“Que Cuba vuelva a reír”, “que el salario alcance para vivir” o “libertad para los cubanos” son algunos de los deseos que se pueden leer sobre las tablas de la instalación artística “Nube de Madera”, del alemán Martin Steinert, colocada en la Plaza Vieja de La Habana Vieja durante esta edición de la Bienal.
La idea del alemán consistió en que los cubanos escribieran “su deseo más profundo en la madera”, lo que dejó indicado mediante un papel plastificado que cuelga de la obra, y la respuesta ha sido la de un pueblo que hace silencio, pero que anhela expresarse libremente.
El escritor cubano Guillermo Rodríguez Sánchez escribió en Facebook tras visitar la obra que “lo que allí está dejando escrito la gente es un testimonio más que elocuente sobre la realidad actual de nuestra isla. No lloran desconsoladas las astillas porque no les fue dada esa capacidad por natura”.
“En un ejercicio democrático espontáneo que ojalá Martin guarde para siempre y lo exponga en un lugar seguro, personas de todas las edades están dejando grabado ahí un catauro de sueños rotos, a medias o por cumplir que grita silencioso una verdad colectiva hacia el malecón saturado por el salitre y la nostalgia”, añadió el escritor cubano.
No obstante, usuarios de Facebook como Reynier Ricardo auguraron un corto tiempo a la obra: “Puedo asegurarte que esa madera allí va a durar bastante poco: no conoce el régimen más férreo de América la democracia, y no le importa saber de ella”.
Otros como Janey Vega consideraron que “si la gente no sintiera en su estómago la presencia del gran hermano, sería un sincero ejercicio de catarsis colectiva y diagnóstico de un país agonizando desde sus propias ruinas”.
“Yo pondría sobre la madera mis más inminentes deseos de cambios. De un país con una verdadera arquitectura democrática. De una isla en la que ya no se escuche el llanto de los niños con hambre, ni el lamento sordo de las madres, ni las miradas decepcionadas de los viejucos abandonados, ni la esperanza al más allá del horizonte que tiene cada joven cubano. Dejaría escrito un SOS de esperanza por un país casi hundido y derruido como las construcciones antiguas de la Habana”, escribió en la red social otro usuario llamado Yasser Sosa Tamayo.
En tanto, una usuaria llamada Yanita Reynaldo bromeó con que “le quedan dos minutos a esa obra (O en su defecto, un montón de frases mandadas a poner)”.
Además de los debates generados en redes sociales, “Nube de Madera” ha desencadenado reflexiones sobre cómo el arte puede servir como vehículo para canalizar emociones colectivas en contextos sociales adversos como el cubano.
La obra de Martin Steinert, más allá de su estética, funciona como un espejo que refleja las inquietudes y esperanzas de quienes interactúan con ella, ofreciendo una oportunidad única de expresión en un entorno donde la libertad de palabra está constantemente restringida.