A pesar del cerco policial con que intentan amordazarlo, impedirle que haga una vida mínimamente normal, salir de su hogar o reunirse con amigos, el artista cubano Luis Manuel Otero Alcántara no deja de expresar su pensamiento creativo para sorprender a todos, en primer lugar a quienes lo vigilan de cerca. Necesita poco, apenas un gesto o una palabra, y con escasos recursos y mucha imaginación se coloca en la primera línea de la polémica social.
"Estamos conectados" es una frase que repite como un grito de guerra en las redes sociales, donde su sola aparición constituye un desafío al gobierno, pero tal vez alude a algo más que el uso de datos móviles, pues lo significativo en su caso es la "necedad" de nunca rehuir los temas políticos y mantenerse identificado con los problemas acuciantes de sus compatriotas, empezando por la gente que lo rodea, los vecinos de su barriada en La Habana Vieja. Así lo hizo cuando decidió no despegarse de una bandera cubana día y noche, y hasta pasearse por la calle con la enseña nacional sobre sus hombros, en reclamo del derecho de propiedad de los ciudadanos sobre este símbolo patriótico.
En este mes de febrero, Otero Alcántara lo ha hecho nuevamente. Convirtió el simple casco de constructor en un objeto sospechoso para la policía política, después que resignificó el uso de este instrumento de protección como protesta ante la muerte de tres niñas, víctimas del derrumbe de un balcón en La Habana Vieja cuando volvían de la escuela.
Sucedió la tragedia el 27 de enero, víspera de otro aniversario del nacimiento del Héroe Nacional de Cuba, José Martí, autor de una frase muy manoseada por la propaganda oficial: "Los niños nacieron para ser felices".
La muerte de María Karla Fuentes, Lisnavy Valdés Rodríguez y Rocío García Nápoles, fue catalogada por el gobierno cubano, en el diario Granma, como un accidente; pero los cibernautas prefirieron usar masivamente otras denominaciones, siendo en su inmensa mayoría sinónimos de "negligencia estatal".
Las tres niñas perecieron aplastadas por un balcón perteneciente a un edificio que, a pesar de hallarse en un proceso de demolición, no estaba marcado, de ninguna manera, como zona de peligro.
Junto con la conmoción por la noticia, estalló un estado de inconformidad y alarma general. Muchos habitantes de La Habana comenzaron a compartir espontáneamente imágenes de sitios que se encontraban en malas condiciones o en peligro de derrumbe. Una reacción que contradecía el carácter supuestamente accidental del derrumbe, denunciando el lamentable estado constructivo en el que se encuentra el país, a lo que la ciudadanía no puede hacer frente porque no tiene los recursos.
“Los niños nacieron para ser felices, no para morir en derrumbes”, ha sido el título dado por Luis Manuel a su novenario de protesta que inició el 3 de febrero. Dentro de él encontramos un proyecto destinado al Ministerio de Educación de Cuba, “para la Protección y Seguridad de lxs niñxs y jóvenes del país, ante la continua e impredecible caída de balcones, aleros, ventanas, escombros y demás estructuras arquitectónicas”, según ha descrito el artista en su perfil personal de Facebook.
El principal artículo de protección es un casco de constructor que se debe diferenciar por colores y por el emblema del nivel de escolaridad.
Así ha salido Luis Manuel a las calles otra vez, usando un casco donde se lee el título del proyecto. Mientras recorre la ciudad, hace ver los espacios deteriorados en contraste con algunas instalaciones turísticas, a las que el gobierno sí presta atención.
Para ÁRBOL INVERTIDO Luis Manuel Otero ha comentado sobre este ejercicio devocional que ha hecho público:
“La novena de los difuntos viene de fundamentos bíblicos que en Cuba se han transformado y arraigado popularmente. La inicié por una preocupación más allá del homenaje, una preocupación que está asociada a la temporalidad. Quería hablar de la memoria corta de las redes: ya nadie reclama por lo de la caída del avión, por la muerte de la niña Paloma, etc. ¿Qué ha pasado con los familiares de esas víctimas? ¿Dónde están las respuestas e indemnizaciones que tiene que dar el gobierno cubano?”.
En el ínterin de la acción que ha durado más de 9 días, a Luis Manuel se le ha derrumbado un pedazo de su propia casa y ha sido detenido en varias ocasiones (el 7 y el 13 de febrero). Invariablemente la policía política le ha decomisado el casco que llevaba puesto.
Su constancia tiene mayor significación, tomando en cuenta que Luis Manuel se encuentra bajo régimen de prisión domiciliaria por una supuesta violación de la Ley de Símbolos Nacionales y por desacato, tras la realización de su performance Drapeau o 24h del mes de agosto con la bandera como mi segunda piel.
“No sé si el novenario lo termine en un período corto, pues mi interés es precisamente alargar la temporalidad de la memoria colectiva que se vive en la redes. Al final el régimen se aprovecha de lo efímero de los booms mediáticos para normalizar el problema”.
En uno de los arrestos de Luis, su pareja Claudia Genlui escribió en su perfil de Facebook: “Todos estamos en peligro”, y se fotografió con un casco haciendo alusión a la continuidad del gesto. Y es que el peligro va más allá de los techos, aleros o paredes que puedan derrumbarse aplastando a cubanas y cubanos. Hay un peligro mayor cuando las mismas autoridades cuya razón de ser es la protección de la ciudadanía, violan sus derechos una y otra vez, impunemente.