En 1996, en Finlandia, Yoko Ono comenzó una serie de instalaciones artísticas tituladas Árbol de los deseos. La idea para este proyecto, que se ha extendido por más de treinta ciudades del mundo, le vino de un recuerdo de su infancia: “De niña en Japón, solía ir a un templo, escribía un deseo en un pedacito de papel y lo ataba a la rama de un árbol ―recuerda la artista―. Los árboles en los jardines de los templos estaban siempre repletos de lazos con deseos que, desde la distancia, parecían flores blancas en todo su esplendor.”
Al evocar ese recuerdo, Yoko se propuso difundir la antigua tradición japonesa por el resto del mundo, de forma que quienes asistieran a sus instalaciones pudieran escribir sus propios deseos en un papel y atarlos al Árbol de los deseos.
Cuando su primera instalación en Finlandia creció hasta convertirse en un pequeño bosque, Ono supo que su obra había tocado una necesidad colectiva y decidió llevar esa experiencia a otros lugares. Argentina, Australia, Estados Unidos, Italia, Irlanda, Gran Bretaña, entre otros países, han acogido la instalación. En España, el Árbol de los deseos se expuso en el Museo Guggenheim de Bilbao en 2014, en el Centro de Creación Contemporánea de Andalucía en 2017, y en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid en 2021.
En febrero de 2023, para celebrar su noventa cumpleaños, Yoko Ono plantó también su Árbol de los deseos en el ciberespacio, de modo que las personas puedan, desde cualquier lugar del planeta, dar voz a sus aspiraciones.
Hasta esa fecha, Ono había recogido casi 200 millones de deseos en 35 países; deseos que luego enterraba junto a la Torre Imagina la Paz, en Reikiavik.