El periodista y presentador de la televisión nacional, Yunior Smith Rodríguez, debió sentir la amenaza muy cercana. Tal vez un roce de manos, alguna mirada lánguida o una insinuación ardiente, susurraba al oído por algún directivo del Instituto Cubano de Radio y Televisión.
Lo que sea que fuera, lo hizo parar la carrera en México, donde toma un respiro para cruzar a Estados Unidos y poner a salvo su virtud.
Pero este no es el principio de su éxodo. Smith Rodríguez asegura que su "viaje comenzó con el asco y la decepción amarga por las experiencias vividas en el Noticiero Estelar, por los jefes que pagan con favores y privilegios a cambio de sexo; por el acoso sexual desde el poder, secreto a voces que nadie denuncia por miedo”.
Da repelús pensar en el horror que debió de haber vivido este pobre hombre, sometido a la tiranía sexual de esos sátiros con cargo.
No es difícil imaginar su calvario al entrar a la oficina del jefe que lo ha llamado con urgencia y encontrárselo desnudo sobre el buró, con una rosa en la boca y ronroneando sensualmente. Y puede que cosas aún peores... Inconfesables.
Da repelús pensar en el horror que debió de haber vivido este pobre hombre.
Smith Rodríguez revela que otras razones lo movieron al exilio. Vivió una epifanía que le provocó “resentimiento hacia el gobierno endemoniado que provoca divisiones de familia, sueños truncados, vidas jodidas para siempre por una política mezquina cargada de orgullo, de rencor y la jodida mentira que lo hace todo turbio, oscuro, incierto”.
Desarrolló un “profundo desprecio hacia los ministros de cuellos ausentes y barrigas desbordadas que esbozan explicaciones que ni ellos mismos entienden”. Un desprecio de cuya existencia nadie hubiera sospechado, de tan hondamente sepultado que lo mantenía bajo elogiosos reportajes en los noticieros que condujo.
Y a esto se refirió el locutor cubano Yunior Morales, quien le comentó con crueldad a través de una directa en Facebook: “No me convences, tenías que haberlo dicho aquí, para entonces creer en ti. Sin miedo, hermano, no hacías más ningún noticiero, porque muy rico que estabas cuando tenías tu corbata y tu traje diciendo y leyendo con mucha efusividad”.
Lo cierto es que Yunior Smith se soltó el pelo en la frontera México y Estados Unidos, y vació todo el resentimiento que había en su corazón en una publicación en su perfil de Facebook, que concluyó con el patetismo de un mártir: “escribo esto sin haber llegado aún a Estados Unidos y con la posibilidad de la deportación, del regreso y las consecuencias que me traería estar en Cuba después de hablar”.
Sin embargo, Morales no tiene piedad y lo lápida con un: “Yunior, podías haberlo dicho aquí”.
Claro, para Yunior Morales es muy fácil hablar. Él no tuvo que vivir nunca bajo la amenaza constante de ser mancillado por un directivo con las hormonas revueltas.