El importante músico Pedro Luis Ferrer, pide también la liberación de Luis Manuel Otero Alcántara, y se suma así a cientos de artistas y escritores de Cuba que claman por la libertad del joven detenido actualmente en la prisión de Valle Grande, en La Habana, donde espera una condena de entre 2 y 5 años en un juicio "sumario abreviado".
Ferrer, sobrino del poeta y comunista cubano Raúl Ferrer, además integrante del Movimiento de la Nueva Trova y conocedor también de la marginación y la censura en su patria, publica en su página oficial en Facebook una breve misiva, dirigida al gobierno de la isla, y que encabeza con el nombre del joven artista preso, en mayúsculas.
Aunque admite que no lo conoce personalmente y que tampoco está "rigurosamente al tanto de su obra artística", el músico dice hacer eco del sentir popular: "Pero sé que está preso y he leído las demandas a favor de su liberación, y he constatado firmas de artistas que respeto".
"No suelo participar en cartas colectivas, grupos políticos, asociaciones… —que, sin dudas, deben tener todo el legítimo derecho a existir— quizás motivado por una infinidad de factores que sería largo exponer. Si fuera para condenar a alguien, no lo haría; pero tratándose de la liberación de un artista, no temo equivocarme y aquí dejo públicamente mi rúbrica".
Animado por el sentimiento general de rechazo al encarcelamiento injusto del joven artista, por tanto, pide que se atienda a la petición de libertad.
"Con todo el respeto que demanda esta vergonzosa situación, pido que se atienda la petición sensata y que se libere a quien nunca debió estar encarcelado, pues todo lo que se alega en su contra es altamente discutible. Los problemas de la espiritualidad de un pueblo no pueden resolverse con la policía. ¿Cuándo aprenderemos?"
También el músico reconoce la existencia de un clima represivo que en Cuba se ha empezado a legalizar mediante leyes y decretos:
"En medio de un ambiente enrarecido por leyes y decretos que nos preocupan y consternan a todos (no sólo a quienes son calificados de "disidentes"), la intransigencia resulta —una vez más— altamente nociva para la salud espiritual de nuestra sociedad. La clemencia denota energía; la opresión, no".
Y termina dándole viva a uno de los tres grandes valores promulgados por la revolución francesa: "¡Que viva la fraternidad!"