de Estrada Palma, basada en no optar por la reelección. Este suceso va a generar un ambiente de inestabilidad política en la joven república, pues el presidente y el Partido Moderado van a desplegar una estrategia represiva destinada a lograr su preservación en el ejecutivo. La primera iniciativa del gobierno se basó en remover a varios secretarios (ministros para la época) del gabinete, con el fin de promover a los moderados a puestos claves, entre las figuras ascendidas se encontraba el general Fernando Freyre de Andrade.
La otra medida impulsada en el año 1905 se basó en la remoción de los políticos liberales, que se encontraban en el ejercicio de sus funciones en las gobernaciones y alcaldías a lo largo de toda la isla. Esta medida generó profundizó el descontento en el Partido Liberal, principal fuerza opositora, que además tenía importantes apoyos electorales entre los sectores populares de las ciudades y en el campesinado. Hacia septiembre del año en cuestión el clima de violencia política se recrudeció aún más con el asesinato del político liberal Enrique Villuendas en la ciudad de Cienfuegos. Villuendas era un antiguo coronel del Ejercito Libertador y miembro del estado mayor de José Miguel Gómez (candidato del Partido Liberal), su muerte estremeció a la formación política y evidenció la carencia de garantías electorales por parte del ejecutivo.
Ante la ausencia de derechos electorales los liberales dirigidos por José Miguel Gómez se retiran de la contienda por el legislativo, quedando Estrada Palma como candidato único. Finalmente, en diciembre de 1905 se desarrollan los comicios, ratificándose a Don Tomás como presidente y Domingo Méndez Capote como vicepresidente. Entre enero y mayo de 1906 fueron investidos los altos cargos del Estado, pero el clima de tensión política en el bando liberal fue creciendo hasta que en agosto de 1906 se produjo el alzamiento militar.
Este conflicto (nos recuerda los pronunciamientos del siglo XIX español), estuvo enfocado hacia la quema de cañaverales, ferrocarriles y las revueltas armadas en algunas plazas militares de predominio liberal, aunque su efecto real estuvo en la desestabilización del gobierno y su posterior renuncia, que condujo a la segunda intervención militar estadounidense en Cuba. A su vez evidenciaba las diferencias políticas existentes durante la Guerra de Independencia, agudizadas durante los años 1898-1901 y que la altura de 1905 convertía a la isla en un polvorín.
Aunque el liberalismo político era la fuerza predominante en los partidos políticos de la época; Cuba llegaba tarde a un escenario de golpes militares, fraudes electorales o pronunciamientos existentes en las naciones iberoamericanas durante el siglo XIX y principios del XX. La campaña electoral de 1905 y la Guerrita de Agosto de 1906 no debe ser separada de este contexto regional. Este escenario se agudizó con la morosidad de la aprobación de les leyes complementarias y el sistema de voto censitario, que excluía de los destinos políticos a importantes de sectores de la ciudadanía.
El conflicto condujo (ante la capacidad de negociación entre los alzados y el gobierno) a la renuncia del ejecutivo y la posterior solicitud formal de intervención militar a los Estados Unidos. Este régimen de presencia militar foránea se extendería hasta 1909. El proceso histórico abordado nos permite reflexionar sobre dos aspectos fundamentales para un Cuba democrática. El primero se basa en la necesidad de impulsar instituciones de veladuría electoral y una ley electoral que blinde un ecosistema de alternancia política. El segundo aspecto radica en la necesidad de continuar formando una ciudadanía activa y capacitada, que ceda ante los discursos populistas y los intentos de determinados sectores políticos para perpetuarse en el poder. La historia, salvando las particularidades de los contextos y los procesos, nos demuestra que las similitudes de los escenarios constituyen una oportunidad para reflexionar sobre los desafíos del presente.