En el patio de la iglesia de Santa María de Tule, a doce kilómetros de la ciudad de Oaxaca, crece el árbol más grande de México: un ahuehuete de más de 2000 años de edad, rodeado de leyendas y asombrosas historias. Pero no solo es el más grande del país, sino que es también el más ancho del mundo. Su tronco, con 14 metros de diámetro y 42 de altura, sostiene un peso de más de 600 toneladas. Se necesitan más de treinta personas con los brazos abiertos para rodearlo y bajo su sombra pueden cobijarse más de quinientas. Todo esto lo ha convertido en foco de interés para biólogos y ambientalistas, y en atracción turística para los numerosos viajeros que llegan hasta él.
“El árbol de Tule”, como se le conoce, es desde hace décadas centro de las actividades culturales del pueblo, que incluso ha dedicado un día del año para honrarlo. Así, cada segundo lunes de octubre se reúnen los lugareños junto al viejo ahuehuete para comer, contar historias y festejar “el día del árbol”, que en 2003 fue declarado Patrimonio Cultural del estado de Oaxaca.
La palabra ahuehuete, de origen náhuatl, significa literalmente “viejo del agua”, y alude a dos características distintivas de esta especie de árboles: su duración y su afinidad por los terrenos húmedos. También llamado sabino y ciprés mexicano, el Taxodium mucronatum es el árbol nacional de México y se utiliza en la medicina tradicional como cicatrizante, para curar úlceras y quemaduras.
Una de las muchas historias que rodean al Árbol de Tule asegura que el legendario rey Codoy enterró allí su bastón una noche, y que este comenzó inmediatamente a retoñar y crecer hasta convertirse en el frondoso árbol que todavía en nuestros días los mixtecas veneran como “el árbol de la iluminación”.
Tanto su antigüedad como los efectos adversos del cambio climático han afectado la salud de este árbol milenario. Por eso, desde fines del siglo XX la Asociación Mexicana de Arboricultura creó una comisión para su cuidado, y cada año, cuando se acerca el segundo lunes de octubre, los habitantes de Santa María de Tule organizan actividades para educar a los jóvenes en la necesidad de proteger no solo este, sino todos los árboles.