El 11 de marzo de 1960 el vicepresidente de Antillana de Acero, el Señor Severiano Larrinaga, en representación del Consejo de Dirección de la compañía, redacta el segundo Memorándum que lleva por título LA SITUACIÓN DE ANTILLANA DE ACERO. Dos días antes el Delegado asignado por el Banco Nacional para supervisar el trabajo en Antillana de Acero se había reunido con los dirigentes de la empresa para comunicarles orgullosamente que había conseguido la reincorporación de ellos en sus cargos y funciones al día siguiente, es decir, el día antes de haber sido redactado el Memorándum.
El Memorándum se centra entonces en describir por qué “la actitud mental de los ejecutivos de la compañía no es la de sentirse y actuar como administradores de la misma, sino más bien las de consulta constante con el delegado del Banco Nacional.” El documento detalla las razones por las que los directivos entienden que su labor actual en la compañía pudiera objetivamente definirse como “en extremo limitada”.